El encuentro de cuatro bandas internacionales, con el plato fuerte de Slipknot con su Knotfest Roadshow, es una suerte de primer festival de metal de grandes proporciones que se celebra en Costa Rica. Se extendió por casi seis horas y la lista de méritos que tuvo como fecha musical se mantuvieron desde el inicio hasta el final de la actividad.
En términos generales el sonido fue nítido; fuertísimo pero impecable. Sin la posibilidad de que los exponentes pudieran sonar como se merecían, la experiencia no hubiera sido, para nada gratificante, pero a nivel técnico el respaldo sonoro permitió disfrutar a plenitud a cada artista. Lo mismo se puede decir de la iluminación, dinámica y potente. Los cambios entre una banda y otra fueron fluidos, haciendo uso de sobretarimas rodantes y una disposición bien calculada para el espacio disponible.
La presencia de una pantalla gigante a cada lado fue de gran utilidad para que las agrupaciones pudieran ser disfrutadas hasta por quienes veían desde más atrás del recinto. Esa disposición de la audiencia parece haber sido muy apropiada, en función del orden.
El principal mérito del festival, probablemente, fue la selección tan afortunada entre bandas tan disímiles. El cartel ofreció posibilidades para diversos sectores de la fanaticada metalera, empezando por la brutalidad de Carnifex (Estados Unidos), con la capacidad de comportarse como una banda con espuela, con una buena selección de repertorio y buena presencia en tarima. Vale la pena resaltar el doble pedal (sorprendente) y una oportuna conexión con el público.
Stratovarius (Finlandia), por su parte, fue muy bien recibido, a pesar de que popularmente se sabe que el entusiasmo y los tonos agudos del power metal pueden desanimar a un sector del público. El grupo, ya veterano, compartió un repertorio ágil, donde incluyeron algunos temas predilectos de su cancionero y otros temas de autocomplacencia. El refuerzo lumínico le aportó en la transición de la tarde de celajes románticos a la penumbra.
En el tercer lugar de la noche Sodom (Alemania) cumplió con su papel de leyenda. El grupo, cuya música tiene la crudeza de una máquina demoledora, fue capaz de imponerse y el escenario amplio, que le calza mejor que cualquier otro recinto en el que le hayamos visto antes en Costa Rica. Su thrash merece un espacio amplio para un mosh digno y la multitud supo aprovechar la ocasión. La voz de Tom Angelripper y la batería insistente de Stefan Hüskens fueron las armas más potentes del conjunto alemán.
Para cerrar la noche, Slipknot (EE.UU.), en su concierto como parte de su Knotfest Roadshow, plasmó un espectáculo impresionante. Con ese nivel de show, queda en segundo plano si se conecta con su música o no. La iluminación está personalizada para cada canción, cada tema tiene su propia paleta de colores, que cargan de figuras y animaciones las sobretarimas.
Por su parte, la dinámica de los músicos en tarima, siempre inquietos, en permanente movimiento, levanta la adrenalina. La presencia del frontman, Corey Taylor, resulta cautivadora y la energía de cada personaje genera emoción.
Hay un gran mérito en esta agrupación, que, si bien se popularizó en el momento cumbre del nu-metal, ha sabido ir evolucionando, tomando nuevos elementos sonoros con el paso del tiempo ha seguido ofreciendo un espectáculo pirotécnico donde hacen un justo repaso a 20 años de música.
Al final de la noche se podía asegurar que el encuentro organizado por la productora Black Line Productions deja un excelente sabor de boca. Tomando en cuenta la calidad de los invitados y la magnitud de la producción de repente no resulta desubicado suponer que este podría ser el inicio de un festival repitente especializado en metal, como los que tienen lugar en países más grandes del continente y que aquí, tal vez hasta este miércoles, no habíamos tenido antes.
EL CONCIERTO
Artistas:: Carnifex, Stratovarius, Sodom y Slipknot.
Fecha: 4 de diciembre.
Lugar: Centro de Eventos Pedregal.
Organización: Black Line Productions.