Botas bien lustradas y sombreros a la vista: el look está listo para el concierto de Alejandro Fernández.
Un tequila para calentar la fría noche: listo.
Ahora sí, pasen adelante porque las rancheras y las baladas prometían una noche intensa este sábado 18 de junio.
La trompeta comienza sonar y las luces del escenario del Anfiteatro Coca-Cola, en Parque Viva, se encienden con un rojo profundo. Los mariachis se balancean de un lado para otro en sincronía anunciando que la estrella de la noche está por salir.
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Alejandro Fernández salió al escenario a eso de las 8:45 p. m. (Jose Cordero)
Y así fue. Sosteniendo su sombrero y vestido de charro, Alejandro Fernández apareció de repente cantando Tantita pena en el centro del escenario, a las 8:45 p. m.
Sus canciones no necesitan mayor presentación. Menos si se trata de temas como Es la mujer o Estos celos, que siguieron casi que de inmediato y coreados y aplaudidos prácticamente por igual.
“Que lindo estar en mi San José querido. Quiero que sepan que los extrañe muchísimo. Vamos a dejar que la música haga su magia, que se nos olviden los problemas y que se nos llene el corazón de alegría y mucha magia”, dijo el Potrillo en su primera conversación con el público.
Y de eso no había la menor duda. Un repertorio cargado de éxitos no conoció de frenos, con temas como Hoy tengo ganas de ti y Si tu supieras.
Mientras tanto, en el Anfiteatro Coca-Cola cada quien disfrutaba a su manera: hubo quienes bailaban y cantaban celebrando el regreso del integrante de la dinastía Fernández a Costa Rica. Eso sí, otra gente prefirió vivir el show sin despegarse de su asiento, pues no siempre el que baila es el que mejor se la pasa.
Para este espectáculo tan mexicano, cerca del escenario se desplegaron mesas, alrededor de las cuales se ubicaron los dueños de los tiquetes más exclusivos.
Para el momento en que empezó el espectáculo ya la lluvia había cesado. El agua entendió lo que el público pedía a gritos, principalmente quienes estaban en la gramilla con su capa bien puesta. Sus súplicas de que escampara fueron escuchadas.
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El Potrillo salió con su sombrero y su traje de charro al escenario. (Jose Cordero)
Mátalas, No lo beses y Qué voy a hacer continuaron en el repertorio que no daba respiro alguno a los fans. Era como una maratón musical y se puede entender: Alejandro Fernández tiene muchos éxitos a sus espaldas y en su reencuentro con el público tico no quería dejar ninguno por fuera, o al menos eso parecía.
Cada canción era coreada y al final de cada tema la ovación era la misma: gritos y aplausos mientras el Potrillo, en el centro del escenario, se rendía ante aquel homenaje de sus leales.
Hasta ese punto sus intervenciones habían sido pocas, pero provechosas. Por ejemplo, tras finalizar Tu amor me hace tanto bien el cantante hizo una pausa para presentar lo que seguía en su show.
“A lo largo de esta cuarentena me moría por estar en el escenario para celebrar la fortuna de poder estar aquí juntos, así que quiero compartirles una joya...”, dijo antes de mencionar que realizaría un pequeñísimo pero importante homenaje a Joan Sebastian.
Acuerpardo de un acordeón, una guitarra y un guitarrón, el charro comenzó a cantar Eso y más.
Luego, y ya sin sombrero y sin su pañoleta alrededor del cuello, Alejandro volvió a su música y Caballero fue la siguiente, para luego pasar de inmediato a Duele, su dueto con el también mexicano Christian Nodal.
El furor del público era más que notable: cada estrofa la cantaba con un sentimiento muy propio, mientras muchos de los presentes aprovechaban para sacar sus celulares y mirar por medio de las pequeñas pantallas lo que sucedía en tarima.
Entre padre e hijo
Si hay algo que quedó claro esta noche de sábado es que entre Alejandro y su hijo Alex Fernández hay una gran complicidad.
“Me da mucho orgullo cantar con mi hijo, como al principio de mi carrera yo lo hacía con mi papá (Vicente Fernández). Les encargo mucho que apoyen mucho a mi Potrillo”, pidió el orgulloso padre.
Y antes de comenzar con un merecido homenaje para Chente, Alejandro llamó al escenario a Alex para juntos demostrar que lo que se hereda no se hurta. Así, a dúo y ataviados de charros, cantaron Mujeres divinas y Perdón.
“Agradezco el apoyo que le han dado porque ahora sí, como decía mi apá: ‘el que quiere la vaca, quiere al becerro’”, añadió Alejandro.
Pero eso no era todo, pues Alex hizo una pausa en el repertorio para desearle un felíz día del padre a su progenitor. Esa era la cereza del pastel, un emotivo momento, tanto que nos erizó la piel cuando el joven sentó a su padre en un banco mientras le cantaba El tiempo no perdona.
Alejandro solo podía ver con ojos de orgullo, ternura, pero sobretodo mucho amor a su hijo. Al final, padre e hijo se fundieron en un abrazo.
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Alejandro Fernández estuvo acompañado por su mariachi a lo largo del concierto. (Jose Cordero)
Y así Alex se despidió una vez más del público tico, pues el joven ya había sido el telonero del Potrillo esta noche.
“Me gusta el olor que tiene Costa Rica”, dijo el más joven de los Fernández al salir la primera vez al escenario, a eso de las 8:20 p. m. para empezar a cantar principalmente covers, como Qué bonita es esta vida.
Luego de aquel emotivo momento, Alejandro volvió a hacer suyo el escenario y siguió con Sé que te duele, que originalmente canta junto a Morat.
Hasta este punto del recital era difícil identificar cuál era la canción más coreada de la noche, sin embargo, con seguridad Me dediqué a perderte estuvo entre las finalistas.
Posteriormente el charro pasó por enésima vez del despecho a la algarabía. Canta corazón comenzó a sonar mientras el escenario se convertía en un salón de baile: los mariachis marcaban una coreografía perfectamente coordinada, mientras las coristas que acompañaban a Alejandro también hacían lo suyo.
No había terminado esa pieza cuando ya el público gritaba al escuchar la introducción de Nube viajera cortesía del mariachi.
Pero al show todavía le faltaban unos cuantos éxitos y la favorita, sin lugar a dudas, se quedó para el final. Como quien pierde una estrella era el as bajo la manga del Potrillo... y La Guácima la cantó con el alma.
Ahí sí, el ídolo mexicano se despidió de su público y desapareció del escenario. Sin embargo, las linternas de los celulares comenzaron a moverse por todo el Anfiteatro Coca-Cola mientras el típico “otra, otra” era insistente y como Alejandro estaba para complacer, volvió para rendir un nuevo homenaje a Vicente Fernández.
Viendo hacia el techo, el cantante comenzó a interpretar una mezcla de éxitos de su padre, fallecido en diciembre del 2021. De qué manera te olvido, Volver, volver y El rey fueron parte del tributo a Chente.
El concierto abarcó unas 30 canciones, así que la noche de mariachis en Parque Viva fue larga... pero muy provechosa.