El edificio América se levanta en uno de los puntos más transitados de la capital, donde a diario decenas de personas pasan frente a su fachada camino al trabajo, o mientras esperan el bus. Su estructura marca el final de la avenida Central y, justo al frente, se ubica lo que fue uno de los comercios más emblemáticos del centro: el bar y restaurante Chelles.
Pese a su ubicación, el inmueble forma parte de los 441 edificios que un grupo de profesores e investigadores de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tecnológico de Costa Rica (TEC) catalogó en mayo como desocupados o parcialmente desocupados, tras analizar 1.260 predios en 100 cuadrantes de la ciudad.
Según el Cuerpo de Bomberos, las plantas superiores del América permanecen desocupadas desde hace más de una década.
La tarde del lunes, las fuertes ráfagas de viento acompañadas de una intensa lluvia provocaron el colapso de varios de sus ventanales. Al menos cinco pisos perdieron partes de su estructura y, hoy, delgados mecates sostienen los marcos de las ventanas contra las columnas.

Este fue uno de los primeros edificios a los que se acercó el grupo del Tecnológico, en agosto de 2023, como parte del proyecto de Reactivación Inmobiliaria del Centro Histórico de San José, que busca solucionar uno de los mayores desafíos de la capital, recuperar el uso residencial y potenciarla como destino turístico.
“Se les planteó una reforma del edificio para uso habitacional, una presupuestación y un modelo de negocio”, afirmó Tomás Martínez, coordinador de la iniciativa.
La propuesta incluía dotar espacio para dos comercios, cinco apartamentos con cocina, área social, lavandería y terraza. Los planos planteaban un diseño que mezclaba acabados de ladrillo, simulación de madera, paredes de concreto y vegetación.
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En un componente climático, se propuso un patio de luz para mejorar la ventilación, reducir la transmisión de calor y refrescar los espacios mediante el flujo de aire. El proyecto también contemplaba planos eléctricos, mecánicos y de seguridad, así como una estimación de costos para repoblar el inmueble.

Los propietarios, afirma Martínez, accedieron a someter el edificio a estudio, pero la iniciativa no avanzó. No obstante, tal como se llevó a cabo con el edificio América, el equipo ha trabajado en propuestas para otras edificaciones desocupadas o parcialmente desocupadas en el casco central.
Actualmente, confirmó Martínez, colaboran con la Municipalidad y propietarios de tres inmuebles que sí decidieron avanzar en su proyecto de readecuación.
Uri Rudelman, abogado y administrador del edificio América, afirmó desconocer la propuesta del TEC; no obstante, indicó a La Nación que el inmueble forma parte del plan piloto de la Municipalidad para repoblar el centro.
Agregó que cuenta con renders y estudios, pero que la inversión requerida asciende a varios cientos de miles de dólares y, mientras no exista claridad sobre las regulaciones, ni anuencia por parte de las autoridades, no es posible llevar a cabo el proyecto.
“Este no es un problema de este edificio, es un problema de más de cien edificios”, indicó.
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¿Por qué colapsó la fachada?
Los ventanales cedieron tras fuertes ráfagas de viento y los escombros, de vidrio y metal, cayeron sobre la calle y algunos vehículos que transitaban por el lugar. La Cruz Roja Costarricense confirmó que nadie resultó herido.
“Por falta de mantenimiento se vino abajo como una piel”, comentó Martínez, coordinador del proyecto del TEC.
Por su parte, el administrador del inmueble rechazó “enfáticamente” que la estructura se encuentre en estado de abandono o descuido. Rudelman aseguró que el incidente obedeció a ráfagas de viento que superaron los 100 kilómetros por hora y que, en su criterio, se trata de un caso de fuerza mayor.
“No es correcto tratar de decir que hay un edificio abandono, que no se ha prestado atención. Eso se llama fuerza mayor. Si pasa una ráfaga de viento, pudo haber destechado el edificio más nuevo que había”, manifestó a este medio.

Por su parte, Rolando Leiva, especialista en protección contra incendios del Cuerpo de Bomberos, quien acudió la mañana de este martes a inspeccionar la zona, explicó que se trata de una edificación tipo muro cortina, con un único panel que recorre toda la fachada.
La construcción, detalló, es común y suele ser segura. Sin embargo, en este caso, los años de desuso pudieron haber debilitado la estructura hasta provocar que cediera. “Al ser una única cortina alrededor del edificio, cuando falla un tramo, normalmente culmina en una zona más grande afectada”, señaló.
Leiva agregó que la Municipalidad mantiene reportes de edificios altos en desuso y que el Cuerpo de Bomberos trabaja de cerca con el ayuntamiento para inspeccionar aquellos que podrían representar un riesgo para los transeúntes.
El especialista advirtió que el abandono de edificaciones en la capital genera peligros estructurales, pero también eléctricos, que pueden culminar en incendios.
Aviso al propietario
La Municipalidad de San José acudió la mañana de este martes al sitio para inspeccionar la edificación y los daños ocasionados en los alrededores.
Roy Allan Jiménez, arquitecto de la gerencia de Gestión Municipal comunicó que el municipio notificó al propietario del inmueble para que proceda a asegurar la estructura y, de esa forma, se garantice la seguridad de los peatones y vehículos que transitan por la zona.
Asimismo, se le solicitó hacer las reparaciones de la fachada, hacerse cargo de la limpieza de escombros y responsabilizarse por los daños causados a terceros.
“Es importante señalar que al ser esta una estructura privada, corresponde a los propietarios el debido mantenimiento de las estructuras”, afirmó el arquitecto.
Para el abogado penalista Federico Campos los funcionarios municipales no pueden simplemente “lavarse las manos” y lanzarle la responsabilidad solamente al dueño del inmueble ignorando la suya.
“La ley los obliga a atender y evitar esos peligros”, afirmó el abogado ante consultas La Nación.
De acuerdo con Campos, los daños producidos por estructuras “en abandono y en estado ruinoso” también implican una responsabilidad del ayuntamiento, que tiene conocimiento del estado de las estructuras y del peligro que representan para los transeúntes y vehículos.
El abogado asegura que el ente municipal, al no tomar las medidas necesarias para “evitar una desgracia”, genera una responsabilidad civil solidaria, junto con el dueño del edificio, que conlleva a indemnizar los daños o las lesiones producidas con el desprendimiento de estructuras.