Asesinos en serie como Jeffrey Dahmer, Ted Bundy, Charles Manson o Richard Ramírez, condenados por crímenes violentos, suelen ganar aún más popularidad una vez en prisión. Bundy, culpable de decenas de homicidios, recibió cientos de cartas de amor tras las rejas. Ramírez, conocido como el “Acosador Nocturno” de Los Ángeles, incluso contrajo matrimonio con una de sus admiradoras.
Detrás de este comportamiento se esconde un fenómeno psicológico: la hibristofilia, también conocida como el “síndrome de Bonnie & Clyde”, una atracción sexual o emocional hacia personas que han cometido delitos violentos.
Este fenómeno, documentado principalmente en cárceles de Estados Unidos y Europa, fue identificado por agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en Costa Rica, tras detectar una serie de solicitudes inusuales dirigidas al Ministerio de Justicia y Paz luego de la detención de Gerardo Alonso Ríos Mairena, autor del asesinato de cinco estudiantes universitarios en Liberia, en enero de 2017.
LEA MÁS: La masacre de Liberia: el monstruo en la casa de al lado
“Posterior a la investigación, el Ministerio de Justicia nos pedían información en el sentido de que si era o no seguro de que esa persona, el imputado de esa causa, pudiera recibir visitas de femeninas (y también hombres)”, reveló a Revista Dominical por por primera vez el agente del OIJ Flavio Quesada, uno de los encargados de dirigir las pesquisas del crimen que estremeció Liberia hace ya ocho años.
“Había una gran cantidad de mujeres que querían visita conyugal. Vea el nivel de enfermedad de algunas personas. Un crimen tan atroz, hizo algo tan bajo”, agregó Quesada.
Ríos Mairena purga pena máxima en el Centro Penitenciario La Reforma desde enero de 2018, cuando en los tribunales de Liberia fue hallado culpable por cinco delitos de homicidio calificado, un intento de homicidio calificado y un abuso sexual a persona mayor de edad.
Los hechos por los que se le condenó se remontan a un año antes, cuando la madrugada del 19 de enero de 2017 ingresó a la casa donde residían cuatro estudiantes universitarios, y dos personas más que esa noche estaban de visita, entre ellos, una menor de 14 años.
Ríos ató de manos y pies a los seis jóvenes, colocó trozos de tela en sus bocas y, sin manifestar sus motivos, degolló uno a uno dentro de una de las habitaciones de la vivienda. Solo la menor de edad sobrevivió al ataque.
Semanas después, las autoridades policiales determinaron que el hombre tenía una fijación sexual por una de las víctimas, y por eso habría orquestado la masacre.
¿Por qué hay quienes sienten atracción por este tipo de criminales? El sexólogo John Money investigó el fenómeno por primera vez en 1986. Lo explicó como la atracción o la necesidad de formar un vínculo con un asesino. Expertos han determinado que sucede en mayor parte a mujeres heterosexuales.
El comportamiento puede ir desde escribir cartas, hasta llamarlos en prisión, visitarlos, ayudarles económicamente, casarse con ellos, e incluso, volverse sus cómplices. Por ello, a este fenómeno se le conoce también como el síndrome de “Bonnie & Clyde”, en referencia a la pareja criminal estadounidense de la Gran Depresión, responsable de asaltos a bancos, secuestros y múltiples homicidios.
¿Cuántas personas con el síndrome nos rodean? No existe una cifra, por lo que no es posible saberlo.