Por años, el cartel del Caribe Sur dominó las rutas de la droga en el Caribe y el Pacífico costarricense. A través de alianzas y traiciones, se consolidó como el principal abastecedor de droga en Costa Rica. Sin embargo, su caída por causa de un operativo del OIJ y la Fiscalía habilita una opción de cambio a nivel nacional.
En criterio del director de Ciencias Criminológicas de la Universidad Estatal a Distancia, Rodrigo Campos, la reciente caída del clan, luego del operativo más grande en la historia del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), abre una ventana de oportunidad para que el país rectifique el rumbo.
Por el momento, de acuerdo con Michael Soto, subdirector de la Policía Judicial, aunque organizaciones criminales continúan operando en el país, ninguna tiene la dimensión de esta agrupación, y los principales cabecillas de las bandas que le siguen en tamaño y poder están en prisión. De acuerdo con Soto, tomaría años para que una organización como esta vuelva a conformarse.
El criminólogo, por su parte, sostiene que se debe trabajar en mecanismos que permitan identificar con mayor celeridad el origen de las ganancias y detectar con tiempo el surgimiento de estructuras que crecen “sospechosamente rápido”.
A lo anterior, agregó el incremento en la inversión para mejorar el blindaje de las fronteras a través de nueva tecnología, como patrullaje automatizado con drones y sensores de vigilancia, los cuales, afirma, se utilizan en Europa y Estados Unidos.
“Es una inversión grande, pero si usted no vigila la cantidad de droga que ingresa, vamos a seguir teniendo un colador de frontera”, aseguró.
Para Campos, el abordaje, además, amerita un enfoque social que atienda con mayor esmero a las poblaciones en vulnerabilidad e invierta en programas deportivos, artísticos, culturales, oportunidades de empleo y estabilidad económica.
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“Hay grandes ausentes. Primero, lo que ocurre es muy pequeñito para el tamaño del problema. La inversión que hay (en programas preventivos) es ridícula, a veces tienen que hacer rifas. La gente del Ministerio de Seguridad que trabaja en lo preventivo tiene que hacer rifas de cosas que les donan para poder mantener el programa preventivo. Eso es una decisión política de no asignar recursos”, indicó.
Asimismo, insistió en que se debe prestar atención a la problemática de la adicción a las sustancias, que aqueja a miles de costarricenses cada año y representa un mercado para los traficantes de drogas.
En junio del 2024, La Nación reportó que, en promedio, desde el 2016, el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) atiende a 22.000 personas cada año. No obstante, desde el 2020, el número de pacientes creció en forma considerable. Ese año, 20.758 personas acudieron a las instalaciones del Instituto en busca de ayuda. La cifra aumentó a 21.278 en el 2021, a 23.765 en el 2022 y a 26.704 en el 2023.
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“Eso no se ha atendido; hay que atenderlo para que podamos tener una solución más integral. Tenemos tiempo justamente para eso”, indicó Campos.
‘No estamos viendo las causas’
El exdirector de la Policía Judicial, Rafael Guillén, manifestó a este medio que el hallazgo de estructuras como la del Caribe Sur responde a años de omisión y tranquilidad por parte de las autoridades y gobiernos. La falta de inversión en educación, en vivienda digna y oportunidades ha forjado el camino que llevó al país a los niveles de violencia que hoy afronta.
“Estas organizaciones no se hacen de la noche a la mañana. Han venido caminando y han venido reforzándose porque existe una omisión de las estructuras oficiales, que nos hemos descuidado y creíamos que no existían (...). Si no las detenemos, si no las desbaratamos, van a ahogar a este país, y eso es peligroso”, sostiene.
Guillén insiste en que aquellas personas que han sido afectadas por el abandono sociocultural y económico son “el caldo de cultivo” que alimenta a diario a los grupos criminales, y este fenómeno continuará avalando la formación de nuevas estructuras.
Para el exdirector, no es momento para que las autoridades se conformen con un golpe –como el operativo más reciente–; por el contrario, considera que es una oportunidad para blindar a la sociedad y dotarla de recursos que le permitan dejar de ver el crimen como una alternativa de subsistencia.
“Los gobiernos se han dedicado a cosas simples, a hacer cosas visibles por populismo político, pero han abandonado estos sectores, el sector más débil de la sociedad. Hemos empujado a estas personas al narcotráfico y a las organizaciones criminales. Estamos viendo el efecto y nos duele, pero no estamos viendo las causas”, añadió.
“Si no reforzamos la sociedad en las partes vulnerables, seguiremos soportando estas consecuencias”, concluyó.
