Como sacado de un western, pero postapocalíptico, Carín León dio inicio a su esperado concierto en Costa Rica con un peculiar video que lo mostró como un libertador de los sedientos de música.
Y fuera de aquella ficción, vaya que el mexicano liberó corazones y sació a su público con un espectáculo para quitarse el sombrero que casi todos los presentes andaban en el INS Estadio, este 7 de noviembre.
Al ser las 7:30 p. m., en pantalla, los noticieros anunciaban que la música quedó terminantemente prohibida, no se sabe a cuenta de qué. Ocultos en un refugio, unos rebeldes desesperados ven llegar a agentes del déspota régimen que no quiere alegría y deciden liberar al hombre que lo cambiará todo: Carín León.
Vestido como forastero del viejo oeste, León toma una guitarra eléctrica y se rebela contra el régimen. Poco a poco, el audiovisual se combina con los músicos en tarima hasta que al grito de ¡Pura vida, Costa Rica!, el mexicano salió a escena para interpretar Me la aventé.
Desde entonces, Carín no aflojó ni un instante en su desenfrenado ritmo de éxitos de despecho en los que, algunas veces, ruega y ofrece disculpas. En otras, reclama las heridas que le causó un mal amor y hasta con orgullo manda al carajo a su expareja.
Y, por supuesto, el alcohol, uno de sus más fieles acompañantes, no se hizo esperar. Apenas terminó la segunda canción y tras decir salud, bebió el primer trago de la noche (o por lo menos de los que ingirió en tarima) de un vaso rojo.
Sus palabras, gestos, pero sobre todo su potente voz cargada de sentimiento, desataron la euforia de decenas de miles personas que se dieron cita con “su terapeuta de confianza”, como se autodenominó con risa pícara el mexicano.
A los pacientes de aquel peculiar terapeuta norteño únicamente los unía el código de vestimenta calcado al de cualquier tope. Que dicho sea de paso, el sombrero vaquero fue un acierto más allá de lo estético, porque a muchos les sirvió de paraguas ante la insistente lluvia que cayó durante todo el show.
Sin embargo, al mirar con detalle, si los presentes eran una masa, era una variopinta como pocas. Porque Carín León debe ser, sin exageraciones, uno de los artistas actuales que mejor condensa el gusto de tantas generaciones.
Decir que es versátil no es solo un elogio a su capacidad vocal, sino una descripción precisa de un músico que lo mismo se echa una de Juan Gabriel, que lanza un hit pegajoso hasta decir basta, junto a Maluma.
Sonoramente, su música es la que podría escuchar cualquier tío un sábado por la tarde; y sus letras, genuinamente nacidas en los tiempos recientes, hablan de “compas”, “ser tóxico” y los “casi algo”.
Todo este menjurje, tan distinto y orgánico, ha devenido en un suceso masivo, del que dan fe las aproximadamente 30.000 personas que llenaron el recinto de La Sabana.
Así, con temas como Me está doliendo, Casi oficial y Ese vato no te queda, el cantante lució su nivel interpretativo por el amplio abanico de sonidos y géneros de la música mexicana, que tiene en él a uno de sus mayores representantes.
No estarán los Vicente Fernández, Pedro Infante y Jorge Negrete, pero Carin León mantiene vivo ese fenómeno cultural por el que en Costa Rica las cosas del corazón se gritan, gozan y lloran con tequila y guitarrón.
Entrada la noche, León interpretó No es por acá, que según confesó, es uno de los momentos favoritos de su presentación, porque “la gente se vuelve loca y empieza a tomar de verdad”.
Aunque, con franqueza, la canción no era un requisito indispensable, pues casi todos ya empuñaban sus latas y las botellas ya estaban casi por fondearse.
Además de sus composiciones, el azteca supo acompañar la tomadera y la euforia con clásicos que, en esas condiciones, le pegan en el corazón a cualquiera. No por nada Acá entre nos fue una de las canciones más gritadas del concierto.
Pero ojo, vale reiterar que la versatilidad no es epíteto trillado. Carín no vive solo de rancheras y a mitad de su show se lanzó con un popurrí tropical que encerró a vaqueros en un salón típico de baile.
Entre aquel confuso ambiente, se sumó otro elemento inesperado: una camiseta de la discordia. A partir de este punto, León dejó su atuendo mexicano para vestir de gorra y camisa de la Selección de Costa Rica.
Y no fue cualquiera, sino el nuevo diseño inspirado en la guaria morada, que fue presentado tan solo algunos días y ha levantado polémica.
Después del impasse salsero, donde las botas danzaron al ritmo de Talento de televisión, volvieron las sentidas canciones del regional mexicano, que acabaron por sacar todos los males de amores de esos “dolidos”, a los que se dirigió desde que habló por primera vez en la velada.
Luego de dos horas y media de sacar el alma en cada canción y de beber hasta en pico de botella, Carín León se despidió del público tico con su éxito Primera cita. Su espectáculo, como una buena borrachera, se gozó hasta el zarpe y estuvo llena de emociones.
Lejos de gustos y prejuicios, el artista entregó todo su talento y un extenso repertorio que sus seguidores corearon a todo pulmón. Y si alguien quiere negar que lo del azteca fue un conciertazo, Carín le tiene respuesta: “Dile al que te está informando, que te está mal informando... que te informe bien”.
