En los primeros seis meses del año, cuerpos policiales de El Salvador interceptaron, al menos, dos lanchas con matrícula tica y tripulación costarricense que llevaban más de 2,5 toneladas de cocaína compradas, presumiblemente, por carteles mexicanos.
Los datos no solo confirman el uso sistemático de rutas marítimas que parten desde Puntarenas, sino también una preocupante reconfiguración del mapa del narcotráfico en Costa Rica.
De acuerdo con fuentes cercanas a La Nación, algunas estructuras que operaban en Limón migraron a Puntarenas y se asentaron en las islas de Chira y Venado, en el golfo de Nicoya y, desde allí, están recibiendo clorhidrato de cocaína procedente de Colombia que tiene, como destino final, la frontera entre Guatemala y México.
Capturas millonarias
La más reciente detención fue anunciada el 7 de mayo por el presidente salvadoreño Nayib Bukele. La Marina Nacional de El Salvador detuvo un barco pesquero con matrícula costarricense, cargado con una tonelada de cocaína. La nave fue interceptada a 570 millas náuticas (1.055 kilómetros) al suroeste de la bocana El Cordoncillo, en el estero de Jaltepeque. Bukele indicó que el cargamento tenía un valor de $25,6 millones, es decir, unos ¢12.800 millones.
En enero, ya se había reportado una operación similar: ocho costarricenses fueron capturados a bordo de la lancha White Shark X, de matrícula GPC-07972, con 1,5 toneladas de cocaína valoradas en $39 millones (unos ¢19.500 millones).
Las coincidencias en las rutas y el perfil de los detenidos —en su mayoría oriundos de comunidades costeras del Pacífico, como Barranca— apuntan a que las islas del golfo de Nicoya están siendo utilizadas como plataformas logísticas para el narcotráfico internacional.

Narcos se mueven al Pacífico
Desde el 2022, las autoridades nacionales han observado cómo estructuras del narcotráfico, históricamente arraigadas en Limón, trasladaron sus operaciones hacia el Pacífico.
El año anterior, Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), lo explicó así en declaraciones a La Nación: “Hace dos años, aproximadamente, se empezó a ver esta influencia de cabecillas de Limón centro operando en el cantón central de Puntarenas y en las islas. También hay una migración hacia Osa y Puerto Jiménez".
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“Aquí hay un tema muy importante, cuando tenemos un caso o lugares donde no existe una contención muy clara del Estado costarricense, eso permite, de alguna forma, que grupos criminales aprovechen esa ausencia y se apropien de las vías de comunicación y de transporte.
”Estoy hablando directamente de Puerto Jiménez, ahí hay una falencia bastante importante, no tenemos una presencia directa del OIJ y muchas de las embarcaciones que están llegando, lo están haciendo en los alrededores de esta península de Osa", advirtió el jerarca de la Policía Judicial.
Las razones del cambio
Según fuentes policiales, la migración del narco hacia el Pacífico responde en gran parte al reforzamiento del patrullaje en el Caribe, donde fragatas de Estados Unidos, Colombia, Países Bajos y Reino Unido han doblegado la vigilancia desde el 2022. Estas fuerzas aliadas, con cooperación activa de sus territorios insulares —como Curazao, Bonaire y Saint Martin—, han bloqueado buena parte del paso hacia Europa y el este de EE. UU.
Ante ese cerco, los narcos comenzaron a explorar rutas menos vigiladas en el Pacífico costarricense, aprovechando la escasa infraestructura institucional, la vulnerabilidad social de muchas comunidades costeras y el limitado equipo de la Dirección de Guardacostas.
Guardacostas participa en operaciones conjuntas con Estados Unidos mediante uso de aviones radar, pero según reportes internos, el número de embarcaciones propias disponibles para patrullar el Pacífico es insuficiente, y muchas áreas quedan desprotegidas.

‘No van para El Salvador, pero sí suman’
Según Martín Arias, exdirector del Servicio Nacional de Guardacostas, la lógica de operación de estas redes se ha refinado en los últimos cinco años. En entrevista con este diario, detalló el perfil de las tripulaciones y la forma cómo las embarcaciones de bandera tica actúan en coordinación con cargamentos que zarpan desde Colombia.
“Hay que hacer un análisis de los últimos cinco años de las tripulaciones que se han capturado. Son barcos de pesca de mediana escala, desde 12, 15 hasta 20 metros. Las tripulaciones son gente de Golfito, Quepos y Puntarenas, y algunos pescadores son viejos y otros recién agregados. Y casi siempre aparece un colombiano a bordo, alguien radicado en Costa Rica con algún tipo de estatus migratorio”, detalló Arias.
Según explicó, los barcos realizan simulacros de pesca para disfrazar la operación. A menudo llevan poco hielo, poco pescado —incluso en mal estado— y zarpan.
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Algunas operaciones también incluyen un trasbordo marítimo a unos 700 o 1.200 kilómetros (km) mar adentro, donde las lanchas ticas reciben la droga de botes rápidos procedentes de Colombia. A partir de ahí, las embarcaciones navegan a cinco o siete nudos (unos 10 km/h) rumbo al norte, hacia el límite entre Guatemala y México.
De acuerdo con el exdirector de Guardacostas, estos trayectos hacia mar abierto pueden durar entre 10 y 12 días.
“El Salvador lo que ha hecho es actuar con buena información de inteligencia de Estados Unidos. Las lanchas patrulleras de ellos, aunque limitadas, salen a jugarse la vida a esas distancias. No es que los barcos van para El Salvador, pero ellos están interceptando y sumando”, concluyó Arias.
‘La droga se nos va a incrementar’
Hans Sequeira Cole, exdirector de la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS), advirtió en mayo anterior, durante su comparecencia ante la Comisión de Seguridad y Narcotráfico de la Asamblea Legislativa, que el país está perdiendo capacidad para interceptar cargamentos.
“El 80% de la droga proviene de Colombia y va a incrementar”, afirmó.
El exjerarca recordó precisamente los decomisos en El Salvador, como ejemplo de cómo la cocaína sigue saliendo por mar, aunque los números de incautaciones dentro del país se están reduciendo.
“No era como antes, yo ahorita no puedo responder si fue que cambiaron rutas, si es que se están desviando”, dijo Sequeira, al tiempo que sugirió revisar el modelo de vigilancia marítima y su articulación con la inteligencia territorial.
¿Quién está detrás?
La Nación le consultó a Randall Zúñiga, jerarca del OIJ, para conocer si las embarcaciones interceptadas en El Salvador tienen vínculo directo con las estructuras que operan desde las islas del Pacífico. Al respecto, indicó, sin brindar mayores detalles, que la investigación está abierta y que se trabaja en la trazabilidad del financiamiento, logística y redes de salida.