
El 15 de agosto de 1997, un joven piloto argentino de 27 años tomó una decisión que cambió el destino de 120 personas. Aunque el manual aeronáutico indicaba lo contrario, Marcelo Porchetto decidió intervenir en una emergencia que no le correspondía y ayudó a evitar un accidente aéreo con consecuencias trágicas.
Ese día, Porchetto despegó desde Aeroparque en Buenos Aires con destino a Catamarca, en un vuelo operado por Southern Winds. Mientras escuchaba las comunicaciones entre otros vuelos y el control aéreo, detectó un riesgo que lo obligó a actuar por instinto y experiencia, desafiando el protocolo.
“Lo que hice aquel día se supone que no puede hacerse. Arriesgué mi carrera aeronáutica, porque si algo salía mal, toda la responsabilidad iba a recaer sobre mí. Tal vez por eso mi caso resulta tan llamativo. A veces no queda otra que romper el protocolo y actuar”, dijo Porchetto al recordar aquel episodio.
Un descenso crítico sin ayuda tecnológica
Mientras surcaba el cielo argentino, Porchetto escuchó que el vuelo Avianca 087, proveniente de Nueva York, intentaba aterrizar en Córdoba, luego de dos horas en espera sobre Ezeiza, por mal clima. El piloto colombiano recibió autorización para iniciar el procedimiento de aproximación, pero el sistema de aterrizaje instrumental (ILS) estaba fuera de servicio.
El avión, sin suficiente combustible, debía tomar una decisión urgente. Córdoba, su destino alternativo, no ofrecía condiciones mínimas de seguridad. El control aéreo sugirió redirigirse a Rosario, pero Porchetto sabía que ese aeropuerto también estaba bajo mínimos y no dudó en advertirlo por radio.
Una guía en el aire y una pista segura
Con solo minutos de autonomía de combustible, el piloto de Avianca se declaró en emergencia. Porchetto, desde su cabina, calculó rápidamente distancias y condiciones meteorológicas. Recomendó dirigirse a La Rioja, a unos 268 kilómetros, por tener mejor visibilidad y menor distancia.
La decisión salvó al avión. Sin embargo, antes de iniciar el rumbo, el control le indicó a Avianca un ascenso a 8.000 pies, cuando la cordillera cercana exige una altitud mínima de 14.000. Una vez más, Porchetto intervino para evitar una tragedia.
Un aterrizaje con 3 minutos de combustible
Avianca 087 aterrizó en La Rioja con apenas 2.000 libras de combustible, lo mínimo permitido. Porchetto, ya en vuelo hacia Catamarca, cruzó en el aire al avión colombiano, justo antes de que descendiera. Cuando supo que el aterrizaje había sido exitoso, no pudo contener el llanto.
En tierra, surgió un nuevo problema: no había escaleras para desembarcar un Boeing 767. Aun así, lograron evacuar a todos los pasajeros.
El día después del silencio
Durante 10 días, nadie supo lo que había pasado. Ni medios, ni autoridades, ni pasajeros. La historia salió a la luz cuando el jefe de seguridad de Avianca llegó a Buenos Aires para presentar una denuncia formal sobre lo ocurrido.
Allí se conoció el papel de Porchetto. El comandante Jorge Montoya, a cargo del vuelo, le envió como gesto de gratitud sus “alitas” de piloto. Luego se contactaron por televisión y hasta compartieron una cena cuando Montoya visitó Argentina.
Una decisión que desafió reglas
Porchetto explicó que, aunque el código aeronáutico prohíbe interferencias ajenas, también indica que un piloto debe actuar si otra aeronave se encuentra en peligro. En esa emergencia, la torre no ofrecía respuestas adecuadas y su intervención fue clave.
La historia le dejó mensajes de agradecimiento, incluso décadas después. Personas que iban a bordo o familiares lo contactaron al conocer su papel en aquel vuelo. Hoy, sigue vinculado a la aviación como instructor y piloto de acrobacia aérea.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.