
Ella Collins-Godden era una niña entrando a la adolescencia y ya no tenía fines de semana libres ni tiempo para jugar. Mientras otras iban a fiestas de cumpleaños, ella desfilaba frente a jurados, maquillada, con tacones altos y vestidos brillantes. Desde los nueve participaba en concursos de belleza por todo Reino Unido y ya acumulaba más de 300 competencias.
Su mundo de coronas, brillos y lentejuelas escondía una dinámica muy compleja, y así lo reveló al medio inglés Daily Mail. A sus 24 años, la modelo se sinceró sobre lo que vivió: la presión constante, las peleas entre madres, el bullying escolar y el momento en que la obligaron a desfilar en bikini frente a adultos.
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Es así como detrás del glamour y las codiciadas coronas, había una historia de presión, acoso y dolor que la marcaría para siempre.
Ella participó por primera vez de un certamen de belleza a los 9 años, impulsada por su madre Sara, una excoreógrafa que veía en las competencias una forma de canalizar su talento y aumentar la autoestima de su hija. Pero lo que comenzó como un juego entre niñas, terminó por convertirse en un infierno.
Según explicó la joven, su madre comenzó a volver este hobby en un trabajo a tiempo completo. Durante la semana la entrenaba en coreografías, modelaje, canto, discursos y hasta tareas solidarias, que eran algunos de los tantos requisitos que se solicitaban en cada ronda del evento.
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“Gastamos más de 50.000 en cinco años, entre vuelos, hoteles, vestidos, maquillaje, clases de canto y entrenadores personales”, detalló, sobre los gastos que le generaba a ambas viajar por todo el país los fines de semana para cada competencia.
Su dedicación y el intento desesperado de hacer feliz a su madre, llevó a Elle a ganar el título de Royal International Miss Teen UK en 2017, lo que le permitió competir en Estados Unidos contra jóvenes de todo el mundo.

A pesar de sus logros, no todo era color de rosa. Las peleas internas entre madres, las críticas despiadadas en redes sociales y el favoritismo de algunos jueces hacían del detrás de escena un ambiente hostil.
“Había madres que me acusaban de coquetear con jueces masculinos para ganar. Todo eso mientras todavía estaba en edad escolar”, reveló.
Pero el quiebre de esta vida de fantasía llegó a sus 15 años, cuando las competencias comenzaron a incluir el modelaje casi al desnudo.
“Desfilar en bikini a los 15 años, frente a adultos, me hacía sentir profundamente incómoda. Hoy tengo 24 años y no puedo creer que eso pasara hace menos de una década”, comentó.
Los concursos de belleza como una vía de escape al ‘bullying’ escolar

A pesar de la angustia que le generaba ser parte de los concursos de belleza, Elle recordó que durante muchos años estos lugares eran considerados para ella una vía de escape de la escuela, donde sufría bullying por parte de sus compañeros.
“Me empujaban, me arañaban y hasta me cortaron el pelo mientras me cambiaba en el vestuario. Un grupo de chicas llegó a amenazarme con tirarme por las escaleras”, contó.
El hostigamiento fue tan extremo que un compañero difundió un rumor falso sobre que había sufrido un abuso sexual, lo que llevó a las autoridades escolares a llamar a la policía e investigar a su familia.
“Me quebré. Empecé a autolesionarse, dejé de comer y tenía miedo de ir a clases”, recordó sobre el dolor que sintió, que la llevó a dejar la escuela y comenzar a ser educada en casa.
Entre coronas, canciones y trajes de gala, Ella acumuló más de 30 títulos, que incluyen Miss GlitzMania Grand Supreme y Princess and Prince International UK. También ganó premios por su talento como cantante, lo que le abrió las puertas al mundo de la música.
Hoy, a la distancia, reconoce que su infancia estuvo marcada por luces y sombras.
“Me encantaba el momento de llevar una corona, pero no dejaría que mi hija participara de un concurso así. No importa lo inteligente que seas, una vez que entras en ese mundo, te etiquetan como una muñeca tonta. Y aunque brilles, esa etiqueta pesa más que la corona”, cerró.