
Muchos lo recordarán por su rostro y su voz, al ser durante 16 años el presentador estrella del programa La rueda de la fortuna, pero la trayectoria en medios de comunicación de Manuel Fresno empezó en la radio y con la música como gran protagonista.
Antes de la fama en pantalla, era un joven locutor rodeado de grupos musicales, vecinos que afinaban guitarras y tocaban rock instrumental. Así conoció a bandas como Los Ruffos, a quienes apoyó desde su programa en La voz de América, e incluso fue testigo del debut en vivo de Luis Enrique Mejía Godoy como cantante.
“Yo me inicié en la radio con música, con conjuntos en vivo”, dijo en una entrevista con La Nación. Fue productor, programador, mánager de grupos del Chiqui Chiqui como Jaque Mate y La Selección y, sin ser músico, autor de letras. Canciones como El choricero y El cangrejo, temas que hoy son parte del cancionero más querido por los ticos, las escribió él.
“Nunca pedí nada, la vida me lo fue poniendo en el camino”, manifestó con humildad.
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Manuel Fresno y la quema de los discos de los Beatles
“Fui yo el de la quema de los discos de los Beatles”, confesó Manuel Fresno entre risas, al recordar uno de los momentos más insólitos de su carrera en la radio. Sí, el querido y respetado presentador, ese señor de voz potente, trato amable y gran sentido del humor, fue gestor de una de las páginas más recordadas de la historia musical de Costa Rica.
Fue en 1966 cuando el afamado grupo británico dijo que “eran más famosos que Jesucristo”, frase que provocó una explosión en la guerra del dial costarricense. ¿Por qué? El propio Fresno lo narró.
Para ese entonces, Manuel era locutor de la emisora La voz de América. Cierto día escuchó en las noticias que John Lennon había soltado aquella tajante frase. “Y se me prendió el bombillo”, recordó.
Su idea fue meramente de competencia radial. La voz de América programaba, en su mayoría, música en español; sin embargo, su competencia directa, Juvenil, era lo contrario, casi todo en inglés.
“Cuando sale lo de los Beatles, dije: ‘¡Uy, aquí está!’. Llego a la radio y pongo un tema de los Beatles y encima de él locuté: ‘A partir de este momento, La voz de América no volverá a transmitir un solo tema de los Beatles’”, narró entre apenado y con diversión al recordar el pasaje con el que intentó sabotear a sus rivales.
Inmediatamente, el teléfono de la cabina comenzó a sonar. “Me decían: ‘Claro, que se vayan para el infierno’ y cosas así. Pero una de las llamadas fue: ‘Lo que hay que hacer es quemar sus discos’”, recordó.
Al aire, el locutor comentó: “Me acaban de sugerir hacer una quema de los discos de los Beatles por las ofensivas declaraciones”. Acto seguido, Manuel propuso que fuera en la plazoleta de la iglesia de La Soledad, en San José. Se armó un movimiento que culminó, el 9 de agosto de 1966, con una hoguera con la música de los británicos.
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“Ese día yo me quedé en cabina. Fue mi compañero Rafa Rojas a la quema”, confesó, aún divertido por el impacto de aquella idea.
Más allá de esta curiosa e impactante confesión, Fresno tiene muchas otras más relacionadas con su trayectoria en radio, televisión y también de su aporte en la música tica de los años 80 y 90, específicamente en el querido Chiqui Chiqui.
Manuel Fresno, el de la televisión (al que todos recuerdan)
Como mucho en la vida de Manuel, su llegada a la pantalla chica criolla no la pidió, casi que se la impusieron.
Lo llevaron sin aviso a Teletica para formar parte del programa 7 más 7, una coproducción tico-mexicana que no olvidó nunca, especialmente por el nerviosismo y el desconcierto de su primer día.
Manuel fue invitado a una reunión sin saber de qué se trataba y cuando menos lo esperó, lo maquillaron, le cambiaron la ropa y le dieron un micrófono. “¿Qué te digo? Fue lo peor y lo mejor que me ha pasado en la vida, por decirlo de alguna manera”, afirmó.

Ese día le pasó algo que le quedó para siempre en la memoria y que ahora ríe a carcajadas cuando lo cuenta.
“Pasa el primer participante, un señor de apellido Frega. Le hice la pregunta: ‘La patrona de Costa Rica es la Virgen de Los Ángeles, ¿cómo se llama el patrono?’. El señor me contestó: ‘Pepe Figueres’. Yo solo quería que me tragara la tierra”, narró entre risas.
Años más tarde, sería el rostro de La rueda de la fortuna, un formato que marcó época en la televisión costarricense. Fresno se ganó al público no por brincos ni escándalos, sino por su elegancia, calidez y autenticidad. “Yo no soy así, no puedo fingir entusiasmo ni exagerar”, le dijo una vez a la productora que quería convertirlo en un presentador estridente.
Durante 16 años, Fresno fue la imagen del programa y se convirtió en uno de los presentadores más queridos de la televisión nacional hasta que, lamentablemente, el día del sorteo del Gordo Navideño de 2014, mientras se estaba maquillando para salir al aire, simplemente le dijeron: “No va más”. Sin previo aviso, sin razones, sin agradecimientos.
“Y nunca hubo una llamada. Nada, nada. Simplemente así se cerró el capítulo”, manifestó.
Tiempo después fue el encargado de narrar los sorteos de la lotería en Canal 13, a los que puso su sello hablando sobre curiosidades y hasta leyendo un libro de sueños para recomendar números.

Manuel Fresno, el de hoy
A sus 79 años, Manuel sigue activo y en movimiento. Vive en su casa junto a su esposa María Eugenia Vega, quien, por cierto, hace un fresco de sandía delicioso y lo acompaña día a día en sus quehaceres en el hogar.
Fresno cuida del jardín, hace poco se dedicó a pintar toda la casa, hace miel de higo y mantiene viva Tus mejores momentos, su emisora por Internet en la que programa música desde los años 70 hasta los 2020.
“La radio es mi pasión, la música es mi vida”, expresó.
También mantiene al aire el programa Costa Rica es así, en formato de microespacios que siguen difundiendo historia y geografía nacional, como lo hizo hace muchos años en Teletica.
Fresno no se ve como una figura del pasado, pero sabe que ha dejado una marca. Aún lo paran en la calle para pedirle fotos, recordar concursos, o agradecerle por acompañar tantas tardes en familia.
“Yo no soy del pasado, soy del presente. El futuro no sé por dónde va, pero yo sigo mi camino”, dijo, con esa lucidez y calma que solo otorgan los años vividos con pasión y sin arrepentimientos.
