
La noche del 15 agosto pasado, Día de la Madre, comenzó de forma convulsa en Pozos de Santa Ana, un cantón que no es ajeno a la ola homicida que vive el país: tres hombres fueron asesinados a balazos mientras departían en un bar, uno de ellos, víctima colateral del ataque.
Los vecinos reclaman y exigen más vigilancia policial, pues aseguran que antes de este hecho violento, la presencia era mínima.
A las 6:16 p. m. la Cruz Roja Costarricense recibió una alerta de pacientes heridos dentro del bar Howard’s, víctimas de dos sicarios armados que ingresaron al sitio y dispararon indiscriminadamente. Además de los fallecidos, otros dos hombres fueron trasladados graves al Hospital México.
“Yo ahora espero el bus asustada, porque voy a la parada donde acabó el fallecido”, dijo una trabajadora y vecina de Santa Ana, quien prefirió guardar el anonimato.
Narró que la presencia policial ha aumentado tras el triple asesinato del viernes anterior, pero que antes de los hechos era mínima. “El gobierno debe ponerle mucho, debe actuar: la inseguridad en Santa Ana y el país ha aumentado. Esperan hasta que pase algo para actuar”, sentenció.
Ella, quien ha sido vecina de Santa Ana desde hace 60 años, relató que en los últimos seis la inseguridad ha aumentado, recordando el asesinato del padre de un estudiante en un colegio privado de Guachipelín. “¿Cuál es la Costa Rica que le vamos a dejar a nuestros hijos?”, se lamentó.
La vecina también reconoció que, si bien exige mayor seguridad, observa que los cuerpos de seguridad no cuentan con las mejores condiciones y además son mal pagados.

Otro trabajador de la zona, quien también prefirió el anonimato coincidió en la petición: “exigimos más presencia policial”. Narró que él espera el bus frente a su lugar de trabajo y cuando observa a la distancia que la unidad se aproxima, sale corriendo hacia la parada, pues considera muy inseguro y solo el lugar.
“Después de las 9 p. m. hay que estar en ‘modo alerta’”, relató un trabajador, quien reconoce que la actividad comercial de la zona genera empleo, pero advierte que la presencia de bares también provoca que personas bajo los efectos del alcohol u otras sustancias causen daños, hagan sus necesidades en la vía pública o se enfrenten en riñas.
La Nación intentó contactar vía telefónica a Marlon Cubillo, director de la Fuerza Pública: sin embargo, no atendió las llamadas. El encargado de prensa del Ministerio de Seguridad solicitó las preguntas por escrito y al cierre de esta publicación se esperaban las respuestas.
También se intentó contactar a Luis Moncada, jefe de la Policía Municipal de Santa Ana, pero tampoco atendió.
El sitio
El bar Howard’s, escenario del triple asesinato, se ubica en Pozos de Santa Ana. Se trata de un espacio abierto, sin mayores divisiones ni barreras entre la calle y las mesas del local.
El entorno cercano luce desolado: a sus cuatro costados predominan los terrenos baldíos, mientras por el lugar atraviesa la Ruta 147, en el tramo de la radial Santa Ana–San Rafael–Belén.

Este medio intentó conversar con la persona encargada del bar; sin embargo, según los trabajadores, no se encontraba en el lugar. Ellos tampoco accedieron a responder preguntas. Mientras el equipo de La Nación tomaba fotografías, empleados del local salieron a observar lo que ocurría.
Los trabajadores de la gasolinera cercana explicaron que la noche del 15 de agosto solo escucharon las múltiples detonaciones, pero la distancia de unos 200 metros y varios árboles les impidieron presenciar los hechos.
Según una trabajadora de la zona, entrevistada por este medio, ella ha escuchado “lo que se dice” sobre ciertas personas peligrosas que frecuentan los bares. Y advirtió que muchos lugareños dejaron de asistir ciertos lugares.
Otro trabajador de los comercios aledaños, quien también habló bajo anonimato, reconoció que en los días posteriores al triple asesinato ha notado una menor afluencia de clientes. Según relató, el sábado pasado la zona lucía relativamente vacía, cuando lo usual es que la fila de vehículos sea interminable y los parqueos resulten insuficientes.

¿Quiénes son los fallecidos?
En la escena fallecieron dos hombres identificados como José Garbanzo Rodríguez, de 39 años, alias Mufasa; y Kenneth Sanabria Salas, de 36, alias Chuta, quienes supuestamente estaban relacionados con un grupo criminal en Pavas, conocido como los Coqueros. A Garbanzo también se le asociaba con la banda de los Myrie, en los barrios del sur.
Sin embargo, hubo un tercer fallecido, víctima colateral del ataque: José Manuel González Santamaría, comerciante de 44 años y oriundo de la zona sur. Además, el hecho dejó dos personas heridas que, de manera preliminar, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) también catalogó como víctimas colaterales.

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Michael Soto, subdirector del OIJ, confirmó que el tercer fallecido, González Santamaría, no tenía vínculos criminales y se encontraba en el bar como cliente, al igual que los heridos. Estaba sentado en otra mesa, detrás de los dos hombres que supuestamente eran los objetivos del ataque.
El OIJ investiga que la balacera se originó porque supuestamente una de las víctimas, alias “Mufasa”, publicó en redes sociales su ubicación en el bar. Esto habría alertado a un grupo rival, que envió a dos sicarios en motocicleta. Los gatilleros abrieron fuego justo cuando un agente del OIJ regresaba hacia su casa y intentó repeler la agresión.