Pocas veces el nombre de un concierto ha tenido tanto tino como el del primer concierto internacional de rock en español. Rock para siempre tituló la productora Arceyut Producciones el espectáculo que este domingo reunió en el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva a legendarios artistas de ese género.
Los argentinos Enanitos Verdes y Miguel Mateos y los españoles de Hombres G protagonizaron este festival que sacudió las almas de miles de roqueros y homenajeó al nacional Pato Barraza.
El chivo reunió a su público de todos los tiempos y algunos de generaciones más recientes. El festival de rock simuló un encuentro de compas de cole que, con birras en mano, revivieron sus “épocas doradas”.
La audiencia llegó al multiparque de La Guácima de Alajuela desde la tarde para la cita que iniciaría a las 5 p. m. Minutos después de esa hora el dj Lawrence Casal comenzó a programar algunos de los clásicos del rock en español de los 80.
Entre pieza y pieza, Casal condujo al público a la primera estación de un viaje que tardaría cuatro horas. El argentino Miguel Mateos fue el primer artista que arribó al escenario.
A las 6:15 p.m. el Anfiteatro Coca-Cola quedó en tinieblas. Un video de aterrizaje de un helicóptero se proyectó en las tres pantallas del escenario, de él descendió el argentino, quien poquísimos segundos salió del sector derecho del escenario.
Fue una descarga de locura. Llámame si me necesitas fue la pieza de apertura de Mateos, que fue coreada por la fanatizada desde el primer compás.
La euforia se detendría por unos minutos debido a problemas técnicos que obligaron al suramericano a dejar el escenario. La situación provocó descontento entre la audiencia; sin embargo, no pasaron cinco minutos para que Mateos regresara.
Volvió con todo. Si tuviéramos alas fue el siguiente gran éxito que interpretó.
“San José querido ahora sí todo parece que está bien (desperfectos técnicos)”, dijo a viva voz. Tras esa pieza adelantó que su show en el país lo cambiaría porque fueron muchos años de ausencia aquí y eso merecía “cantar más”.
“Me he encontrado con el cariñoso público tico y fueron tantos años (de ausencia)”, lanzó en medio de las ovaciones que venían desde todos los sectores del Anfiteatro. Entre ese bullicio cantó Si el amor existe, mezclando en la letra constantes agradecimientos al cariño de los ticos.
El vaivén musical de Mateos continuó tras un relato de las presentaciones de este año que iniciaron en Buenos Aires de Argentina y continuaron por Perú y su temor de que le denegaran el ingreso a Los Ángeles (California, Estados Unidos) a pesar de que todo lo tenía en regla.
Mateos recordó que el oficial de Migración tomó su pasaporte, lo tuvo por varios minutos y se lo devolvió diciéndole. “Nene nene qué vas a hacer. Bienvenido” .La historia fue antesala a la interpretación de Mi sombra en la pared, una bulliciosa pieza que puso a latir en potencia el espíritu roquero.
De seguido invitó al músico costarricense Fofo Madrigal (de Los Ajenos) a que lo acompañara tocando el saxofón en la pieza Es tan fácil. Despidió a Fofo del escenario. Tomó una armónica e interpretó en ella, primero en solitario y luego con su banda. Fue la apertura para Lola. “Esta canción es un manifiesto contra cualquier tipo de abuso a menores de edad. Cualquier abusador de menores tiene que podrirse en la cárcel”, explicó en medio del tema.
Llevaba más de 40 minutos en escena cuando llegaron Atado a un sentimiento, Solos en América y Dejen las armas.
Sobre la última pieza dijo que era un privilegio cantarla en este país que no tiene armas. Se acompañó del coro de niños del Oratorio don Bosco Sor María Romero. “Quería un coro de niños. Gracias por venir”, afirmó Mateos con alegría.
No pudo haberse echado mejor al público en la bolsa con aquellos niños que a una sola voz cantaban “solo dejen las armas”.
Palmas en el escenario, y palmas y gritos en la audiencia celebraban ese momento, un grito por la paz en el mundo. Fue uno de los momentos memorables de la noche.
Obsesión continuó en el exquisito repertorio que Miguel Mateos trajo al país y con el que comenzaría el desenlace del su show, que culminó con la esperada Cuando seas grande.
Puro 'mosh'. La ruta roquera continuó con talento nacional: Pato Barraza. Era el homenajeado de la noche, lastima que la producción no le dio ese lugar y protagonismo en el escenario Paralelo a la breve presentación de Barraza, la producción del concierto trabajo tras él en el montaje del show que traerían Enanitos Verdes y Hombres G.
Ambas bandas aparecieron juntas a las 8:20 p.m. con Voy a pasármelo bien, una premonición para ellos de lo que seguiría reencontrarse con Costa Rica.
Ahí empezó el mosh entre el público que se levantó de las butacas y se movió con descontrol, matizados ahora por El extraño de pelo largo, también interceptada en conjunta.
Sin tiempo para el descanso los europeos dejaron solo en escena a los argentinos de Enanitos Verdes. Imparables, a eso vinieron y para eso estaba el público ahí, cantaron Mejor no hablemos de amor.
Entre el gustado juego de ese ir y venir, Hombres G volvió para descargar más energía con El ataque de las chicas cocodrilo, Si no te tengo a ti y Mariposas una pieza original de Enanitos verdes que los españoles interpretaron en esta oportunidad.
El particular concierto mantuvo su llama con ese ir y venir. Ahora frente a los miles de asistentes estaban nuevamente los Enanitos verdes con Mariposas blancas y Un par de palabras.
Ambas bandas se reunieron nuevamente para Lo noto (de Hombres G). En medio de esa pieza una fan burló la seguridad y subió al escenario con sorpresa para estar por segundos al lado de David Summers, el vocalista de Hombres G.
La acción de la osada chica fue aplaudida por la asistencia, quien continuó envuelta entre los acordes de ¿Quién soy yo para ti?, original de Hombres G pero que las bandas compartieron en tarima en la inédita noche.
El planteamiento de ambos grupos significó un tributo que iba y venía con ton y son. Por eso el clásico de Enanitos verdes Mi primer día sin ti lo cantó con fuerza David Summers de Hombres G.
Para continuar el concierto Marciano Cantero, líder de Enanitos verdes tomó el micrófono, recordó cómo la tecnología ha cambiado la forma de comunicarse los seres humanos, todo para decir que Tus cartas viejas, el tema que interpretó luego, nació en una época donde la comunicación tenía menos posibilidades pero más “fineza”.
Aunque con los estrepitosos sonidos de la batería, el bajo y la guitarra eléctrica la velada se tornó romántica con Tus cartas viejas y Eterna soledad que el público coreó, aplaudió y se volvió a enamorar.
Al cierre de esta publicación el concierto se mantenía encarrilado en su ruta: que devolvía el tiempo, entre nostalgia, música rock y efervescencia colectiva. Un concierto que demostró que la buena música permanece con el tiempo y trasciende las generaciones.