La relación entre el presidente francés Emmanuel Macron, de 47 años, y su esposa Brigitte, de 72, ha despertado fascinación dentro y fuera de Francia.
Su historia comenzó cuando ella, con 39 años, era profesora de teatro y él, un adolescente de 15 años que estudiaba en un colegio privado de Amiens, en el norte del país.
Brigitte, madre de tres hijos, estaba casada cuando inició un vínculo afectivo con su joven alumno. La diferencia de edad y el contexto generaron escándalo.
Más tarde, como esposa del mandatario, ella enfrentó rumores sobre su identidad de género y acudió a los tribunales para frenar difamaciones en redes sociales.
El último incidente en torno a la pareja ocurrió durante una gira de casi una semana por el sudeste asiático. En la escalerilla del avión presidencial, Brigitte pareció empujar el rostro de su esposo antes de bajar a la pista. El episodio eclipsó el inicio del viaje que incluyó escalas en Indonesia y Singapur.
“Con mi esposa estábamos bromeando, como lo hacemos a menudo”, declaró Macron ante la prensa. Negó cualquier conflicto y pidió “calma a todo el mundo” ante las interpretaciones del gesto.

En las imágenes, ella aparece brevemente detrás de la puerta del avión, cubriendo su lenguaje corporal. Luego, desciende junto a Macron y rechaza tomarlo del brazo, lo que avivó especulaciones.
Durante años, Brigitte ha sido blanco de burlas por su edad. Su estilo sofisticado y su constante presencia a la par del mandatario generaron comentarios desde su primera campaña presidencial.
A pesar de las críticas, se casaron en 2007. Ella estuvo a su lado en la victoria electoral de 2017, tomándolo de la mano ante miles de simpatizantes.
En esa época, ella participó en actos, revisó discursos y recibió ovaciones en los mítines del entonces candidato.
Su papel en la vida pública ha generado reacciones en la diplomacia. En 2019, el entonces presidente brasileño Jair Bolsonaro se burló de su apariencia, provocando un deterioro en las relaciones bilaterales. La tensión se calmó tras la llegada de Luiz Inacio Lula da Silva al poder.
La exprofesora también ha enfrentado rumores sobre su identidad. Uno de los más extendidos la describía como mujer transgénero. Ante esto, no dudó en acudir a la justicia y defender su privacidad, un valor que ambos priorizan.

Aunque el Elíseo ha insistido en que ella no ejerce influencia política, su constante cercanía con el presidente causó molestia en su entorno.
“Veíamos que el punto de vista de Emmanuel podía cambiar entre dos reuniones”, dijo Gérard Collomb, exministro del Interior, en una entrevista con BFMTV. “Entonces pensábamos: ‘Brigitte ha pasado por aquí’”.
Brigitte mantiene una relación franca con el presidente, según la periodista Nathalie Schuck, del semanario Le Point.
El especialista en comunicación Philippe Moreau-Chevrolet afirmó que “es la mejor comunicadora de Emmanuel Macron. Ella lo popularizó con esa historia de amor (…), y le dio un destino romántico y atípico”.
En Francia no existe el cargo oficial de primera dama. Sin embargo, el Elíseo formalizó el papel de “cónyuge del jefe de Estado”. Brigitte no recibe salario ni presupuesto, aunque cuenta con dos asesores y una secretaría.
“Tengo muy claro que los franceses eligieron a Emmanuel y no a mí, aunque sabían que éramos una pareja”, dijo en 2017 a la revista Elle.
Brigitte ha mostrado interés en temas sociales, principalmente educación y salud. Ha recibido más de 100.000 cartas de ciudadanos que le piden ayuda o consejo.
“Llega mucho correo de jóvenes que sufren acoso o de padres que no saben qué hacer”, expresó en enero pasado en la cadena TF1. Brigitte comparte estos temas con el presidente.
“Oigo las críticas”, añadió. “Jamás me permitiría decirle ‘haz esto o lo otro’, pero se lo comunico”.