
Una intensa luz ha sido visible en los dos últimos días dentro del cráter del volcán Poás. Pero no se trata de lava, como algunos podrían pensar.
El cráter del volcán Poás mostró un brillo particular durante la noche del sábado y la madrugada del domingo, visible incluso en las cámaras web que vigilan el coloso.
La causa es la inflamación de azufre elemental, un fenómeno químico que ocurre cuando este mineral reacciona con oxígeno y altas temperaturas dentro del cráter.
Según explicó María Martínez, investigadora del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), este tipo de brillo responde a una reacción exotérmica —es decir, que libera calor y luz— generada cuando el azufre entra en combustión.
“A temperaturas alrededor de los 160 °C, el azufre nativo que se ha ido acumulando en el fondo del volcán puede inflamarse de manera espontánea”, detalló.
Esta acumulación de azufre no es casual. Proviene de la reacción de gases que escapan del magma, como el dióxido de azufre (SO₂) y el sulfuro de hidrógeno (H₂S), que se combinan y forman azufre sólido a medida que ascienden por los conductos del volcán.
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Condiciones favorables
El Poás, al ser un sistema magmático-hidrotermal activo, genera las condiciones propicias para que este fenómeno se pueda producir.
“El hecho de que sea muy brillante lo que sugiere es que la cantidad de azufre nativo que está ahí adentro es suficiente como para mantener una combustión por horas, de ese material, generando suficiente energía en forma de luz.
“Eso lo que indica es que el volcán Poás es un sistema muy rico en compuestos de azufre”, explicó Martínez.
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Además, el socavamiento parcial de los conductos del macizo, producto de las erupciones freáticas, estaría permitiendo la entrada de más oxígeno atmosférico, lo que facilita la combustión del azufre.
“Cada vez que el volcán hace erupciones y conforme pasa el tiempo, los conductos volcánicos, los pasajes por los que viajan esos gases, cenizas e inclusive el volumen de magma que está ahí empujando cierta profundidad, hace que internamente el volcán cambie su estructura.
“Por ejemplo, el diámetro de los pasajes, puede ser que se vayan ensanchando, agrietando o haciendo más permeables”, detalló la experta.
Actividad pulsante

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Martínez explicó que la actividad del Poás se caracteriza por ser altamente pulsante. Hay momentos en que disminuye la emisión de gas y de ceniza, pero de pronto pueden cambiar las condiciones, con erupciones de un mayor flujo de material.
“Es un volcán que en realidad difícilmente tiene periodos de reposo largos“, resaltó.
Prueba de ello es que en los dos últimos días no se registraron pulsos eruptivos ni columnas eruptivas ricas en cenizas tan altas como las de marzo que superaron los 1.000 metros de altura.
No obstante, a las 11 a. m. de este domingo, se registró una pluma de 600 metros.
El Poás está en erupción de cenizas y gases con un patrón continuo desde el 23 de marzo.
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