
En Costa Rica, cada vez más niños y adolescentes son alcanzados por proyectiles de arma de fuego. En los últimos cuatro años, la cifra de menores atendidos con heridas de bala en servicios de emergencias creció en un 82%.
Entre 2021 y el 2024 438 menores de edad llegaron a las salas de emergencias, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social. En ese primer año se registraron 79 casos, cifra que siguió un crecimiento sostenido hasta el 2024, cuando el número ascendió a 144, lo que equivale a un herido cada 2,5 días.
Desafortunadamente, la tendencia se mantiene en 2025: entre enero y el 13 de agosto, la Caja contabilizó 86 casos y ya alcanzó la estadística de todo el 2022, cuando hubo 87 atendidos. Estos datos equivalen a casi tres niños o jóvenes menores de 18 años que reciben una herida por arma de fuego a la semana.
Aunque en este cuatrienio debe considerarse el impacto del confinamiento durante la pandemia, el aumento de víctimas coincide con la expansión de la violencia a nivel nacional, pues en ese periodo los homicidios crecieron de 588 en el 2021, a 880 el año pasado, incluyendo el 2023, el año más mortífero en la historia de Costa Rica con 907 asesinatos.
El problema, sostienen especialistas, es que ahora esa violencia no distingue espacios y llega hasta donde niños y jóvenes deberían estar a salvo.
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“Las bandas criminales ya no tienen escrúpulos si hay una persona menor de edad presente; esos límites que tenían y respeto a la autoridad, cada día han disminuido y la seguridad del país cada día está más afectada”, indicó Rocío De La O, fiscala adjunta de la Fiscalía de Atención de Hechos de Violencia en Perjuicio de la Niñez y Adolescencia (Fanna).
El caso más reciente ocurrió el pasado 10 de setiembre en Cipreses de Oreamuno, cuando un niño de tan solo 6 años recibió un impacto de bala en el brazo, durante el mismo ataque en que su padre, un hombre de 33 años, fue asesinado de varios disparos.
Los gatilleros huyeron del sitio a bordo de una motocicleta, al tiempo que el menor fue trasladado al Hospital Max Peralta en condición estable, según informaron las autoridades esa noche, tras atender el incidente.
Infancias vulnerables
Entre 2021 y agosto de 2025, 75 niños de entre cero y nueve años fueron alcanzados por proyectiles de arma de fuego. Este rango de edad representa solo el 14,3% del total de los casos.
La segunda franja más afectada corresponde a los niños de entre 10 y 14 años: 87 han requerido atención en centros médicos en el mismo periodo. En este grupo, los heridos se duplicaron con respecto al 2021, cuando se reportaron únicamente 12 casos. Para 2024 la cifra cerró en 24 y, en los primeros ocho meses de 2025, ya se contabilizan 19.
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“Es una situación que viene en aumento”, asegura Alejandro Molina, coordinador del operativo nacional de la Cruz Roja Costarricense.
Molina explicó a La Nación que la Cruz Roja atiende dos tipos de escenarios cuando se trata de menores de edad heridos por arma de fuego. El primero es el accidental, por acceso a armamento sin supervisión de un adulto, el segundo, producto de violencia armada. Este último, dice, crece y “preocupa”.
“Nosotros notamos un incremento en las agresiones directas a menores de edad. Es más evidente ya por un tema social, que ya le tocará a las autoridades investigarlo. Los menores de edad se vienen involucrando con temas de criminalidad”, dice Molina.
Desde hace varios meses, las autoridades judiciales advierten que los jóvenes se convierten en reclutas para las organizaciones criminales y ocupan desde los puestos más bajos hasta ciertos liderazgos dentro de las bandas.
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En abril, el subdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Michael Soto, afirmó a este medio que la sangre la están poniendo jóvenes entre los 16 y los 30 años.
Si bien los datos de la Caja no detallan el contexto de los menores heridos por arma de fuego, las cifras reflejan un crecimiento significativo en víctimas entre los 15 y 17 años, que constituyen el 69% del total desde 2021.
Desprotección juvenil
En ese año, se reportaron 54 heridos con dichas edades; 2024 cerró con 99 (83% más) y, hasta agosto del presente año, se contabilizaron 63.
En algunos casos se trata de víctimas colaterales, pero en otros, los menores son, en apariencia, el objetivo de los gatilleros, como sucedió el pasado 16 de enero, cuando un adolescente de 15 años resultó herido de bala en la vía pública, en Fray Casiano, Puntarenas.
Según informó entonces la Policía Judicial, el ataque ocurrió a las 8:50 p. m., cuando el menor fue interceptado por dos hombres que viajaban a bordo de una motocicleta, abrieron fuego y lo impactaron en el abdomen.
“Uno de los factores es el debilitamiento en el sistema de educación. También el índice de pobreza y la baja posibilidad de tener un trabajo estable, bien pagado. Esto incide en que muchas personas con un nivel académico muy bajo opten por dedicarse a actividades que les permitan obtener recursos para poder mantener a una familia”, explicó Rocío De La O, fiscala adjunta de la Fanna.
Esto, dice, causa que muchos menores abandonen la escuela, no aprendan un oficio y carezcan de una profesión que les permita ganarse la vida de forma legítima.
“Ahí es donde se disparan los índices de violencia”, añadió.
Por su parte, Floribeth Rodríguez, coordinadora de la Fanna, señala que el incremento de la violencia hacia los menores también se debe a la proliferación de discursos de odio, la deslegitimación de las autoridades y el debilitamiento del Estado social de derecho.
“Cuando un Estado social de derecho falla, y fallan todas las instituciones que están a su alrededor, esto se convierte en caldo de cultivo para el crimen organizado. Un país que ya no invierte en educación, que ya no invierte en seguridad social y que deslegitima la autoridad, produce que el crimen organizado pueda salir y escoger un niño, una niña”, dice Rodríguez.
“Este trabajo les va a dar un resultado de la cárcel, la muerte o el hospital, lamentablemente”, sentenció.
Heridas más letales
El 7 de marzo pasado, un bebé de seis meses fue asesinado en un triple homicidio dentro de una vivienda en Jardines de San Ramón, en Alajuela.
Durante el ataque, entre disparos indiscriminados, fallecieron también un adolescente de 16 años y una mujer de 34. El bebé alcanzó a llegar al Hospital Carlos Luis Valverde Vega, pero murió pocos minutos después.
De acuerdo con Alejandro Molina, coordinador de la Cruz Roja, los casos de violencia que involucran menores de edad son, debido a la fisonomía de sus cuerpos, muy catastróficos y, en el contexto de la violencia a nivel nacional, cada vez más violentos.
“El problema es que en este país los ‘sicarios’ no disparan una o dos veces, disparan todo el cargador, entonces las lesiones son abundantes”, afirma.
Aunque la posibilidad de que un menor sobreviva depende de la naturaleza del ataque, Molina asegura que la tolerancia de un niño o adolescente es mucho menor que la de un adulto, quien, según su peso, puede soportar una mayor pérdida de sangre.
“Basta con que (un niño) pierda una cantidad de sangre tal vez no significativa para un adulto. En un menor de edad sí es catastrófico”, dijo.
Este año, según datos del OIJ, han fallecido 25 menores de entre 12 y 17 años en ataques armados, además de 7 niños menores de 12 años.