A finales del 2015, las investigadoras de la Universidad Nacional, Flora Ovares y Margarita Rojas presentaron el libro La ciudad imaginada ; esta obra se acompaña (en una edición maravillosa de la Editorial Costa Rica) con fotografías de Will Arce, Guillermo Barquero, Eugenio García Chinchilla y Rudolf Wedel.
El texto permite al lector viajar en dos dimensiones: la temporal y la espacial. Algunos pasajes nos remontan a inicios del siglo XX, la capital habitada que recuerdan nuestros padres y abuelos, el San José que albergó a ricos y pobres, a la clase gobernante y a la obrera, el San José de intelectuales como Carmen Lyra o Ricardo Jiménez.
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También tenemos la ciudad contemporánea, esa donde las casas ya no tienen nombre ni habitante, han perdido su calor para, en el mejor de los casos, conservar apenas su fachada y albergar una oficina; sin embargo, el exterminio ha sido casi masivo y es poco lo que se ha salvado, los bloques de concreto arrasaron con un San José habitado para dar espacio a una ciudad cada vez más despoblada y más llena de transeúntes y automóviles, de humo y nostalgia.
Las autoras organizan, como parte de un solo discurso, textos de más de una veintena de escritores costarricenses que han dedicado una mirada a la capital (por ahí incluso se cuela la vieja metrópoli), organización que nos permite redescubrir piezas que resguardan el testimonio de la ciudad, este personaje que es común a la literatura y la fotografía.
La obra pasa por voces tan distintas y lejanas como la de Manuel Arguello Mora, Carlos Luis Fallas, Joaquín García Monge, José Ricardo Chaves, Carlos Gagini, Luisa González, Tatiana Lobo, Marco Retana, Carlos Cortés, Luis Chaves, Mario Zaldívar, Magón, Rodolfo Arias, Ricardo Fernández Guardia, Francisco Amighetti, Mario Sancho, Samuel Rovinski, Joaquín Gutiérrez, Carmen Lyra, Daniel Gallegos; no obstante, con estas y otras texturas logran crear un producto que permite al lector un ejercicio intenso de lectura y relectura.
Las investigadoras han publicado otros trabajos donde analizan el papel de la ciudad en la literatura, cabe mencionar que tanto Flora Ovares como Margarita Rojas son referentes para el estudio de la literatura costarricense (centroamericana, a decir verdad). En La ciudad imaginaria demuestran no solo un amplio dominio de la literatura nacional, sino que, además, dan cátedra de cómo generar un estudio literario que no sea exclusivo para académicos, una obra accesible, entretenida y de lectura ágil.
Este texto es un ejemplo del conocimiento al servicio de la creatividad, pues el libro por sí solo funciona como un refrescante collage que nos permite volver los ojos sobre la capital y el papel que ha ido interpretando con el paso del tiempo, estilos, autores, miradas y voces que juntas narran, gritan por encontrar un espacio en esta obra.
Las investigadoras logran el propósito de generar un nuevo texto con las más de 40 obras compiladas y, para ello, editan los pasajes seleccionados. La lectura, lo repito, no es nunca pesada; se disfruta tanto el repaso de las obras literarias como los párrafos que, a manera de hilo de Ariadna, nos tienden las autoras para de su mano salir de ese maravilloso laberinto clásico que construyen las palabras, al final la ciudad no solo es el laberinto, es también el minotauro, el cronotopo inevitable al que se enfrenta cada lector y, por supuesto, cada escritor.
La autora es egresada de la licenciatura en Literatura en la Universidad Nacional y cursó la Maestría en Literatura Latinoamericana en la UCR.