
La nostalgia musical de los años 2000 se apoderó de Parque Viva este martes 2 de diciembre, en una tarde-noche cargada de emociones y mucho, pero mucho rock. Luego de 20 años esperando su debut en suelo tico, por fin los costarricenses pudieron disfrutar de una de las bandas más importantes del rock internacional: Limp Bizkit, que no decepcionó a nadie.
La primera pincelada de lo que sería una velada repleta de sentimientos, se dio cuando el artista Fred Durst salió a escena inesperadamente, mientras la banda Ecca Vandal, una de las participantes del Festival Loserville, cerraba su puesta en escena. Ese momento, en el que Durts calentó su voz protagonizando un crossover, hizo explotar a los asistentes de emoción.

Durst, de 55 años, anticipó así su saludo a Costa Rica, uno con el que muchos soñaban después de que en 2010 y 2024, sus shows en el país fueron cancelados. Sin embargo, fue más adelante que la conexión con su público llegó a su máximo nivel.
Fueron más de 16.000 personas las que se congregaron desde muy temprano en Parque Viva para disfrutar de una noche histórica, la cual inició desde las 3 p. m. Costarricenses y extranjeros se dieron cita en un ambiente marcado por la vestimenta color negro, las gorras y pañuelos rojos y, sobre todo, las camisetas alusivas a la banda principal.
Las horas previas se vivieron entre música y singulares videojuegos, en que las personas simulaban estar tocando la batería, la guitarra y el piano. Incluso, los tatuajes alusivos a las bandas fueron parte de la previa, en un martes de concierto poco común.
Si hay algo que es cierto en este tipo de festivales, es que el buen ambiente nunca va a estar ausente: las personas brincan, cantan y hasta realizan moshing, una singular ‘danza’ donde las personas se empujan entre sí y que es infaltable cuando de música rock se trata.

Jornada de rock con seis bandas: ¡una locura!
El Festival Loserville convocó a los amantes de rock para disfrutar no solo de la presentación final de Limp Bizkit, sino que llegó acompañada de cinco bandas más que antecedieron al plato fuerte.
El grupo encargado de abrir el escenario fue Slay Squad, que no dejó duda alguna de su talento. Aunque el escenario no estaba al 100%, los californianos lograron ganarse al público de inmediato.
Su estilo único combinaba lo mejor del hip hop y el metal pesado con canciones como Gumbo, Fye fye fye y 111.
Con un breve cambio en la programación, el siguiente en salir fue el rapero Riff Raff, quien, a decir verdad, pasó sin pena ni gloria.
Al caer la tarde el lugar se fue llenando, la expectativa aumentando y el deseo de vivir una noche inolvidable se sentía en cada rincón. Esas ansias fueron calmadas de a poquitos con la salida de Ecca Vandal.
En el escenario, su vocalista entonó Bleed But Never Die, en medio de pequeños saludos como “hola” y “muchas gracias”. El pico de su presentación fue cuando Fred Durst salió al escenario para acompañar a la banda durante la canción Cruising to Self Soothe, provocando una locura absoluta.
El siguiente grupo que tocó, a eso de las 6 p. m., fue 311. En ese momento el público, en su mayoría integrado por mayores de 40 años, gozó entre sus enérgicas canciones y los solos de guitarra y batería.
Ya para la salida de Bullet for My Valentine el escenario estaba completamente lleno. Los galeses salieron como si fueran la banda principal, pues las luces del reducto se apagaron y una luz roja apareció. Con ella se vislumbró en el escenario a cuatro hombres con camisas sin mangas, al mejor estilo roquero, tres de ellos con guitarras eléctricas y uno sobre la batería.
El espectáculo de Bullet for My Valentine, que duró casi una hora, dejó impresionado a más de uno, a pesar de que en un inicio ellos no formaban parte del line up del evento. Hay que recordar que esta agrupación sustituyó a Yungblud, quien no pudo ser parte del show.
Su estilo fue irreverente, cargado de groserías. Fue incluso retador con el público, al que le pedían corear sus canciones con más fuerza cada vez, dejando la adrenalina al máximo para lo que se vendría luego: Limp Bizkit.

Inicio entre el duelo y la emoción
Limp Bizkit salió a escena a las 8:20 p. m. con un sentido homenaje a su excompañero Sam Rivers, quien fue bajista y fundador de la banda. El músico murió el pasado 18 de octubre, por lo que los estadounidenses aprovecharon el festival para gritar al cielo lo que sentían por su partida: “Siempre quedará en nuestra memoria y corazones”.
De inmediato las canciones empezaron a sonar en la voz de Durst, quien emocionó al público diciendo: “La energía y la vibra en este lugar es increíble, muchas gracias. ¡Pura vida!”.
A pesar de que el artista hizo largas pausas entre canciones, detalle que en algún momento pareció no gustarle al público, de igual manera corearon con todo canciones como: Break Stuff, Living It Up, Chocolate Starfish y My Generation.
En medio de las canciones, Durst, quien portó su infaltable gorra, presentó a cada uno de los integrantes de la banda, llevándose la ovación del público en medio de los solos de sus instrumentos.

Al cierre de esta nota, a las 9:10 p. m., la banda interpretó una de las canciones favoritas de sus fans, Rollin’, que en Parque Viva resonó como un himno a una sola voz.
Así fueron los primeros coqueteos de Limp Bizkit con la Costa Rica que tanto esperó su venida. La noche, sin duda, pintaba para más, mucho más.
