
Ana C. Sánchez Molina anasanchez2009@gmail.com
En Costa Rica, a partir de los años 80, se fundan nuevas agrupaciones de humoristas gráficos. La historieta recibe el impulso de sus actividades y publicaciones: revistas, fanzines y libros –algunos, antologías de exposiciones o de sus integrantes–. Entre las revistas aparecen De Oreja a Oreja, La Cabra en Patines (ambas de La Pluma Sonriente (LPS) , El Relincho (de La Zarigüeya), donde la historieta se codea con la caricatura y otros textos humorísticos e informativos; la revista Kasandra en los 90; a inicios del siglo XXI, la underground Grúmix , que en su tercer número usa un pañal desechable de bebé como cubierta.
Junto a Julián Monge Nájera, el Taller del Comic es coautor del libro El desarrollo sostenible en Costa Rica (1994), con caricaturas e historietas sobre el tema. Asimismo, La Zarigüeya: Humor gráfico (1997) reúne obras de integrantes de esta otra agrupación.
Conservar la tradición. Por su parte, LPS ha respaldado la publicación de libros de historieta de sus miembros: Glupy, de Juan Díaz (2013); Leyendas costarricenses en novela gráfica, de Óscar Sierra y Ronald Díaz, y Rodicab (2011), una compilación de obras ya publicadas por los autores (Sierra en la prensa y Rodicab en un libro). El premio de la Fundación Ford Motors a La Pluma Comic (división de LPS) en la categoría de Conservación de la Herencia Cultural (2009) financió la impresión del libro.
En su presentación, la antropóloga María Eugenia Bozolli reafirma la importancia de las tradiciones y destaca la contribución de los artistas “al plasmar gráficamente la tradición oral, para darle más permanencia y continuidad, enriquecer el patrimonio cultural e identificarnos con nuestra propia tradición”. Pese a sus gestiones Óscar Sierra reclama que el texto no tuvo acogida en el MEP porque “tenía exceso de imágenes”.
El libro de Rodicab Leyendas de un sabanero: una recopilación de la más pura tradición oral guanacasteca (2005) es la versión en historieta de relatos compilados por Luis Fernando Guevara (incluidos tras la historieta).
Por su parte, las series de historietas de Óscar Arguedas El Sabanero, Juan Luna son recreaciones libres de las leyendas. A partir del 2014, las publica en formato de revista (Arguedas Comics). Estas historias ya habían circulado en la edición dominical de La Teja junto con otras.
Así, la versión en historieta de mitos y leyendas data, al menos, de 1978 cuando Tricolor publicó La Llorona (Víctor Canifrú) por entregas. En distintos estilos y lenguajes, incluido el comic tico, llega hasta hoy.
El álbum. Creado por el ginebrino Rodolphe Töpffer en Docteur Festus (1829), el álbum es el vehículo de presentación de la historieta. Empero, en Costa Rica, los primeros álbumes publicados son compilaciones de caricaturas e historietas difundidas en la prensa, como las de Paco Hernández (1924), Róger López (1944), Alcides Méndez (1956), William Solano (1975), Hugo Díaz (1977 y 1995), Osvaldo Salas (Jano, 1997), Roy Solís (Roi, 2005), etcétera.
Con todo, la presencia constante de Emeterio en los chistes políticos de Róger López convierten el álbum Jornada cívica en 60 caricaturas. Campaña presidencial del Lic. León Cortés 1943-1944 en una “historieta” de aquella elección desde la mirada del dibujante del partido cortesista.
Vida y costumbres del astrónomo (2008), del artista Ricardo Ulloa Garay, también parece enunciar la construcción de una historieta: la del astrónomo, su personaje central, lo que transforma el libro en un comic-book.
Historietas de personajes y personajes en historieta. A fines del siglo XX, el desinterés de la prensa nacional incide en el humor gráfico: la pérdida de su función periodística lo concentra en libros y revistas –físicas y digitales– o en sitios de Internet. Esta red se convierte en un medio de exposición global y a menudo plantea temas universales.
Del año 2002 al 2005, el sitio cartoonarcadio.com es una alternativa virtual (una de las primeras) para la difusión –entre otros textos– de historietas de personajes: “Wenceslao” (Arcadio Esquivel), “Isaac” (Francisco Munguía), “Tiko el Tucán” (Gilberto Ramírez) y “Matita” (Mario Siles). En 2007, Arcadio publica Las aventuras de Wenceslao como libro.
Entre el humor negro y el blanco –aunque no tan blanco porque suele reafirmar (más que objetar) mitos y estereotipos culturales–, la historia registra historietas de personajes y personajes en historieta. Entre las primeras: Las aventuras de Boby Bunny y Potepán (Verny Huertas); Los Superma’es (F. Zeledón), cuyo personaje estrella es Primitivo Piedra; Vivi, la Víbora (Víctor Cartín); Ghandunga y Bodocón (Allan Núñez, Nano ), los “virus” –hinchas del futbol criollo– Pantys, el Paladín Josefino (Munguía), una parodia del superhéroe del comic, y los Díaz (Asesores Gráficos).
Además, el exitoso programa de televisión Caras Vemos (Marcia Saborío y María Torres) muda a revista de historieta y completa el popular refrán Corazones no sabemos (Óscar Sierra, Alex Núñez y Mario Montero, 1999); y la tira digital Chotico (chota a lo tico) incursiona como animación televisiva: El Chinamo Animado (Quinema Animation Studio).
Historia y educación. Entre los personajes en historieta aparecen mitos y leyendas, gestas históricas, obras literarias, estampas sobre la vida del terruño... También se publican historietas para la recreación y como recurso pedagógico, formal e informal. La vida de José ( Pepe ) Figueres ha motivado distintos relatos gráficos: unos incentivan los valores civilistas, otros fungen como propaganda.
Entre las estampas recordemos Baldomero y Emeterio (H. Díaz), una página de humor campesino con guion del periodista Miguel Salguero. También de Hugo Díaz, Tío Conejo en apuros, una adaptación de los Cuentos de mi tía Panchita (1985).
Aunque la historieta ha sido reconocida por su valor educativo y algunos textos han logrado patrocinios, no ha existido un impulso continuo que le dé soporte: los pocos textos producidos se han convertido en grandes olvidados.
En el Bicentenario de Juan Rafael Mora (2014), recordamos La Campaña Nacional 1856-1857 , de Roy Solís. Publicado por la Imprenta Nacional (2007), es una narración gráfica de más de cien páginas en colores para conmemorar los 150 años de la gesta.
También se produjo la serie de cuadernos de historieta con selecciones del Informe del Programa Estado de la Nación de 1995 (dibujados por Héctor Gamboa) y Por qué debemos planificar nuestro desarrollo, editado por el MIDEPLAN (1989, H. Díaz).
Ante el exiguo respaldo otorgado al humor gráfico, hoy cobra especial significación el apoyo de la editorial estatal a las novelas gráficas: El hallazgo , dedicada por sus autores: Franco Céspedes, padre e hijo, a quienes “acuden al santuario de “la Negrita”, y El sacrificio del Rualdo , referido a la leyenda del volcán Poás (Editorial Costa Rica, 2014).
Presente desde los orígenes del humor gráfico, la historieta continúa siendo una quimera de infancia. Es producto de iniciativas personales o de grupos pequeños, y sobrevive sin un respaldo que facilite su publicación, difusión (aunque ahora existen sitios digitales, como Neoverso) y venta. La afición –y aflicción– del artista sigue apadrinando (financiando también) sus propuestas: es meritorio el caso de Rodicab con su fanzine Destinanzas (2002), el comic-book Desafíos (2004) y su libro de leyendas. ¿Seguirá siendo la historieta un proyecto de Quijotes?
La autora ha publicado los libros ‘Historia del humor gráfico en Costa Rica’ (Editorial Milenio, 2008) y ‘Caricatura y prensa nacional’ (EUNA, 2002).