El juicio por el feminicidio de María Fernanda Quesada Gutiérrez dará inicio este lunes 8 de mayo en el Tribunal Penal de Santa Cruz, Guanacaste. La audiencia, pactada para las 8 a. m., se extenderá hasta el próximo 19 de mayo.
El crimen que se juzgará en este debate ocurrió el 3 de marzo de 2022 en Garita Nueva de Tamarindo, Santa Cruz.
Según la Fiscalía, el esposo de Quesada, un hombre de apellidos Rovira Vargas y principal sospechoso, llegó a la casa de la víctima y la apuñaló en la cabeza y la espalda, causándole la muerte en el sitio.
Poco después del asesinato, Rovira, de 40 años, intentó escapar, pero fue detenido por oficiales de la Fuerza Pública cuando conducía su vehículo por San Pedro de Santa Cruz, a 26 kilómetros de distancia de donde se registró el crimen.
En el momento en que ocurrieron los hechos, Rovira tenía impedimento de acercarse a la víctima, de 28 años, ya que ella contaba con medidas de protección luego de denunciarlo por violencia doméstica.
De acuerdo con la Fiscalía Adjunta de Santa Cruz, contra el hombre existían dos causas, una por presunta violencia doméstica y otra por supuesto incumplimiento de medidas de protección.
El Juzgado de Familia de Santa Cruz precisó que a favor de la víctima existían medidas de protección por un plazo de un año. Ese periodo comenzó a correr en diciembre de 2021, según el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial.
María Fernanda Quesada Gutiérrez, quien era oriunda de Tilarán, Guanacaste, y madre de dos niños de dos y nueve años, estaba casada con Rovira desde el 6 de abril de 2019. El menor de sus hijos era fruto de la relación entre ambos.
Los dos niños fueron ubicados con recursos familiares por la Unidad Regional de Atención Inmediata de la Región Chorotega del Patronato Nacional de la Infancia (PANI). El menor está con sus abuelos maternos y el mayor, producto de otra relación que tuvo la joven, está con su papá.

Alegre, feliz y bondadosa
Rosibel Gutiérrez, tía de María Fernanda, la describió, poco después de su muerte, como una mujer alegre, feliz y bondadosa a la que le gustaba ser independiente y que se dedicaba por completo a sus hijos y a su hogar. Siempre tenía algún consejo o chiste para quienes estaban a su alrededor y buscaba la forma de que todos se sintieran bien.
“La justicia se la dejamos a Dios y a la Policía. Sé que él va a tener su merecido, por eso lo único que pido es que lo castiguen lo máximo que se pueda. Ella era una madre cariñosa y una mujer excelente. No merecía eso, lo amaba y él se aprovechó de todo eso para hacer lo que hizo”, explicó doña Rosibel.
Hasta el 13 de febrero anterior, el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia mantenía 17 muertes de mujeres ocurridas en este año pendientes de clasificar como feminicidios u homicidios”.