Una adolescente de 17 años escribió al WhatsApp del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) para confesar un secreto que guardaba desde hace tres años: mantenía una relación impropia con una persona que “la ha agredido” física, verbal y sexualmente en varias ocasiones. Sus padres no sabían nada porque los encuentros ocurrían en un lugar público alejado de su casa.
La joven aseguró que deseaba denunciarlo, pero el vínculo emocional no se lo permitía y solía sentir culpa y arrepentimiento. “Cuando se molesta tiene conductas agresivas”, relató en su mensaje.
Este es solo uno de los más de 44.000 casos atendidos entre enero y noviembre de este año por las líneas de ayuda del PANI, que reciben un promedio de 136 solicitudes de apoyo diarias de niños y adolescentes que enfrentan desde conflictos familiares hasta grooming, violencia doméstica, embarazos no deseados e ideas suicidas.
La Nación tuvo acceso a transcripciones de casos reales contados por las personas menores de edad (PME) en estos servicios gratuitos y conversó con las psicólogas encargadas de los canales de asistencia.
‘Era extranjera’ y le pedía fotos íntimas
Un adolescente de 16 años llamó a la línea 1147 para desahogarse sobre los conflictos con su madre. Durante varias conversaciones telefónicas, los profesionales del PANI identificaron que el joven estaba en riesgo porque interactuaba en redes sociales con una persona que decía ser menor de edad y “era extranjera”, quien le solicitaba fotografías íntimas.
Tras múltiples intervenciones tanto con el menor como con su progenitora, se logró brindar orientación y estrategias para fortalecer los vínculos familiares y proteger al adolescente.
Francciny Sánchez, psicóloga del PANI a cargo del WhatsApp institucional, explica que los adolescentes prefieren esta vía porque les permite una comunicación más impersonal. “No me están viendo, no escuchan mi voz, no pueden detectar si soy hombre o mujer. Tienen mucho miedo de revelar su nombre”, señaló.
Esta particularidad les permite ser más auténticos, pues “tienen más capacidad de expresar realmente lo que están sintiendo. Cuando escriben, redactan un mensaje extenso de todo lo que están viviendo o cómo se están sintiendo”, explicó Sánchez.
La psicóloga recordó un caso reciente que la marcó: una chica escribió para contar que tiene una novia cuyos padres no aceptan la relación y la violentan de manera verbal y física. “Tiene temor porque los papás ya se enteraron de que esta chica anda con ella. La noche anterior la habían agredido de manera física y perdió total comunicación con ella”, relató.
Embarazada camina kilómetros para el colegio
Una adolescente de 17 años con dos meses de gestación se contactó con la Línea Adolescente Madre para solicitar apoyo económico. La joven explicó que, debido a problemas médicos de su mamá, debían regresar a la casa del padre, quien tiene antecedentes de violencia doméstica.
La menor manifestó que las agresiones persistían y que carecía de recursos para comprar alimentos, ya que se encontraba en pobreza extrema y como si eso fuera poco, debía recorrer largas distancias caminando para asistir al colegio, lo cual le generaba malestar en el bajo vientre.
El PANI coordinó con el sistema de emergencias 911 y la adolescente fue trasladada a un centro médico. Posteriormente, se gestionó apoyo con el CEN-CINAI para paquetes de leche, un paquete de alimentos no perecederos, la aprobación de una beca educativa y su ubicación con un recurso familiar más seguro, lo cual le permitió seguir con su vida.
Carolina Murillo, psicóloga que atiende la Línea Adolescente Madre desde hace cinco años, explica que reciben consultas por “ansiedad, depresión postparto” y de aquellas que buscan apoyo porque “no saben de qué manera comunicar con su familia” su embarazo.
Sobre la demografía, señala que hay casos desde los 12 años por abuso sexual, pero “muchas son ya entre 15, 16, 17 años”. Las mayores muestran “más apertura de conversar” y frecuentemente afirman que “se sienten apoyadas por su familia”.
Murillo resalta que, con respaldo familiar e institucional, “la mayoría de las jóvenes sí lo logra con bastante éxito”, retomar sus estudios e incluso cursar “carreras universitarias”, pues el servicio las “motiva en sus proyectos de vida”.
Soledad y búsqueda de afecto virtual
Valeria Elizondo tiene ocho años de trabajar en la Línea 1147 del PANI, que atiende a personas menores de edad y a padres o encargados, así como la mensajería de Facebook. Atienden desde niños de seis años hasta adolescentes de 12 a 17 años, edad en que más ocurren este tipo de eventos.
La funcionaria destaca que reciben llamadas por conflictos familiares con padres ausentes. “Se identifica mucha demanda de los chicos en cuanto al tiempo que los padres no ejercen de manera satisfactoria para ellos, en donde no se les escucha, no hay comunicación en casa, hay mucha soledad en muchos momentos”, señaló.
Elizondo explicó que por eso los menores buscan redes de apoyo virtualmente en juegos en línea. Recordó el caso de un chico que tenía una “noviecita” que no vive en Costa Rica, a quien solo conocía virtualmente y que le mandaba dinero para comprar juegos. El menor estaba dejando sus estudios de lado por estar conectado a altas horas de la noche con esta persona.
Una joven de 14 años se comunicó de forma constante durante un largo periodo, con ese servicio de ayuda en donde recibió acompañamiento y orientación sobre su familia, amigos y pasatiempos. Tras superar la crisis, ella mostraba su agradecimiento por medio de dibujos, cartas e inclusive TikTok, convirtiendo este servicio en uno de sus principales recursos de apoyo.
En casos de mayor riesgo como autolesiones o ideas suicidas, las consejeras aseguran que se da seguimiento constante. “Así hemos ayudado a muchos chicos para darles contención, porque muchas veces esa es la necesidad, de poder dialogar con alguien que no los juzgue y que más bien los oriente”, manifestó Elizondo.

Fin de año: menos denuncias pero más violencia
Rodolfo Meneses, abogado del Patronato, confirmó que la institución registró 44.884 denuncias entre enero y noviembre de este año, frente a las 42.003 del mismo periodo del año anterior. Este incremento puede deberse tanto al alza real en los índices de violencia como a una mayor sensibilización de la población sobre los canales de denuncia gratuitos y confidenciales.
Sobre el comportamiento en fin y principio de año, Meneses señala una tendencia preocupante: aunque la cantidad de denuncias suele disminuir, los niveles de violencia son “más altos y más complejos”. Esto se atribuye al consumo excesivo de alcohol y drogas durante las festividades y eventos deportivos, lo que detona situaciones graves de violencia doméstica que requieren intervención interinstitucional.
El cierre del curso lectivo es otro disparador de consultas de estudiantes quienes temen decirle a sus papás que perdieron el año o porque no saben cómo afrontar que todos sus compañeros se están graduando y ellos no.
Sánchez explica que normalmente les escriben más chicos entre 14 y 16 años. Los temas más recurrentes son dinámicas familiares, “que mi mamá no me entiende o mi papá no me escucha o que no me dan permisos o que se sienten como solos en su entorno familiar”, también relaciones interpersonales a nivel de colegio y situaciones emocionales más fuertes como ansiedad, depresión e ideación suicida.
Meneses recuerda que para quienes no tienen redes de apoyo en estas fechas, los servicios del PANI (Línea 1147, WhatsApp, Facebook) están disponibles incluso durante los días feriados como el 24, 25, 31 de diciembre y 1 de enero.
