San José vive una verdadera guerra de sangre. En los 12 meses del 2022, la provincia contabilizó 118 asesinatos, el equivalente a un crimen de ese tipo cada tres días. En cambio, en apenas cuatro meses del 2025, ya se contabilizan 103 homicidios, prácticamente, uno al día.
Uno de los más recientes se registró apenas este viernes a las 9 a. m. cuando un gatillero en moto entró a una soda en la Ciudadela López Mateos, en San Sebastián, y acribilló a dos hombres. Uno de ellos, identificado como Dennis Carvajal Ulloa, falleció poco después de su ingreso al Hospital San Juan de Dios.
“San José tiene algo insólito que nunca hemos visto en la historia de Costa Rica, y es que en el primer cuatrimestre del año ya llevamos 100 homicidios”, subrayó Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), durante una entrevista exclusiva con La Nación.
De mantenerse este ritmo, advirtió el jerarca, San José podría cerrar el año con 300 asesinatos, lo que representaría un número histórico para cualquier zona del país.
Para dimensionar la gravedad del panorama, Zúñiga recordó que hasta hace apenas tres años, la cifra anual de homicidios en todo el país oscilaba entre 560 y 590 y la proyección es que al final del 2025 se superarán, por tercer año consecutivo, los 900 asesinatos.

En 2024, San José ya daba señales del deterioro en seguridad, al cerrar con un total de 244 homicidios. Sin embargo, la problemática criminal se agravó desde el 2023, cuando se rompió una tendencia a la baja que se había mantenido por casi una década. En 2015 la provincia registró 258 homicidios, que bajaron a 244 en 2016. La disminución continuó hasta alcanzar el mínimo de 118 en 2022.
La actual crisis en San José responde a varias condiciones. Entre ellas, la falta de agentes judiciales para poder atender a todo el país, simultáneamente; y, en especial, a la pugna de grupos criminales asentados en el sur de la capital, en Hatillo, San Sebastián, Desamparados y Alajuelita.
Las organizaciones que se disputan territorios para la venta de drogas son mencionadas prácticamente todos los días en los medios de prensa: Los Lara, Los Myrie, Los Gemelos y el grupo de alias Churro.
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La escalada se originó, según las autoridades judiciales, el 26 de noviembre del 2022, cuando Joseph Saúl Alemán Lara, sobrino de los líderes de Los Lara, fue asesinado dentro de un carro en Hatillo. El joven, de 18 años, viajaba con otros tres hombres cuando fue interceptado por otro vehículo desde el cual le dispararon. Recibió seis impactos de bala y murió antes de llegar a la Clínica Solón Núñez.
Tras ese asesinato, la oleada homicida no se detiene.
Un Lara sobrevivió y un Gemelo murió
El asesinato de Joseph Lara fue el inicio de varios atentados contra otros miembros de la organización. Este año, por ejemplo, han ocurrido hechos violentos que ilustran la intensidad del conflicto.
El 15 de marzo, un sobrino de los líderes de Los Lara sobrevivió a un ataque armado en el centro de Hatillo. Sujetos en motocicleta interceptaron un Hyundai con placas BVB157 y abrieron fuego en múltiples ocasiones. El carro terminó estrellado en una cuneta.
Según el informe policial, una motocicleta Yamaha DT con dos ocupantes se acercó al vehículo en movimiento y disparó repetidamente en los semáforos de Hatillo 1. El sobreviviente fue identificado con los apellidos Lara Vargas, sobrino de Julio César y Juan Lara Villanea, cabecillas de esa agrupación, que actualmente están en prisión.
Tres semanas después, Kevin Leonardo Segura Quesada, alias Leo o Gemelo, presunto cabecilla de la banda Los Gemelos, fue asesinado de dos balazos en la cabeza la noche del miércoles 9 de abril, cuando regresaba a su casa en barrio Concepción de Aserrí.
La víctima se desplazaba en un cuadraciclo y, al bajarse para entrar a su vivienda, a las 8:36 p. m. fue interceptado por sujetos que descendieron de un sedán. Le dispararon con un arma larga y luego huyeron.
La Cruz Roja lo encontró con vida, pero falleció minutos después en el Hospital San Juan de Dios.
Alianzas frágiles y traiciones
En esta danza de alianzas y enfrentamientos, Zúñiga se refirió también a la dupla de Los Myrie y el grupo de Churro, aunque reconoció que se trata de sociedades resquebradizas, donde cada quien busca su propio beneficio.
Los Myrie, por ejemplo, quedaron prácticamente desarticulados el 2 de abril, cuando las autoridades ejecutaron 17 allanamientos en San Felipe, urbanización La Paz 86 y Concepción de Alajuelita, así como en Hatillo, Heredia, Alajuela y Guápiles. Como resultado, siete personas fueron detenidas por presunta venta, almacenamiento, preparación, dosificación y posesión de drogas.
“Al ver debilitada otra banda, pues ya ahí el código de honor delictivo no se mantiene”, apuntó el jefe policial.
Los focos calientes de Pavas y el norte de San José
Además del sur, otras zonas también se han visto afectadas por la violencia, entre ellas, Pavas y el norte de San José.
En Pavas, por ejemplo, hay una disputa entre Los Polacos, Los Diablos –que no tienen relación con Alejandro Arias Monge, y los Negros.
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En cambio, en barrios del norte de San José, como Goicoechea, Moravia y sus alrededores, hay un leve aumento de violencia, donde pudo haber incidido un sujeto identificado con los apellidos Vargas García, conocido como Sobrino, y que fue capturado a finales de enero en Curridabat.
Este hombre comandaba la banda de Tío y Sobrino, considerada una de las principales estructuras de distribución de droga al menudeo en Cinco Esquinas de Tibás, Guadalupe, Purral, la parte alta de Coronado y en la colindancia con Granadilla y Sabanilla.
Mauricio Boraschi, fiscal adjunto, describió a Sobrino como un hombre “sumamente violento” que había ido tomando control territorial en zonas conflictivas, donde imponía sus ventas de droga a la fuerza.
“Este sujeto ha llegado a un nivel de liderazgo importante, podría ser similar al de Manzanita (Dennis Cabrera Espinoza), Pollo (Luis Ángel Martínez Fajardo) o Indio (Marco Antonio Zamora Solórzano) en su momento", declaró.
San José se sacrificó por otras provincias
Zúñiga explicó que la situación crítica que atraviesa San José es, en parte, consecuencia de decisiones estratégicas tomadas en años anteriores para frenar el avance del crimen organizado en otras regiones del país.
Zúñiga se refiere a la redistribución de personal policial y judicial que se realizó en años pasados, cuando gran parte del recurso humano fue trasladado desde San José hacia Limón y Puntarenas, que enfrentaban una expansión violenta del narcotráfico.
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“El hecho de que San José ahorita tenga una proyección de 300 homicidios es porque el año pasado y el antepasado tuvimos que sacar mucha gente de aquí para que fuera a luchar a Limón y a Puntarenas”, sostuvo.
Esa estrategia, según explicó, debilitó la capacidad de respuesta en la capital.
“Es como desvestir un santo para vestir otro”, comparó el jefe del OIJ. “No podemos hacer de nuevo lo que hicimos con San José”, señaló.
“San José se ha sacrificado bastante porque necesitábamos parar esa expansión territorial que tenía Limón y Puntarenas”, insistió. Recordó incluso que hubo años en los que Limón llegó a superar en homicidios a San José, lo que motivó los refuerzos enviados a la provincia caribeña.