
Más de veinte años después de su primera aparición, la banda Erreway volvió a encontrarse con sus fanáticos costarricenses, la noche del lunes, en el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva, como parte de su Juntos Otra Vez Tour.
Bajo el mismo cielo que alguna vez acompañó sus sueños juveniles, varias generaciones corearon los himnos de una época. Los acordes devolvieron a la vida aquella historia nacida en 2002 con la telenovela Rebelde Way, que marcó a toda una generación con su espíritu de inconformidad y libertad.
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La agrupación argentina, conformada originalmente por Camila Bordonaba, Benjamín Rojas, Felipe Colombo y Luisana Lopilato —quien se ausentó de la gira por compromisos laborales—, hizo vibrar el recinto cuando los tres integrantes subieron al escenario a las 7:36 p. m., acompañados de su banda en vivo.
El arranque fue poderoso: Girar, Rebelde Way y Memoria marcaron el inicio de una noche en la que cientos de pañuelos blancos se elevaron al aire, símbolo de memoria y defensa de los derechos humanos, una causa profundamente ligada a la historia de Erreway.

Conmovidos por la calidez del público, los artistas dedicaron unas palabras a sus seguidores ticos.
“Es nuestra primera vez en este hermoso país, tenemos esa sensación de que cuando pisás suelo acá, ya sabés que va a ser una fiesta. Nadie pensó que iba a suceder algo así. Ustedes hicieron que estemos acá, vamos a disfrutar una noche maravillosa”, dijo Felipe Colombo.
“¡Pura vida mae! Qué hermoso estar acá (...). Es una noche inolvidable, única, preciosa, nuestra, que sea una fiesta”, añadió Bordonaba con una sonrisa.
Rojas, por su parte, selló el momento diciendo: “Esta es nuestra noche, este es nuestro presente, este es nuestro tiempo para ustedes”, antes de dar paso a Tiempo.
El público lucía como si hubiera salido directamente de los pasillos de Elite Way School: gorros rojos, corbatas desajustadas, blusas blancas y faldas escolares que evocaban la estética del colegio ficticio que los unió hace más de dos décadas.
Sobre el escenario, los artistas brillaban con atuendos plateados que reflejaban las luces y el entusiasmo de la multitud, como si fueran destellos de juventud suspendidos en el aire.
Cada canción era una puerta al pasado. Solo sé trajo consigo risas y bromas sobre el amor y sus desencuentros. Luego, entre risas, contaron que “anduvieron conociendo San José” y hasta fueron juntos al cine, una experiencia inédita para ellos como grupo.

Con Que estés, el público se entregó entre aplausos y pasos coreografiados que recordaban los mejores años del pop argentino.
“Qué hermoso país, eh. Disfruté del agua y me quemé”, comentó Camila entre risas, antes de presentar a Felipe, quien interpretó Te soñé casi en perfecta unión con el público que no dejaba de cantar y saltar.
Más tarde, Benjamín se adueñó del momento con su guitarra y una emotiva versión de Mi vida, mientras las fanáticas le lanzaban piropos desde las primeras filas.
“Es nuestra primera vez acá y la estamos pasando superbien”, dijo sonriente antes de dar paso a Camila, que envolvió el escenario con Vivo como vivo.
Bajo un cielo estrellado proyectado en las pantallas, el trío volvió al centro del escenario para interpretar Será de Dios, acompañados por dos guitarras acústicas. Las luces de los celulares se mecían al ritmo de la melodía, como luciérnagas que respondían al eco de la música.
La noche continuó con versiones acústicas de Dije adiós, Amor de engaño, Dos segundos, Aún ahora, Me da igual y Asignatura pendiente.
Después, sonaron Qué se siente, Vas a salvarte, Ya nada me detiene, Inmortal, Bonita de más, Para cosas buenas, Será porque te quiero, Resistiré, De aquí, de allá y cerraron con Sweet baby, en una apoteósica despedida que fundió las voces de los artistas y el público en un solo coro.

La Kiss cam permitió a los fanáticos robar unos segundos de protagonismo para expresar su amor a esa persona especial con tiernos besos, mientras un entusiasta grupo de seguidores le regaló a la banda una enorme pancarta que decía: “Erreway, pura vida CR”.
En un gesto tan emotivo como la pancarta que los homenajeó, los artistas regresaron al escenario tras una breve pausa en la oscuridad, luciendo la camiseta roja de la Selección Nacional de Costa Rica, cada una con su nombre grabado en la espalda.
Como esa cercanía proyectada no bastara, los artistas descendieron del escenario y se fundieron con el público: caminaron entre los asistentes, repartieron abrazos y recibieron peluches y carteles cargados de cariño.
Por un instante, el tiempo se detuvo. Entre 2002 y 2025 ya no existía distancia alguna; las emociones fluyeron como si los años no hubiesen pasado.
Erreway y sus fanáticos se reencontraron en el mismo punto de siempre: el de la complicidad, el de las canciones que acompañaron adolescencias y siguen encendiendo corazones.
Aunque muchos imaginarían una audiencia conformada por quienes hoy rondan los treinta o cuarenta, entre la multitud también se distinguieron rostros muy jóvenes.
“Vi Erreway en Netflix”, contó a La Nación una fanática de 20 años vestida de colegiala, confirmando que su mensaje trasciende épocas.
Entre aplausos y sonrisas, la banda se despidió repitiendo su gratitud hacia un público que los esperó durante tantos años. Y Costa Rica respondió, recordándoles que algunas historias, como las canciones de Erreway, nunca envejecen: solo cambian de escenario.


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