Aún en tiempos de prueba, Gerardo Zamora mantuvo la esperanza. Cada vez que pasaba una cirugía y tiempo después le realizaban exámenes de control, aparecían noticias difíciles, pese a tener un tumor que es benigno (meningioma): su caso fue atípico y agresivo; la enfermedad se reactivaba. Así fue por tres años, hasta que en tiempos recientes llegaron resultados alentadores: por primera vez, su resonancia magnética y TAC salieron “limpios”, sin rastro de tumores.
La felicidad es inmensa. La primera buena noticia llegó en mayo, antes de que a él le realizarán la cirugía más reciente en la que le removieron cuatro tumores de la cara. Como contó Ginnés Rodríguez a Viva a inicios de julio, una resonancia magnética reveló que las masas cercanas al cerebro habían desaparecido. Y hace unos 15 días, un TAC confirmó la gran noticia.
Gerardo Zamora y su familia celebran que en los últimos exámenes él salió sin rastros de tumores. En la foto le acompañan su esposa Ginnés Rodríguez y su hijo menor Marcelo. Ginnés y Gerardo también son padres de Luciana. Foto: Archivo
“Hace 15 días me hicieron un examen parecido a la resonancia, que es un TAC que genera imágenes de mi cabeza, del tejido cerebral, las cavidades oculares y de toda el área que los médicos han trabajado por tres años”, explicó.
“Tras siete cirugías y dos procedimientos de radioterapia, aclaro que no fue quimioterapia, porque el mío era un tumor benigno, no era cáncer como a veces se ha creído: era un meningioma, que es un tumor benigno, pero en mi caso muy agresivo. Lo extirpaban y volvía a crecer con fuerza. Así lo evidenciaban exámenes de control, que revelaban que volvía a crecer y más agresivo. Por eso, pasé por siete cirugías cada vez más complejas e incluso fue necesario sacrificar mi ojo (derecho). Ya el tumor lo había afectado”, contó Zamora, de 45 años,
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Luego de tres años, los resultados de los exámenes fueron favorables.
“Por primera vez en tres años, no hay tumor ni ninguna masa sospechosa. Es una alegría. Los médicos estaban felices. Mi proceso ha significado un reto médico para ellos. Los neurocirujanos del hospital México, liderados por el doctor Miguel Esquivel, me han explicado que he sido un paciente atípico. No es normal que un meningioma se comporte de esta manera”.
Zamora celebró junto a su esposa, Ginnés Rodríguez, que no hay nuevos tumores creciendo. En las imágenes sí aparece un poco de inflamación en su cerebro, pero ya lo están tratando.
“Al final logramos doblarle el brazo al tumor. Fueron tres años de llevar palo, pero de muchas bendiciones”, comentó.
Un entusiasta en tiempos de dolor
El periodista Gerardo Zamora se ha caracterizado por mantener el optimismo durante su proceso. Se ha aferrado a la filosofía de ver el vaso “medio lleno”. Sin embargo, también revela que no han faltado los momentos duros.
“Soy entusiasta y he mantenido una buena actitud. En la calle me ven y me dicen que qué guerrero, pero eso no oculta que fueron tres años difíciles, duros. De sentir la cuesta empinada, el mar bravo, de atravesar noches difíciles; de pasillos de hospital eternos, de algunas hospitalizaciones prolongadas, unas de 22 días o de un mes”, confesó.
Y agregó: “Aunque a uno lo chinean, no se puede dejar de ver que los hospitales son ambientes difíciles donde hay dolor, necesidad; se ven casos difíciles con los compañeros de salón. He mantenido una actitud positiva, pero la procesión se lleva por dentro”.
Gerardo Zamora rumbo a su casa, junto a su esposa Ginnés, luego de que él saliera del hospital tras la operación en la que le retiraron cuatro tumores a finales de junio. Foto: Ginnés Rodríguez para LN
Tras la buena noticia, Gerardo aún se despierta en las madrugadas preguntándose si lo que vive es un sueño.
“Me digo que ya hablé con el doctor Esquivel, que salí a comer con Ginnés para celebrar. Es cierto: estoy limpio. Así me lo repito. Fueron tres años de angustia. Ahora todas las mañanas siento que literalmente sale el sol. Ando livianito, siento que me quitaron un peso de encima”.
A pesar de los momentos complicados durante tres años de tratamientos, cirugías y noticias negativas, Gerardo aprendió a encontrar “la bendición” en medio de la adversidad.
Él habla de su vivencia porque cada vez que trasciende una noticia sobre su situación, personas se le acercan a decirle que él les ayudó a seguir adelante.
“Solo poder aprender a ver la vida un poco diferente ahora, eso ya es ganancia. Estoy aprendiendo a valorar un poco más las cosas sencillas de la vida. El instante presente. El aquí y el ahora. (...) Esta situación de salud me enseñó a vivir tomándole sabor y significado a las cosas cotidianas: tomar café con pan en la mañana, escuchar a las aves y sentir la brisa, conversar con mi mamá o esposa. Esas son cosas que ahora aprecio más”.
Gerardo acostumbra a hacer una lista en la que resalta lo que tiene y no se concentra en lo que “le hace falta”.
“Ver el vaso medio lleno es mi filosofía de vida, una herramienta que me sirvió y que me permite seguir siendo una persona entusiasta, apasionada. Realizo una lista de todas las cosas que tengo. En lugar de decir me falta mi ojo, o pensar que mi apariencia va a ser desagradable, o que seguro voy a tener problemas para manejar el carro. La vida se trata de hacer un inventario de las cosas que sí tengo cosas a mi favor. Ahí te das cuenta que sos una persona dichosa aún en medio de la angustia de tres años: tengo un ojo y con ese ojo puedo ver un amanecer, a mi esposa, a mis hijos, ver una buena película, leer un buen libro (...)”.
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Durante tres difíciles años de batallar contra agresivos tumores, Gerardo Zamora se hizo aliado del optimismo. Foto: Archivo
Al contabilizar y apreciar lo que tiene, Gerardo se siente bendecido. “Valoro lo que tengo y no me lamento de lo que no tengo. No me victimizo”, afirmó Gerardo, quien resalta el apoyo incondicional de su esposa y su familia, quienes asegura se subieron al barco junto a él cuando inició esta travesía por su salud.
Zamora también destaca a todas esas personas que le han apoyado con oraciones o quienes de repente han ido a visitarlo con un “buen gallo pinto”.
Lo que viene
Luego de las buenas nuevas, Gerardo continuará en controles médicos, probablemente cada seis meses y durante los próximos años. Tal y como comentó, su cerebro está un poco inflamado debido a la radiación y a las cirugías; eso se debe tratar.
“Ahorita recibo tratamiento de esteroides por un mes para ver cómo evoluciona la inflamación”, mencionó.
Parte de este tratamiento y la evolución de su ojo son fundamentales para su eventual regreso al trabajo.
“El tema del cerebro inflamado es importante porque genera repercusiones como fatiga. Hace dos semanas dormir ocho o nueve horas no era suficiente. Tenía que reforzar con dos horas más durante el día. Me caía de la fatiga. Ahorita, el síntoma de fatiga prácticamente no está, pero lo que sí está, y es lo que todavía me impide regresar a mi vida laboral, es que el cerebro al estar inflamado también inflama algunas estructuras con las que está conectado, por ejemplo, el nervio óptico que conecta el ojo con el cerebro. Al inflamar el nervio genera pérdida de capacidad visual del ojito que me queda”, declara.
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La familia ha sido un apoyo fundamental para Gerardo Zamora. Foto: Cortesía
Zamora subraya que “él puede ver”; no obstante, en los momentos más complicados, en la escala del 1 al 10, estuvo en un 5 o 6.
“En este momento puedo estar en un 7. Conforme el cerebro y el nervio óptico se desinflamen, la idea es ir aumentando esa capacidad visual. Para eso tengo un oftalmólogo que en un mes o dos, me hará un examen de vista para ver cómo hemos ido recuperando la capacidad visual del ojito que me queda, que es el izquierdo. Actualmente uso lentes bifocales para enfocar de cerca y de lejos”, detalló Gerardo.
Él agregó que el ojo, además, tiene condiciones que son propias de la edad.
Tras finalizar el tratamiento, el oftalmólogo le comentó que debe esperar algunos meses para que el nervio óptico funcione de manera natural y óptima.
“Eso podría marcar mi regreso al trabajo”, concluyó.