El adjetivo “impresionante” se debe emplear con cuidado para calificar cualquier show. Su uso carga un peso y una solemnidad que conviene reservar para ocasiones excepcionales.
Dicho esto, la presentación del trío The Aristocrats en Costa Rica fue verdaderamente impresionante y por muchas razones.
Tan solo la conformación del grupo es de lujo. No en vano es común escuchar que se le describe como un “súper trío”, pues cada integrante tiene un historial envidiable y pone todo su arsenal de trucos al servicio del ensamble.
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El guitarrista británico Guthrie Govan, de frondosa cabellera blanca, suele convertirse en el foco de atención. De su instrumento emanan maravillas con velocidad, sensibilidad y una tremenda originalidad. Su talento y versatilidad convierten la guitarra en un artilugio políglota capaz de hablar todos los idiomas musicales.
Marco Minnemann, alemán, parece un atleta de alto rendimiento detrás de la batería. Sus extremidades se mueven como tentáculos y, en muchas ocasiones, deja de limitarse a marcar el ritmo para desprenderse como un ente independiente que hace cuanto quiere… y vuelve justo a tiempo, con precisión quirúrgica.
Bryan Beller, bajista estadounidense, actúa como la goma que une la hiperactividad melódica y rítmica de sus compañeros. Es el ancla que sostiene cabeza y corazón de cada composición. También es el principal interlocutor con el público, aportando humor y contexto a la velada.
Los tres se entienden a la perfección, adaptándose a un “dialecto” que cambia de un tema a otro. The Aristocrats practican una fusión tan hiperlaxa que en un mismo tema pueden saltar del rock al metal y luego al jazz. Son lo que quieren ser, porque lo que mejor hacen es jugar. No hay formalismos: hay libertades absolutas.
Así han construido una discografía que ya suma seis lanzamientos, de los cuales Duck (2024) fue el protagonista del repertorio interpretado en Peppers, en la primera visita de la banda al país. Temas como Sgt. Rockhopper o Sittin’ With a Duck on a Bay cautivaron al público con polirritmos y desplazamientos salvajes por los diapasones del bajo y la guitarra.
Here Comes the Builders fue otro tema tan inquieto como inquietante, en uno de los momentos más alocados de las casi dos horas de música.
Del más reciente disco también sonaron Hey, Where’s My Drink Package? y Aristoclub, que, según contaron, trata sobre el porvenir de un pato de la Antártida en una discoteca neoyorquina. Ese tipo de relatos para piezas instrumentales revela mucha imaginación y una saludable dosis de irreverencia.
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Una intervención con dos animales de hule que emitían sonidos de pollo y cerdo fue quizá el momento más caricaturesco de la noche, arrancando risas e incitando a la participación del público a imitarlos. En otra ocasión, la guitarra de Govan imitó sonoros “cuac” y, más tarde, el sonido de un violín. Para gustos… sonidos.
No faltaron “éxitos” de álbumes anteriores, como Flatlands y Get It Like That, del sorprendente debut de 2011.
The Aristocrats logran que el público no solo los admire por su virtuosismo, sino también por su sentido del humor y su autenticidad. Como dije al principio, este trío es impresionante… espero que hayan quedado claras las razones.
EL CONCIERTO
ARTISTA: The Aristocrats
LUGAR: Pepper’s Club
FECHA: 12 de Agosto
ORGANIZACIÓN: BlackLine Productions