
El actor argentino Matías Broglia vio a Mariana por primera vez en una discoteca cuando tenía 18 años. Ella tenía 16. Su sonrisa, según relata, iluminaba todo el lugar.
Desde ese momento supo que haría lo que fuera para estar cerca de ella. Lo que no imaginó fue que, en su insistencia por conquistarla, terminaría encontrando el camino que cambiaría su vida para siempre.
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Cada sábado, Matías regresaba al mismo boliche con la esperanza de verla. Aunque ella no le prestaba atención y prefería bailar con sus amigas, él persistía.
El destino los cruzó nuevamente en un bar y, con astucia, Matías inició una conversación en la que fingió conocerla de un supuesto instituto. Cuando ella mencionó el William Shakespeare School, él aseguró que de ahí la recordaba.
Al salir del bar, buscó el nombre en la guía telefónica y descubrió que se trataba de un instituto de inglés. El lunes siguiente se inscribió y pidió unirse directamente a segundo año, donde estudiaba Mariana, con el argumento de que una amiga lo había recomendado. Prometió hacer el curso completo de Primero y Segundo simultáneamente.
El encuentro que cambió su rutina
Un día tocó la puerta del aula, Mariana estaba ahí. No lo podía creer. Aunque aún no había ninguna relación sentimental, Matías comenzó a compartir tiempo con ella y sus compañeros. Iban a estudiar a su casa y la madre de Mariana les cocinaba.
Aquel acercamiento le permitió generar confianza. Cada vez que coincidían en alguna salida, las amigas de Mariana ya lo conocían y lo recibían con simpatía. Esa etapa lo marcó profundamente.
En uno de los cursos, la profesora les pidió preparar una obra de teatro. A Matías le asignaron el papel principal. Al principio se negó. No sabía nada de actuación. Sin embargo, Mariana le ofreció ayuda para preparar el guion. Ese gesto fortaleció aún más el vínculo.
En agradecimiento, Matías la invitó a conocer el aserradero donde trabajaba y también le abrió las puertas de su casa para repasar la obra. Al presentarse en escena, sintió una emoción que no olvidaría jamás. El público lo aplaudió y muchas personas lo abrazaron con entusiasmo. Esa experiencia despertó en él una nueva pasión.
Una nueva vida en el teatro
Poco tiempo después, Matías ingresó a la Escuela de Formación Actoral de Agustín Alezzo. Se mudó a la capital argentina y comenzó su carrera en las artes escénicas. En 2009 ya había realizado su primera obra. Desde entonces, trabajó en Callejón Espacial, Dios me odia, Saturno Lisístrata, Buenos Chicos, Amores Inesperados, Clarividentes, Muerte de un comediante y Santa Evita, entre otras.
Durante su formación actoral, también fue alumno de Javier Daulte y Julio Chávez. Su dedicación lo llevó a construir una biblioteca personal con todos los libros que leyó en su camino.
Aunque nunca fueron pareja ni volvieron a verse, Mariana sigue ocupando un lugar especial en la vida de Matías. Según confesó, logró robarle un beso, pero ella no tuvo iniciativa. Aún la sigue en redes sociales y sabe que está casada y tiene hijos.
Hace algunos años conversaron por un mensaje privado. Él le agradeció haber sido la inspiración que lo llevó al teatro. Mariana respondió con sorpresa, sin imaginarse el impacto que tuvo en su vida.
Matías logró hacer del teatro su profesión. Asegura que en su recorrido enfrentó hambre y momentos sin techo, pero nunca perdió la confianza. Hoy, sueña con llevar su arte más allá de las fronteras y, con ilusión, menciona el deseo de trabajar en producciones internacionales, incluso con Pedro Almodóvar.
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