El periodista Óscar Ulloa, quien comenzó a fumar a los 16 años, cumple el próximo 4 de octubre 9 años sin probar un cigarrillo. Sin una Ley Antitabaco que lo protegiera en su época de colegial, cometió un error que creyó irreversible por mucho tiempo, pero hoy habla de cómo logró superar este vicio y de la fuerza de voluntad que le trajo grandes beneficios en apariencia, salud, olor, relaciones interpersonales y hasta en la billetera.
Con orgullo, Ulloa afirma llevar libre del tabaco 8 años y 8 meses, esperando ser un ejemplo para otros que buscan dejar ese vicio.
“En aquellos tiempos, era muy común comprar cigarrillos sueltos”, cuenta. Esto antes de que se implementara la Ley General de Control de Tabaco en Costa Rica (Ley 9028), que prohíbe que los cigarrillos se vendan sueltos.
Por una década, el periodista, hoy de 34 años, fue fumador habitual, hasta que a los 26 años tomó la decisión de dejarlo. Sin embargo, admitió haber experimentado dos intentos fallidos previos.
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“Dejarlo no fue fácil”, pero después de años “tirando humo” se encontró con los efectos negativos en su salud y su condición física. El olor a cigarrillo impregnaba su aliento y su ropa y al intentar hacer ejercicio, tuvo dificultades para respirar. Incluso en una prueba de crossfit estuvo a punto de requerir asistencia médica.
Pero fue en un día de playa cuando pronunció las palabras que marcarían un antes y un después: “este es mi último cigarro”. Y así fue, al punto que hasta la fecha conserva esa caja con los 6 restantes cigarros, a manera de símbolo de victoria sobre el tabaco.
Durante un fin de semana, el ex periodista de Repretel solía fumar de dos o tres cajas y entre semana una o dos más.
Sin embargo, desde que dejó el tabaco, ha experimentado numerosos beneficios. Uno de los más notables es el aspecto económico: antes gastaba alrededor de ¢10.000 a la semana solo en cajas de cigarrillos, lo que equivale a unos ¢40.000 al mes. A lo largo de 10 años, es una suma significativa.
Después de dos meses lejos de este hábito, Ulloa pudo comenzar a hacer ejercicio nuevamente. Además, las relaciones personales se volvieron más gratificantes, ya que por fin no olía a cigarrillo. “Antes era como un cenicero andante”, menciona.
Pero el proceso no ha sido nada fácil. Los primeros dos meses, asegura, fueron los más duros para él, y considera que ha sido uno de los mayores desafíos que ha enfrentado.
Tomar la decisión de dejar de fumar implica modificar muchas cosas, incluso la interacción social.
Para lidiar con la abstinencia, Ulloa tomó varias medidas, entre ellas hacer ejercicio (algo fundamental hasta el día de hoy). También tuvo que resistir las ganas de fumar a través de un trabajo mental constante y beber mucha agua para controlar la ansiedad.
Un orgullo
“Costa Rica dio un gran paso con la implementación de la Ley Antitabaco. Ha sido de gran ayuda para prevenir que los adolescentes fumen o al menos eso se trata” señaló el periodista.
Su madre es la más feliz con la decisión y cada año lo felicita sin falta. Su círculo cercano también celebra su logro. Además, ha tenido la satisfacción de ayudar a otras personas a través de su propio proceso. Por ejemplo: un amigo suyo decidió dejar el tabaco gracias a su ejemplo, y para Óscar, eso es la verdadera ganancia.
Por las redes sociales, Ulloa recibe mensajes de personas que desean que sus familias, amigos o parejas dejen de fumar. Y aunque cada persona quien su propio proceso, él les dice que es posible lograrlo y les anima a encontrar una motivación sólida para hacerlo.
“La vida cambia, el cuerpo cambia, la billetera cambia y todo cambia realmente al dejar de fumar. Este es un paso gigantesco y si alguien necesita ayuda, no debe tener vergüenza de pedirla.
“Yo pude solo, con Dios y con el apoyo de mi familia, pero también sé que puede ser diferente para otros”.
El periodista agradece haber encontrado la fuerza de voluntad para superar este vicio. “Le juro que no hay ninguna desventaja al dejar de fumar”, afirmó.
Por último, menciona los programas de cesación de fumado ofrecidos por la CCSS (Caja Costarricense del Seguro Social) y el IAFA (Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia), los cuales son gratuitos y están disponibles para cualquier persona, independientemente de su nacionalidad, situación laboral o estatus migratorio.