Es difícil entender esa costumbre de Hollywood de estar haciendo una y otra vez la misma película o la de hacer nuevas con el mismo personaje de otras. Es eso que llaman refritos y secuelas. Es más bien la costumbre de estarse mirando en el mismo espejo.
Lo peor es que tal hábito o rutina es más frecuente con películas de baja o mala calidad. El asunto es estar chupando el mismo confite. Ahora sucede con el conocido veterinario Dolittle, quien conversa con los animales, sin que ninguno tenga que cambiar sus códigos lingüísticos.
Dolittle es cercano a la corona real inglesa y esta vez nos enteramos que ha enviudado. Luego de eso, él se encierra en su amplio hogar, palacio de rica plusvalía, con la compañía única de sus grandes amigos: distintos animales exóticos.
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La trama de la película lo hará salir de su monasterio zoológico y tendrá una aventura tan corriente como ver salamandras asoleándose: siempre es más de lo mismo, iguales adversidades, o sea, lo que hemos visto en muchas películas semejantes con los efectos especiales que también nos resultan análogos.
Obvio que la película se titula Dolittle (2019), mal dirigida por Stephen Gaghan y con la actuación más chabacana imaginable de Robert Downey Jr., quien no pasa de llenarse la cabeza de humo, creerse el muy gracioso sin serlo y por lo que esta película es más tonta que las gallinas de noche.
El problema viene desde el diseño de personajes, de la hechura del núcleo argumental, del planteamiento de situaciones y del terrible desarrollo de los diálogos. Todo es de malo hacia abajo, como para demostrar que un barbudo no se hace con cinco lampiños: entre más trepa el mono más enseña sus partes traseras.
Lo bueno del filme son los animales. Ellos salvan la función. Los diálogos entre ellos resultan agradables, algunos realmente ingeniosos, y el quehacer de los animales (sus acciones para ayudar al doctor Dolittle) es lo que le da algún horizonte al filme y evita el desastre calamitoso o la ruina catastrófica de la película.
La estructura narrativa es desordenada, sin pies ni cabeza, al punto que se pierde de manera muy fácil lo específico de su tema: es como mirar el espejo y encontrar el vacío. Dolittle quiere ser parodia de una parodia que se muerde la cola una y otra vez, pero termina peor que aquel horrendo musical con Rex Harrison (de 1967) o que la descerebrada versión con Eddie Murphy (de 1998).
Creo que ha quedado claro que Dolittle no es buena película. ¿Por qué dos estrellas y no una sola? Tal vez mi respuesta peque de subjetiva, pero si no tiene peor calificación es porque los animales sí logran entretener: ¡vivan los animales!
‘Dolitte’: Dos estrellas de cinco posibles
Título original: Dolittle.
Estados Unidos, 2019.
Género: Comedia.
Director: Stephen Gaghan.
Elenco: Robert Downey Jr., Antonio Banderas.
Duración: 106 minutos.
Cine: Nova, Cinemark, San Pedro, Cinépolis, CCM, Studio.
Calificación: Dos estrellas de cinco posibles.