Delincuentes cavaron un túnel de seis metros debajo de una calle asfaltada para llegar al poliducto de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), perforarlo y conectarle una manguera de una pulgada de ancho por la que robaron, durante meses, más de 284.954 litros de diésel, gasolina súper y gasolina regular.
Esta cantidad equivale a nueve camiones cisterna de 32.000 litros cada uno, con un perjuicio económico que superaría los ¢100 millones, sin contar los costos asociados a inspección, reparación de daños e intervención operativa. Sin embargo, ese monto solo contabiliza lo robado entre el 1.° de marzo y el 29 de mayo; pero el grupo seguía operando en la actualidad.
La manguera, instalada apenas a un kilómetro del peaje de Río Segundo de Alajuela, pasaba por debajo de una carretera paralela a la autopista General Cañas y desembocaba en una pequeña bodega de 84 metros cuadrados donde las autoridades descubrieron una llave de paso y 27 tanquetas para almacenar los hidrocarburos robados.
La sustracción se frenó este miércoles por la mañana, cuando Recope, el Organismo de Investigación Judicial y el Ministerio Público participaron en un operativo para detectar el punto exacto de la toma ilegal, cortar el suministro y reparar el poliducto.


Al llegar al lugar no hubo personas detenidas; sin embargo, la investigación continúa para identificar a los sospechosos y conocer el destino final de los combustibles.
Riesgo inminente de explosión
La identificación de este punto de robo se logró gracias a una denuncia anónima que llegó a Recope a inicios de marzo y al sistema de detección de fugas que protege los 415 kilómetros del poliducto. Este sistema permite detectar variaciones anormales en las presiones y flujos en los ductos durante el trasiego de los productos.
Fue así como llegaron a esta pequeña bodega, rodeada de locales comerciales, apartamentos y una guardería y a escasos metros de una de las principales rutas nacionales. Los delincuentes solo tenían los insumos necesarios para el almacenaje y una pequeña parrilla para asar carne. Recope sostuvo que el sitio no contaba con las “condiciones mínimas de seguridad” y donde existía un “riesgo inminente de incendio o explosión”.
César Alpízar, jefe de protección de bienes de Recope, explicó que ese almacenamiento precario y la inadecuada manipulación pudieron haber provocado una explosión que le causara la muerte a personas cerca de esa edificación. La misma compartía estructura con una cuartería, según precisó.
Además de las autoridades judiciales, en la operación participaron Bomberos, Dirección General de Migración y Extranjería y la Policía Municipal de Alajuela.
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Desde que en 2020 entró en vigencia la Ley 9852 que penaliza el apoderamiento ilegal de combustibles, Recope ha presentado 848 denuncias por robo de hidrocarburos.
“El robo de combustible ya no es un delito silencioso. Es una amenaza abierta a la vida, porque con una chispa, una fuga o una conexión mal hecha, se puede generar una tragedia”, afirmó Karla Montero, presidenta de Recope.
De acuerdo con la jerarca, este caso en particular representaba “un riesgo mortal para muchas personas inocentes”.


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En publicaciones anteriores de La Nación, se detalló que el país evolucionó del robo hormiga que se conocía en 1996, a grupos criminales organizados que cuentan con recursos para invertir en este delito y tienen muy bien delimitadas las asignaciones.
Por ejemplo, existen equipos especializados en perforar túneles y tuberías. Otros se encargan del robo, que ocurre, por lo general, en la noche y madrugada, incluso en sitios lejanos de donde está la toma. Le siguen los encargados de transporte, los de almacenamiento y quienes comercializan con terceros.
Se presume que el caso conocido este miércoles requirió de la perforación de un túnel de 6 metros para enlazar el poliducto con la bodega.
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