“Tenía más de 30 años de conocer a Francito porque andaba con nosotros en la barra de la afición del Cartaginés, era bien envenenado y fiel al equipo. Ambos somos comerciantes en la misma acera, con 50 metros de distancia. Lo recuerdo como una persona muy alegre, humilde porque nunca cambió el carrito que tenía pudiéndolo hacer, tenía mucha presencia, siempre se andaba riendo y el negocio lo tenía muy lindo. Como patrón era muy bueno”.
Así describió Alejandro Zúñiga a su amigo Franklin Gerardo Serrano Bravo, el dueño de la joyería Zafiro Azul, en Cartago centro, quien fue asesinado de múltiples disparos este jueves en un fallido asalto a su establecimiento. Ellos tenían tres décadas de conocerse y a menudo conversaban de diversos temas, desde fútbol hasta asuntos laborales.
Zúñiga, conocido como Chamber, reconoció que al estar en una zona comercial todos los empresarios suelen cuidarse, pero que el atraco en el que falleció Serrano les tomó por sorpresa, especialmente por la hora a la que se registró (9:09 a. m.). Asimismo, hizo un breve repaso y no recuerda ningún hecho delictivo reciente en el lugar.
“Más que sentir temor ahora es encomendarnos a Dios, entre todos nos cuidamos, el problema es que llega gente que no es de aquí. Dicen que a esos chavalos los vieron temprano cerca del mercado, por la línea del tren, pero aquí por los negocios no vimos nada extraño, aquí no hubo gato casero, escogieron el negocio al azar”, manifestó.
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Este hombre contó que su amigo tenía más de 15 años de tener la joyería y rememoró sus inicios. “Él empezó a poquitos, era un gran comerciante y ser humano. Todos los días nos veíamos cuando alguno de los dos pasábamos por el negocio del otro o nos saludábamos cuando estaba en el carro y nos poníamos a compartir muchas cosas del Cartaginés.
“En esta cuadra los comerciantes somos muy amigables, nos cuidamos entre todos pero a Francito seguro se le escapó de las manos, fue muy temprano esto, venía abriendo el local”, concluyó Chamber, visiblemente dolido.
Roberto Carpio, otro comerciante del centro de Cartago, contó que conoció a Frank, como le llamaban sus allegados hace tres años y lo describió como una persona amable, trabajadora y accesible. “Siempre tenía su carrito frente al Club Social, era el primero en llegar y el último en irse. Tengo conocidos que me dicen que era un buen patrón, una persona sencilla y no era de andar exhibiéndose en la calle con sus joyas, tenía bastantes años de tener la joyería ahí”, mencionó.
Otros comerciantes que eran menos allegados a Serrano coincidieron en que era una persona muy agradable y esforzada, mientras que unas muchachas que trabajaron en el pasado con él contaron que más que un jefe, era un amigo.
Franklin tenía 62 años y estaba divorciado. Además, era padre de una joven de 33 años que vive en Oreamuno. De momento se desconocen los detalles de sus honras fúnebres y sus allegados expresaron en el Facebook de la joyería que agradecían las condolencias.