Los hermanos Luis Manuel y Jordie Picado Grijalba, alias Shock y Noni, respectivamente, cabecillas del Cartel del Caribe Sur, visitaban diferentes comunidades de Puntarenas, con regularidad, para supervisar las operaciones de narcotráfico que su organización criminal estableció en el Pacífico costarricense hace aproximadamente cinco años.
Así lo confirmó el subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Michael Soto, quien reveló nuevos datos sobre las operaciones del enorme grupo desarticulado la semana pasada en la operación Traición.
Según precisó, esas visitas a Puntarenas eran producto de que ya “tenían el control de todo el golfo (de Nicoya) en el tema de narcotráfico”.
Entre los visitantes documentados figuran Shock: preso en Inglaterra desde el 29 de diciembre pasado), su hermano Noni, detenido en agosto en Costa Rica y Gilbert Bell Fernández, alias Macho Coca, quien descuenta prisión preventiva por presunto robo de combustible. Todos son requeridos en Estados Unidos, para que respondan en aquel país por delitos de narcotráfico.
Coordinador en la zona
La clave de la expansión del cartel hacia el Pacífico habrían sido dos sujetos de apellidos Rodríguez Reyes, alias Chira Viejo y su hijo, apellidado Rodríguez Morales, alias Chira, llamados así precisamente por ser originarios de esa isla en el golfo de Nicoya.
De acuerdo con el expediente de la Operación Traición, ellos fungían como coordinadores de la organización y facilitaban las visitas de los líderes criminales.
“Alias Chira era un coordinador de la zona, por decirlo de alguna forma, que le generaba a ellos un conocimiento del lugar y además reclutaba a otras personas”, detalló Soto.
En el expediente judicial del caso, se menciona que alias Chira es una persona de suma confianza de los cabecillas de la organización, encargado de la “logística, planificación y trasiego de drogas” y de las labores logísticas y operativas para legitimar los ingresos derivados de los negocios ilegales.
Este sujeto, experto en navegación marítima, “conocía muy bien, las rutas, las entradas, los esteros, a qué horas, cuándo subía o bajaba la marea”, agregó el subdirector del OIJ.
Según la investigación, Chira se encargó de reclutar a otros nativos de la zona, con conocimientos especializados en las rutas del golfo de Nicoya, creando una red local que operaba tanto en el mar como en tierra.
El jefe policial recordó que, hace unos cinco años, los investigadores judiciales comenzaron a detectar un patrón inusual al que llamaron el fenómeno cédula siete (en alusión al número que corresponde a los nacidos en la provincia del Caribe): embarcaciones registradas en Limón que operaban en el Pacífico, tripuladas por personas de cédula siete o nicaragüenses con domicilio en Limón.
“Eran muy duchos en el tema de las lanchas y empezamos con Guardacostas a interceptarlos con cantidades importantes de drogas; ahí ya se disparan y se prenden todas las luces”, rememoró Soto.
La investigación llevó al OIJ a identificar a la isla de Chira como un punto clave para almacenar o esconder droga, por ejemplo, durante las operaciones de Guardacostas. Mantenían los estupefacientes en ese sitio hasta que, “en la noche, o cuando les fuera más fácil, podían mover la droga hacia la costa”, explicó el subdirector.
Equipos especializados
La estructura criminal en Puntarenas operaba con dos grupos diferenciados. El primero estaba conformado por expertos en manejar lanchas que conocían las rutas, horas y mareas del golfo. El segundo estaba dedicado a la logística terrestre.
“Cuando la droga llegaba a tierra, un grupo se encargaba de colocarlo en un camión, en vehículos, en varias cargas, movilizarlo hacia el Caribe o hacia lugares de San José, como por ejemplo una casa que se allanó en La Guácima (Alajuela)“, detalló Soto.
Estos equipos utilizaban vehículos punta y traseros, además de drones para vigilar las rutas. La coordinación se realizaba mediante teléfonos satelitales y radios de comunicación, y las embarcaciones variaban sus puntos de desembarque según las circunstancias.
Desde que empezó la investigación en contra del cartel del Caribe Sur, en el 2022, las autoridades abrieron 14 investigaciones asociadas y les decomisaron 5 toneladas de cocaína y 4,5 toneladas de marihuana.
Parte del control de la ruta marítima de sur a norte del continente implicaba transar cocaína por marihuana jamaiquina de alta calidad. De esa manera, en un mismo viaje traían la cocaína que reexportaban a otros países y la coca y la marihuana para abastecer al mercado local.
LEA MÁS: Estas son las diferencias entre el cartel del Caribe Sur y las bandas de Diablo, Peña Russell y La H
Hasta la fecha, las autoridades han detenido a 38 presuntos implicados y otros 11 permanecen en fuga. De acuerdo con la Policía Judicial sus nombres son: Wilmer Martín Blandón Zamora, Clinton Jeff McField Tucker, Edinson Castrillón Rodriguez, Aarón Erik Grijalba Joseph, Jean Carlo Quesada Quiel, Juan Gerardo Mena Rodríguez y José Daniel Paz Navarro.
A la lista se suman Pedro Pablo Umaña Morales, Hamon Cuthbert Shegrain, Orlando Keizon Angulo Prieto y Tobías Alberto Delgado Fallas.

