¿Hasta qué punto estamos tratando a un perro como si fuera un ser humano? La llamada humanización de las mascotas puede tener consecuencias negativas para el animal, para la familia con la que vive y para personas externas.
El suceso del perro que mordió a un niño en Multiplaza Escazú pone nuevamente esta situación en el tapete.
Sin embargo, antes conviene preguntarse ¿a qué nos referimos con “humanizar”? Para David Peiró, director del director del Instituto de Etología y Bienestar Animal Fugaus y para Silvia Coto Mora, directora del Colegio de Médicos Veterinarios, primero hay que entender lo que muchas veces se confunde con humanización, pero no lo es.
“No es humanización abrazarlos, hablarles, mimarlos, que duerman en el cuarto. Estar pendiente de darles lo mejor es ser un tutor responsable. Humanizar es atribuir capacidades humanas al perro y esperar que se comporte como si fuera, por ejemplo, un niño que no habla, cuando no lo es”, señaló Peiró.
Coto añadió: “Hay muchas cosas discutibles. Todo depende del extremo al que te vayás. La gente habla de la ropa de mascotas. Yo no tengo problema con un abriguito a un chihuahua que viven en un eterno frío o que es un animalito geriátrico y que probablemente padezca de problemas en articulaciones. Otra cosa es tenerle el ajuar de quinceañera, ¿lo necesita la mascota o no? Ahí nos estamos saliendo de ese equilibrio. Una cosa es el abrigo y otra tener el closet con 50 outfits para tomarles fotos y subirlos a Instagram. ¿Al perro le gusta?"
Otro ejemplo que dio Coto fue con los cochecitos, hay perros con problemas de movilidad o discapacidad que podrían requerirlos.
“Humanizar es violentar esa libertad del perro para actuar según su naturaleza. Hay quienes quieren que el perro no ladre. Se les educa, se les enseña a socializar, a convivir, pero no podemos pretender que no ladren del todo”, dijo Coto.
Los riesgos de humanizar

Según los expertos, darles características de humano a los animales les crea confusión, lo que podría desembocar en estrés, ansiedad, alergias y problemas digestivos. Y si esto incluye darles de nuestra comida o una dieta similar a la nuestra también podría causarles sobrepeso, obesidad y otros problemas metabólicos.
A esto se le añaden problemas en salud mental, como ansiedad, depresión y problemas de comportamiento.
Otro punto importante es que, por más dócil o amigable que sea el animal, no puede caminar sin correa en sitios públicos. A esto Peiró agrega que los perros de más de 18 kilos, independientemente de su raza, deberían usar bozal en sitios públicos.
“Cualquier perro puede morder. Por más amigable que creamos que hay. No sabemos si hay tensiones, estímulos, miedos. Es un instinto. Cuando pesan más de 18 kilos pueden ser letales, tiene la potencia, el tamaño, el peso. Por eso el bozal es necesario”, destacó.
“El perro es boca (por la boca causa daño). Yo abogo por la introducción positiva de bozal. Puedo empezar a meterle premios, para que lo asocie con cosas positivas”, agregó.
El especialista manifestó que el bozal debe ser de cesta, no de lona, que permita la movilidad, de la boca, pero no agredir a nadie más.