Por casos de los que hoy toda Costa Rica conoce, el exsacerdote costarricense Mauricio Víquez está tras las rejas cumpliendo una condena de 20 años por delitos sexuales contra menores de edad. Sin embargo, por años, sus víctimas cargaron su dolor en una desgarradora procesión de silencio.
Anthony y Josué fueron dos de esos niños que vivieron el horror de ser abusados por Víquez; pero que con sus heridas y traumas a cuestas, rompieron la violencia del acallamiento e hicieron públicas sus denuncias, que obligaron al cura a responder ante la ley.
Sus fuertes testimonios, que en el caso de Josué desencadenaron el proceso penal que tiene a Mauricio Víquez en prisión, se comparten como nunca antes en el documental El monaguillo, el cura y el jardinero.
La película, dirigida por Juan Manuel Fernández Escoto, es una de las 11 producciones que formará parte de la Competencia Centroamericana y Caribeña de Largometraje del Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC) 2025.
Fernández Escoto conversó con La Nación sobre el filme que, considera, es una propuesta necesaria y transgresora en Costa Rica; pues los crímenes sexuales de líderes religiosos no se habían abordado anteriormente en producciones ticas.
“Esta película está contada desde ellos, desde estos chicos que atravesaron todas estas situaciones y que la siguen atravesando de alguna u otra forma. La gente lo que va a ver ahora en esta película es esa profundidad de entrar en sus vidas”, comentó el cineasta.
Además, explicó que espera movilizar las conciencias de quienes vean el documental, al mostrar la lucha que ambas víctimas libraron durante años hasta encontrar algo de justicia en el sistema judicial.
“Un tema que también hemos conversado con ellos, es cómo tuvieron que salir del estado de víctima y más bien entrar en el estado de sobreviviente. Ellos hablan de cómo es cambiar también el chip, digamos, de que ahora somos sobrevivientes, damos un paso adelante y nos movemos ahora de una manera diferente. La película como tal, justamente, es un ejemplo de eso”, detalló Fernández.

Especialmente, Fernández cree que los cuestionamientos deben ir hacia las estructuras de poder y, adicionalmente, a la permisividad con la que las sociedades les permiten abusar sistemáticamente de la posición privilegiada que ostentan.
“La importancia para mí es el tema de decir: ‘Esto no puede seguir sucediendo’. Son situaciones que suceden o han sucedido en estructuras de poder, en donde la gente muchas veces, por un tema de fe, no quiere ver cosas, deja de ver cosas... tiene miedo de ver cosas”, declaró.
“Entonces, en ese mismo silencio, es donde se perpetúa este tipo de situaciones”, sentenció.
En esta línea, el cineasta reveló que ambos se mostraron muy emocionados por el hecho de que la película llegue a los cines y que el caso pueda seguir presente en la memoria colectiva del país.
“Los dos están muy entusiasmados por estas proyecciones. Quieren dar el mensaje. Ya vieron la película, están totalmente de acuerdo con lo que aparece. La hemos visto varias veces, hemos conversado y ya estamos con una versión que nos parece que es bastante justa”, afirmó Fernández.
Los esfuerzos detrás de ‘El monaguillo, el cura y el jardinero’

El caso de Mauricio Víquez tuvo una amplia cobertura mediática fuera de las fronteras nacionales, cuando el excura se escondió en México en 2019 y entró en las listas de alerta roja de la Policía Internacional (Interpol), por el riesgo de que prescribieran sus acusaciones por abuso sexual, violación calificada y corrupción.
Pero un año antes, Manuel Fernández topó con un artículo de La Nación en el que los dos hombres que hoy protagonizan su filme compartían su crudo testimonio.
“Vi esa noticia y dije: ‘Hay que hacer una película de esto’. Fue un chispazo, como de la conciencia. Realmente, lo que sentí fue una gran valentía de parte de estas personas en salir y dar su cara, su verdad”, recordó el cineasta.
A partir de ahí, contactó con ambos, justo en el momento en que Costa Rica aumentó a 25 años el plazo de prescripción para denunciar un abuso sexual. Así inició un proceso de investigación y producción de seis años, que hasta este 2025 ve la luz.
“Fue un trabajo, digamos delicado, paso a paso, en donde tuvimos que hacer pausas porque ellos ya estaban muy movidos por toda la situación que les estaba sucediendo con los juicios. Hubo momentos en que tuvimos que respirar un rato todos y tener paciencia para poder retomar luego”, reveló Fernández.

Por otra parte, aunque Fernández recibió financiamiento del Fondo el Fauno del Centro de Cine, este se quedó corto para el desarrollo de la película que, entre otras cosas, implicó a viajar a Panamá y México junto a las víctimas.
“El costo fue muchísimo más elevado. Tuvimos que poner de nuestra parte. Desde la productora que yo tengo, que se llama Biofilms, se hizo el esfuerzo para financiar el proyecto que duró 6 años. Realmente lo que nos movía era terminar esa historia y poder presentarla en las pantallas; compartir esa historia”, finalizó el cineasta.
El monaguillo, el cura y el jardinero se exhibirá en dos funciones en el Cine Magaly, ubicado en San José: el miércoles 25 de junio a las 6 p. m. y el jueves 26 a las 5: 30 p. m. Las entradas ya están a la venta en las boleterías físicas y en línea del cine josefino.