
Después de cuatro décadas en cautiverio, una tortuga marina de la especie Caretta caretta comenzó un viaje de regreso hacia su lugar de origen.
Jorge, como ha sido nombrado por los investigadores, pasó 37 años en un tanque de 20.000 litros y apenas 1,5 metros de profundidad en Mendoza, Argentina, lejos del océano Atlántico.
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El 11 de abril de este año, Jorge fue liberado frente a las costas argentinas. Desde entonces, ha recorrido 3.500 kilómetros hasta alcanzar el litoral del estado de Río de Janeiro.
Según el monitoreo, se encuentra entre la isla de Paquetá y el barrio Ilha do Governador, en la bahía de Guanabara, Brasil.
A sus 60 años y con un peso estimado de 100 kilos, Jorge se convirtió en símbolo de conservación marina.
Durante los últimos tres años antes de su liberación, permaneció en un tanque de 150.000 litros y 3 metros de profundidad en el Acuario de Mar del Plata, en Buenos Aires.
Desde el momento en que fue devuelto al mar, el desplazamiento de Jorge ha sido seguido en tiempo real por científicos del Grupo de Investigación de Mamíferos Marinos. Para ello, utilizaron un dispositivo rastreador satelital adherido al caparazón del animal.
Al llegar a la bahía de Guanabara, el Proyecto Aruanã, asumió el monitoreo. El ingreso de Jorge a esta zona ocurrió el 16 de julio y generó alerta por los riesgos ambientales, como la contaminación, el tránsito marítimo y la pesca artesanal.
El equipo brasileño trabaja para conducir a Jorge fuera de la bahía, con el fin de que continúe su trayecto hasta Praia do Forte, su región de origen, ubicada a más de 1.300 kilómetros.
La historia de Jorge comenzó en 1984, cuando fue hallado atrapado en una red en la costa de Bahía Blanca, al sur de Buenos Aires.
En ese entonces, la rehabilitación y reintroducción de tortugas marinas no era una práctica común, por lo que el animal fue trasladado a Mendoza, donde se convirtió en un símbolo local y en la tortuga marina con más años en cautiverio del mundo.
Durante su vida en el acuario, se alimentó con carne de res y huevos cocidos. Vivió en un ambiente que intentaba simular el océano, pero sin la profundidad ni la temperatura adecuadas.
Tiempo después, según detalló Vanity Fair, el fin del cautiverio comenzó cuando 60.000 personas respaldaron una petición pública que buscaba lograr la liberación de Jorge.
Este movimiento ciudadano recibió luego el apoyo de María Aguilar, Vanesa Lucero y Óscar Alejandro Mellado, abogados que presentaron un recurso ante la corte de Mendoza para hacer valer los derechos fundamentales del ejemplar marino, como la vida, la libertad, la integridad física y la dignidad.
Aunque la solicitud generó polémica y extensas discusiones, las autoridades finalmente autorizaron el proceso, que debía enfrentar todavía obstáculos de carácter biológico y logístico antes de concretarse.

*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.