El concierto de Melendi en Costa Rica comenzó este 26 de abril con la interpretación de Mau Madriz, el artista tico abrió el espectáculo como un reloj. Puntual a las 7 p.m. su música resonaba en el Anfiteatro Coca-Cola en Parque Viva y luego de un par de canciones, compartió con el público: “¡Buenas noches! Soy Mau Madriz y los voy a estar acompañando mientras comen ansias”.
Con la afirmación anterior, Madriz no se equivocaba, el público sí estaba ansioso por recibir a la estrella europea y por si fuera poco, el telonero añadió “¡Ya él (Melendi) está acá atrás por si gustan gritar!”, ante tal libertad, el recinto estalló en un rugido eufórico que dio inicio a una noche para nunca olvidar.
Gritos agudos por poco revientan mi tímpano derecho y de forma contradictoria también me erizaron la piel por la sorpresa, pues ante la distracción sonora, ignoré por completo la aparición de una galante figura en el escenario.
Fue la multitud femenina, con sus piropos y bullicio, la que me hizo girar para encontrarme con Ramón Melendi, quien celebra sus 20 años de carrera musical. Aunque sus inicios fueron turbulentos, estas dos décadas han transformado su camino, regalándonos temas que la multitud tica no dudó en corear.
Vestido con una camiseta negra y jeans, el rebelde romántico, protagonista de los sueños de sus fieles admiradoras, apareció a las 7:58 p. m., dos minutos antes de lo esperado, para dar inicio a su tercera cita con el público de Costa Rica. Lo primero que cantó fue Hijos del mal.
Melendi y una noche mágica en Costa Rica
Entre la canción regaló unas breves palabras: ¡Buenas noches, Costa Rica, Pura Vida! Generando que hasta a los esposos que llegaron al espectáculo meramente de chaperones se levantaran de la silla.
Luego de interpretar Tocado y hundido, el artista hizo una pausa en la euforia. “Tuvimos problemas técnicos, tenemos que parar un minuto, nos ha explotado una mesita aquí” y así lo hizo, no sin antes soltar entre risas “¡Ha explotao!”, con el acento español característico de su encanto antes de salir del escenario.
Al regresar, Melendi agradeció a Costa Rica por recibirlo siempre con tanto cariño y avanzando en su show, logró sumergir a la multitud en un momento íntimo, a pesar de los miles de ojos que lo observaban atentos. En este espacio compartió que, de pequeño, su gran sueño no era la música, sino el fútbol, una confesión que sirvió de antesala para interpretar De pequeño fue el coco.
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Posteriormente las canciones Con solo una sonrisa, Violinista en tu tejado y Caminando por la vida se adueñaron del escenario, esta última tomando posesión de los fans quienes por minutos parecían olvidar que tenían huesos en el cuerpo, pues el ritmo pegajoso de la melodía los hizo bailar hasta que más de uno dejó de lado las preocupaciones que tenían antes de llegar a Parque Viva.
Para cuando llegó Mirame, Melendi bajó de la tarima para cantarles a las afortunadas de la primera fila y a pesar de estar considerablemente lejos de mi asiento, su presencia y carácter encantador, tuvieron la capacidad de transportarme directo a su lado aunque sea por un segundo; sin embargo, la ilusión terminó cuando las primeras notas de Con la luna llena comenzaron a sonar.
El escenario se apagó y el silencio reinó por unos segundos. Pero no duró mucho: de pronto, todo se iluminó con el fucsia más vibrante que uno pudiera imaginar, anticipando el tema que estaba por comenzar. Barbie de extrarradio brotó de los labios de Melendi, mientras las fanáticas coreaban sin equivocarse: “Tú subes como la marea, yo bajo como la tensión, pa’ mí es como un rompecabezas, lo que pa’ ti cae de cajón”.
Luego de esta ola de canciones que removieron los sentimientos, el cantante hizo una breve reflexión sobre el discernimiento para continuar con el tema Como el agua y el aceite.
Melendi y su éxito para siempre
Luego de esto, el público se convirtió en un solo gigante: una voz conformada por miles ahogó un grito para cantar con todas sus fuerzas Tu jardín con enanitos, uno de los temas más populares de Melendi. Un verde brillante y la animación de un bosque de cuento de hadas acompañaban la escena en las pantallas, mientras el cantante pronunciaba cada palabra mirando fijamente al público, a quien probablemente nunca podrá olvidar.
El aplauso retumbó en el recinto y el sentimiento fue tan fuerte que hasta el cuerpo más frío terminó con la piel erizada. Melendi fue las cuatro patas de la cama, la guerra y definitivamente la tregua en la mañana, en resumen… lo fue todo.
Autofotos y Cenizas en la eternidad fueron las siguientes en sonar. Durante esta última, Melendi detuvo el espectáculo con un enérgico “¡Para, para, para!… ¿Qué está pasando, hermano?”, al notar que un oficial de seguridad alejaba a los fanáticos del escenario. Con humor, comentó que entendía la situación, pero que esa noche “todos estaban muy juiciosos”, logrando que la ola de fotografías continuara. Luego, la canción comenzó de nuevo desde el principio y Melendi pidió a los asistentes que alzaran las manos para conectar aún más con el momento.
Durante el segundo bloque del recital, Melendi interpretó Desde que estamos juntos, loco, La casa no es igual y El único habitante de tu piel.
Para cuando llegó Destino o casualidad el público se puso de pie como si de un himno se tratara. Los celulares ya no robaban protagonismo y los ojos cerrados con un ligero movimiento del cuerpo hacia cada lado eran la postura más característica de aquellos que estaban sumidos por completo en la canción.
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Al momento de pronunciar “…De esa extraña melodía que algunos llaman destino y otros prefieren llamar casualidad…” el publicó se apoderó de la canción, Melendi hizo silencio y fue evidente que Costa Rica y el cantante, no son para nada extraños bajo la luna.
Un final en paz porque “aún queda mucho por venir”
Siguiendo el show el artista cantó Cheque al portamor, y La promesa, dos de las más populares y que por supuesto, para este punto del evento, los asistentes no pensaron ni por un segundo en retomar sus asientos.
Las últimas piezas que dieron cierre a la maravillosa visita del cantante español fueron Canción de amor caducada y Lágrimas desordenadas, misma que fue interpretada con mucha energía.
Gracias por venir también sonó para cerrar el show en respuesta al clásico “¡Otra!, ¡Otra!“, que pidió el público. Fue una gran despedida ya que la letra de la pieza asegura que “20 años no son nada y que aún queda mucho por venir”.
Para el final, Melendi había logrado arrancar lágrimas de las personas que lo acompañaron en una noche mágica, esas mismas que han sido testigos de su éxito desde los inicios de su carrera.
Esta noche del 26 de abril, Melendi dejó claro que su visita al país fue obra del destino y no una simple casualidad.