El 3 de noviembre de 2019 tres mujeres fallecieron tras ser arrastradas por el río Toro en el Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco, en Venecia de San Carlos. Ellas, Ione Meléndez, Amanda Wu y Paula Rodríguez, contrataron una supuesta agencia turística que las llevó a un lugar de acceso restringido a cambio de ¢25.000. En esa misma expedición, junto a Paula, iba Camila Arrieta, que se salvó milagrosamente de ser arrastrada, pero vio cómo su amiga se le resbaló entre los dedos y horas después, fue encontrada sin vida tres kilómetros río abajo.
Camila es una testigo clave en la investigación judicial donde figura como principal sospechoso un individuo de apellidos Rodríguez Mendoza, por los presuntos delitos de homicidio culposo y desobediencia a la autoridad, pues habría sido él quien coordinó la expedición en la que Meléndez, Wu y Rodríguez fallecieron. De acuerdo con Arrieta, “él (Rodríguez) nunca nos dijo que era un lugar prohibido, que era un parque nacional o que era un lugar peligroso, ni tampoco nos dijo que entrábamos bajo nuestro riesgo, no firmamos ningún papel, solamente fue ‘vamos, por aquí es’”.
La testigo recuerda el acontecimiento con detalle. Asegura que el propio investigado invitó a todos los integrantes de la expedición a tomarse fotografías sobre una gran piedra en medio del río, ella y Paula quedaron entre las últimas en subir por su fotografía, fue en ese momento cuando se vino la gran crecida del caudal.
“Las otras dos chicas que murieron (Amanda Wu y Ione Meléndez, ambas de 22 años), estaban de frente a la catarata, entre la piedra grande y la catarata, entonces a ellas el agua les pegó de frente, se las llevó de inmediato. Había una chica que fue la que quedó arriba de la piedra cuando se vino la cabeza de agua, a ella no le pasó nada porque esta piedra es gigante.
“Paula y yo estábamos intentando subir a la piedra alta para la foto. En el momento que se vino el agua, Paula se devolvió y yo quedé con ella atrapada en pleno río, entonces yo le dije a ella que se sostuviera de lo que pudiera, que abrazara la piedra, pero ella se desconectó totalmente, tenía la mirada ida, no hacía conexión conmigo, no acataba nada de lo que yo le decía. Creo que estaba en shock, porque yo estaba de espaldas a la catarata, pero Paula estaba de frente, y el haber visto esa cantidad de agua venir fue lo que la hizo quedar paralizada”, rememoró Camila detalladamente.
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Mientras pasaba todo esto, explicó la sobreviviente, Rodríguez habría salido corriendo del lugar. No lo volvería a ver hasta que logró salir con vida del parque. “Nos dejó abandonados”, reclamó Arrieta.
Ella recuerda que el caudal del río subió al punto que ya no lograron sostenerse más, “entonces yo me dejé ir, me solté, y el río me llevó a impactar con otra piedra, de la cual yo me abracé con todas mis fuerzas”. En ese momento, Camila sintió a Paula chocar contra su espalda, por lo que ella extendió rápidamente su brazo izquierdo para intentar agarrarla, “pero ella no me respondió, yo estaba intentando abrazar la piedra con mi brazo y mis piernas, mientras sostenía a Paula con mi otro brazo, pero por más que la sostuve, ella estaba entregada, se me resbaló del brazo y el río se la llevó”.
‘Un ángel nos sacó a los cinco que estábamos atrapados’
Arrieta permaneció abrazada a una piedra durante al menos veinte minutos, “me recé como cinco ‘padrenuestros’”, explicó. En total, ocho personas quedaron atrapadas en el caudal, de las cuales tres fallecieron. Según el relato de la entrevistada, cinco personas quedaron en distintos lugares, los que corrieron con mejor suerte quedaron sobre piedras, por lo que no fueron arrastrados por la corriente.
“Fueron como veinte minutos en los que uno se pregunta si los que está pasando es real, es controlado o es parte del tour, hasta que uno entra en conciencia de que es un desastre natural y que me tengo que agarrar con todas mis fuerzas o me muero. El nivel del agua iba subiendo y subiendo, ya lo tenía en el cuello, y en eso apareció un muchacho, probablemente vio mi cabeza nada más. Hasta la fecha yo digo que fue mi ángel.
“Se acercó hacia donde estábamos atrapados, no era parte del tour, creo que entró con otros dos amigos, era como gente de la zona que fue a pasear a la catarata. Desde la orilla hasta donde yo estaba habían unos cuatro metros, con todo el caudal del agua en medio. Yo no me podía soltar porque el agua me llevaba y él no se podía arriesgar acercándose más a mí. Él fue súper valiente, se soltó de donde estaba agarrado para acercarse un poco a mí y lograr que nuestros brazos se alcanzaran para poder jalarme”, recordó Camila.
Para lograr salir, ella tuvo que soltarse de la piedra e impulsarse hacia la izquierda, en sentido contrario al caudal del río. Para ella era un sólo segundo, una sola oportunidad. Aunque no recuerda la identidad del “ángel” que la salvó, sí recuerda que el hombre terminó completamente golpeado, porque fue él quien salvó a las cinco personas que quedaron atrapadas en el lugar. “Él nos sacó a todos”, explicó la entrevistada.
Pero su historia no terminó ahí, pues aún debían caminar una hora para salir del parque nacional. En medio del shock, con un dedo quebrado y con múltiples golpes, volvieron sobre sus pasos para, finalmente, llegar al primer río que cruzaron al inicio de la fatídica travesía, donde les esperaban el resto de integrantes de la expedición y fueron atendidos por paramédicos.
Para Camila, la expedición terminó cuando la dejaron en el aeropuerto Juan Santamaría, sola. “Yo tenía otro tour comprado con ellos, a isla Tortuga, poco después me contactaron a ver si lo iba a realizar y obviamente les dije que no, y ni la plata me devolvieron”, señaló.
Aunque ella sobrevivió al traumático evento, padeció estrés postraumático y debió someterse a seguimiento psicológico durante algunos meses. “Se me soltó una persona de las manos, es un sentimiento de culpa porque quise haber hecho algo más para evitar al menos una de las tres pérdidas”, lamentó Arrieta.
“El paseo me pasó la factura, por pura imprudencia, pero también uno entrega su confianza y su vida a estas personas que sencillamente buscan lucrar, creen que por haber entrado unas cuantas veces pueden empezar a cobrar para llevar gente y exponerla a lo que pueda pasar. Que sigan haciendo esto, me deja sin palabras. Les duró muy poco el impacto”, concluyó la sobreviviente.