
Investigaciones judiciales motivaron dos nuevos allanamientos este jueves en torno a la muerte de Samuel Arroyo Valverde, el niño de ocho años fallecido luego de que una bala perdida lo impactó la noche del 26 de febrero en el caserío La Gloria, en Zapote.
Desde las 6 a. m. de este viernes comenzó la acción en calles y alamedas de finca San Juan, Pavas. La Sección Penal Juvenil tiene indicios de que ahí podrían vivir algunos de los involucrados en una serie de tiroteos entre pandillas que se disputan territorios para la venta de drogas y que la noche de aquel domingo y la madrugada del 27 de febrero protagonizaron las balaceras.
A las 10 a. m. el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) informó de que aún no se tenían personas detenidas, pero se encontró un automóvil que sería de interés para la investigación.
El objetivo es reunir elementos para aclarar el homicidio del menor, quien perdió la vida en el Hospital Nacional de Niños, dos días después de recibir el balazo que le ingresó por una ingle y siguió hasta el corazón, mientras dormía en su cama.
El carro decomisado este viernes fue sellado y llevado hasta los laboratorios forenses en San Joaquín de Flores, en Heredia. Al mediodía los agentes seguían realizando inspecciones en las viviendas para tratar de obtener más indicios.
La acción policial estuvo a cargo de agentes judiciales en coordinación con la Fiscalía Adjunta Penal Juvenil y la Fiscalía Adjunta del Segundo Circuito Judicial, con apoyo del Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT), del Organismo de Investigación Judicial.
Hasta el momento, solo un adolescente de 15 años quedó detenido el 2 de marzo en Zapote, como sospechoso del asesinato. Los agentes judiciales allanaron su casa para encontrar posibles elementos que lo vinculen con el crimen.
El Juzgado Penal Juvenil acogió la solicitud de la Fiscalía y ordenó dos meses de internamiento en su contra mientras avanza la investigación.
Por tratarse de una bala perdida, uno de los principales objetivos de las autoridades es encontrar el arma usada para sustentar la acusación, donde las pruebas científicas serán determinantes para poder aclarar lo caso, pues al parecer el proyectil viajó desde una distancia lejana.
El día del tiroteo, Samuel Arroyo fue llevado en un carro particular al Hospital Calderón Guardia, donde recibió la primer cirugía y luego se le trasladó al Hospital Nacional de Niños, donde se sometió a otras tres intervenciones y desafortunadamente falleció.
La bala atravesó la casa, la cama e impactó al niño, víctima colateral de la guerra entre organizaciones criminales. En días anteriores trascendió que uno de esos grupos es conocido como Los Fox, que incluso tiene la barriada llena de grafitis, para marcar el territorio.
El padre del menor, Luis Arroyo, y su esposa, Ana Valverde, piden justicia al considerar inadmisible que un niño de esa edad vea sus sueños truncados por un pleito de bandas.