Pese a la llamativa pluma que muchas personas observaron la mañana de este miércoles en la cima del volcán Turrialba, lo cierto es que el coloso cada vez está más dormido.
Así lo explicó el vulcanólogo Javier Pacheco, quien pudo observar la columna blanca de vapor desde el mismo cráter, pues se encontraba restableciendo una de las cámaras de video vigilancia que tiene el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica en ese volcán, que está a 3.340 metros sobre el nivel del mar.
“Se trata de la condensación que ocurre cuando salen gases calientes del volcán y se topan con el viento frío que pasa, de modo que se condensan y se ve como si fuera una erupción, pero en realidad se trata de vapor de agua”, dijo el científico, quien avanzada la mañana continuaba en la cima del coloso, donde persistía una sensación de bochorno y amenaza de lluvia.
La actividad más fuerte del Turrialba se vivió entre el 2015 y el 2017, con emanaciones de gases y ceniza que bañaron muchos cantones del Valle Central e incluso regiones más alejadas.

En aquella época las temperaturas del cráter rondaron los 700 grados Celsius; sin embargo en los últimos años la actividad volcánica comenzó a bajar y el volcán tiende a dormirse, pues la temperatura actual en el cráter es de 235 °.C, mientras que en las fumarolas cercanas ronda los 90 °C.
Lo anterior unido a la poca sismicidad interna, la merma en los gases y la disminución del calor interno son muestra de la ruta hacia el letargo que vive ese coloso cartaginés, cuyo ascenso al mirador del cráter exige un nivel intermedio alto de los caminantes que generalmente entran con los guías los fines de semana. Este miércoles no había turistas en la cima.
