Entre mancuernas y computadoras transcurre la vida de Doris Chaves, una mujer costarricense de 63 años que se ha convertido en inspiración para miles. En redes sociales la conocen como ‘La coach Doris’, donde acumula más de 43.000 seguidores que siguen sus rutinas, consejos y, sobre todo, su ejemplo de perseverancia.
Lo que la distingue no son únicamente sus músculos, sino su autenticidad, su humor chispeante y la valentía de haber roto mitos: esos que dictan que a cierta edad las metas ya no cuentan.
Una vida marcada por retos
Doris nació en Guadalupe, San José, en una familia de siete hermanos. En 1979, con apenas 17 años, ingresó al Instituto Tecnológico de Costa Rica para estudiar administración y computación. El futuro parecía lineal hasta que la vida le impuso cambios.
“En 1983 me casé, tuve un hijo, empecé a trabajar y vi al Papa, todo en una sola”, recordó entre risas. Se abrió camino en Chiquita Brands, en el área de análisis de sistemas, hasta formar su propia cartera de clientes.
Era un tiempo en el que, como ella dijo, “no había internet y yo era una mujer haciendo el trabajo que normalmente hacían los hombres”. Aquella época estuvo marcada por la discriminación, pero también por su empeño.
A los 35 años, con cuatro hijos y un divorcio a cuestas, se enfrentó a una de las pruebas más difíciles de su vida. “Fue duro, tuve que repartir la casa y me quedé con los cuatro chicos. A las mujeres nos toca duro en ese sentido”, aseveró.
Sin embargo, las pesas la sostenían cuando las fuerzas flaqueaban. El gimnasio se convirtió en su refugio, en esa válvula de escape que transformaba el caos en energía.
Reinventarse a los 58
El ejemplo de su hija —quien se certificó como entrenadora personal— sembró en ella una inquietud que parecía imposible a los 58 años. Pero “se lanzó”.
“Le dije al dueño de la escuela, con inseguridad, que me daba miedo, por mi edad y porque todos los que iban ahí eran chiquillos. Al final, él me motivó”, recordó.
Se formó como entrenadora personal sin dejar atrás su carrera en informática. Y fue en 2019 cuando, oficialmente, se convirtió en entrenadora. Poco después llegó la pandemia y con ella la chispa que encendió un nuevo camino: empezó a entrenar en casa, en Curridabat, primero sola y luego con vecinos que se fueron sumando.
El “miedo escénico” se desvaneció cuando le pidieron cubrir una plaza en un gimnasio. “Ya ahí se me quitó ese miedo de dirigir a la gente”, confesó. Desde entonces, nada volvió a detenerla. Ni siquiera el temor de mostrarse en redes sociales.
“Me di cuenta de que la gente se motivaba viendo a una señora que con la edad mía todavía le da a las pesas. A mí me gusta levantar pesado porque me reta a mí misma”, agregó.
Así nació su comunidad digital, que sigue creciendo con cada video y cada palabra cargada de entusiasmo, motivación y humor.
@coach_dorischaves Soy una abuela de 63 años, soy fuerte saludable y funcional. #mujerfuerte#mujergymrat#mujerfuerteyvaliente#mujeresqueinspiran
♬ sonido original - ✨ Coach Doris ⚡️
Dynamic Soul: un gimnasio con alma
Hace un año montó su propio gimnasio en casa. No fue fácil, pues tras separarse de una socia con quien trabajó por tres años, debió comenzar de nuevo casi desde cero. Pero de esa ruptura nació Dynamic Soul, su proyecto más querido.
“Yo siempre he dicho: las cosas malas siempre van a traer algo bueno. Siempre es así, siempre uno aprende cosas. Me puse a estudiar hipertrofia, me expandí más, compré más máquinas, lo he hecho más bonito”, aseguró.
El nombre no es casualidad: para Doris, Dynamic Soul representa salir de la zona de confort, atreverse a transformar el alma a través del movimiento, y es por eso que su logo es un alma saliendo de un círculo.
Hoy, su espacio recibe clientes entre 12 y 65 años, la mayoría mujeres, quienes ven en su gimnasio un refugio contra el estrés cotidiano. Entre ellos entrena con especial cariño a su nieto de 16 años, quien gracias a su preparación logró entrar a la sub-17 del Cartaginés.
El dolor convertido en motor
Doris no es ajena al dolor. Perdió a dos hermanos y a su padre a causa del cáncer. “Pensaba que su pérdida de peso era por una depresión, pero tras un diagnóstico confirmó que era esa enfermedad”, recuerda con nostalgia sobre su hermano Gilberto.
Ese camino doloroso le reforzó una convicción: el ejercicio y la salud son un escudo, no contra la muerte, pero sí contra la fragilidad prematura. “Hay que disfrutar el día, porque no sabemos si nos vamos a enfermar. Hay que aprovechar cuando tenemos salud, cuando nos podemos mover, porque después no sabemos”, comentó.
Actualmente, Doris se ejercita no solo por estética, sino por amor a la independencia. “Entreno para no ser una carga para mis hijos, porque quiero extender mi independencia todo lo que se pueda. La masa muscular a mi edad es muy importante y, aunque parezca mentira, a mi edad, he logrado aumentar masa muscular, sí se puede”, añadió.
El lema: Nunca es tarde
La frase “Nunca es tarde” resume el legado de Doris: nunca es tarde para empezar, para levantar pesas, para reinventarse. “Nunca nos sintamos que ya se nos hizo tarde, que ya porque tenemos 40 o 50 años ya hasta aquí llegó todo, pues tal vez vamos a vivir 40 o 50 años más”, recomendó.
Para ella, la comparación vale solo con uno mismo: “Hay que disfrutar mucho el hoy, sin estar pensando en el ayer. Hay que valorar la salud y no compararnos; la única persona con la que nos debemos comparar somos nosotros mismos”.
Tan fuerte es su convicción que hasta su nutrición cambió. “Cuando entreno me siento feliz porque se genera la hormona de la alegría”, dice con una sonrisa, mientras describe una dieta sencilla y balanceada, hecha con esmero en su cocina.
Una mujer que inspira
Doris se arrepiente únicamente de una cosa: no haber pasado más tiempo con sus hijos cuando eran pequeños. Sin embargo, como todas las madres, aprendió a encontrar equilibrios y hoy enseña a otras personas que aún es tiempo.
Su meta es clara, tan firme como un press de banca: “Me veo en el futuro levantando pesas. Siempre lo voy a hacer porque sé el montón de ventajas que tiene y eso es lo que quiero compartir con todos”.
Y así, entre rutinas, sonrisas y perseverancia, ‘La coach Doris’ se convierte en una metáfora viviente: el tiempo no es un obstáculo, sino un aliado, si aprendemos a llenarlo con movimiento, disciplina y pasión.
LEA MÁS: Verdades sobre el fitness: Expertos desmienten 5 creencias populares