
La XVI Feria Internacional del Libro se despidió ayer de los 52.925 visitantes que entraron por la puerta principal de la Antigua Aduana desde el pasado viernes 18 de setiembre.
En su último día, la asistencia fue de 8.200 personas, un 13% menos del público que convocó el domingo de la semana pasada (9.468 personas).
En un fin de semana marcado por aguaceros caóticos en San José, el Ministerio de Cultura estima que la cifra total de visitantes pudo alcanzar los 66.000, contando las personas que hicieron su ingreso por las puertas laterales del inmueble.
Pese al declive de asistencia en su último día, los organizadores de la Feria del Libro consideran exitosa la actividad.
Mientras que los encargados de ventas resintieron el desgano del público a comprar libros debajo de aguaceros, la Cámara del Libro de Costa Rica no considera que haya sido algo grave.
“A mí me parece que la afluencia ha estado bastante bien. El clima puede ser una razón de peso: cuando los aguaceros son normales la gente no se preocupa tanto”, dijo el presidente de la Cámara, Luis Bernal Montes de Oca.
En su último día, la feria también resintió la ausencia de los países invitados: Nicaragua, Guatemala y Honduras desocuparon sus puestos –ubicados en un área destacada en el centro de la nave de la antigua Aduana– y dejaron en el espacio a los encargados de El Salvador, con una oferta de libros muy mermada.
El presidente de la Cámara del Libro explicó que los representantes de esos países vendieron todos los ejemplares que habían traído al país, por lo que partieron antes de finalizar la actividad.
Ventas mixtas. Los editores y libreros tuvieron este año experiencias muy distintas con sus compradores. La Librería Internacional y la Librería Lehmann –empresas con una mayor presencia espacial en la feria– coinciden en que sus estrategias fueron efectivas para lograr atraer a compradores.
En la Lehmann eso incluyó destacar en sus vitrinas libros de historia mundial y arte. En la Internacional, además de dedicar un pasillo a sus editoriales más exclusivas, se propusieron involucrar al público pintando las paredes de su puesto para promover su nueva sección de arteterapia.
Las editoriales nacionales, sin embargo, no tuvieron historias similares de éxito. La Editorial de la Universidad de Costa Rica no alcanzó ni la mitad de las ventas que tuvieron el año pasado, según detalló su encargada de ventas.
La Librería Duluoz, que tenía su puesto en el primer piso de Casa del Cuño, mejoró la visitación y compra con respecto al año pasado. Aunque su propietaria, Andrea Mickus, atribuye el éxito a que este año tuvieron espacio para ofrecer más variedad y eso atrajo más clientes.
Óscar Castillo, editor de Uruk, aseguró que aunque la lluvia “asustó a la gente”, las ventas de su local superaron a las que alcanzó el año pasado. Calcula que este año vendieron al menos 2.500 ejemplares de sus obras.

La literatura infantil fue una de las grandes apetecidas por el público familiar. En la Lehmann eso significó un aumento de ventas en El Principito y material relacionado con el libro (como separadores de libros).
Los niños también fueron un público importante a las actividades del Ministerio de Cultura. Además de considerar un éxito sus tres homenajes literarios –dedicados al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal y los costarricenses Carmen Lyra y Felipe Granados–, calculan haber convocado 2.075 estudiantes a su programa de visitas escolares.