
Ámbar es agente del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y su participación fue clave para resolver el femicidio de la empresaria Ligia Faerron Jiménez, sepultada en una fosa en una finca de 61 hectáreas en Javillos de San Carlos.
Ámbar no es una agente cualquiera, sino una canina, una Bloodhound de tres años, quien ayudó a rastrear donde estaba el cuerpo de la sancarleña el 15 de octubre anterior.
Los cuerpos policiales del mundo escogen a los Bloodhounds, sabuesos de origen belga, por su extraordinario olfato. Al tener un hocico grande y con mayor número de células olfativas, tienen una herramienta poderosa, especialmente para el rastreo.
Esta agente, si bien tiene una corta trayectoria en la Policía Judicial, ha sido determinante para aclarar varios homicidios, no solo el de Faerron.
En el 2023, Ámbar fue entrenada y aún no participaba en casos reales. Fue a partir del año pasado cuando comenzó su labor operativa. Desde entonces, ha intervenido en al menos 11 investigaciones con homicidios resueltos.
Además de Ámbar, la Policía Judicial cuenta con otra agente canina de la misma raza de nombre Luna, ambas en labores operativas.
“Cuando un perro está por encontrar un rastro da una alerta, que es un cambio en la postura corporal y un aumento en la respiración, detecta el olor para el que está entrenado, en el caso de ellas se sientan y nos señalan con el hocico”, explicó Alejandro Castillo, jefe de la Unidad Canina del OIJ.
Ámbar ha estado involucrada múltiples pesquisas relacionadas con privaciones de libertad, tortura y muertes, donde se presume que enterraron a las víctimas, según un recuento del OIJ.
Casos del 2024
En abril del 2024, por ejemplo, Ámbar participó en la búsqueda de un adulto mayor desaparecido y fallecido en Esparza. En ese caso, localizó partes del cuerpo en un área abierta.
Un mes después, en mayo, ubicó el cuerpo de un hombre en La Guácima de Alajuela, también “en un sitio abierto y con alta complicación de topografía”, detalló el OIJ.
En junio, localizó el cuerpo de Julieta Fernández Calderón, quien fue enterrada en una fosa en Tarrazú. Por este caso el 14 de octubre anterior, un hombre fue sentenciado a 35 años de prisión, tras aceptar los cargos y someterse a un procedimiento especial abreviado.
En octubre, Ámbar fue clave en el hallazgo del minero Isaac Picado Villalobos, desaparecido tras el colapso de un talud en una mina en Las Juntas de Abangares. La can localizó el cuerpo después de una gran remoción de tierra con maquinaria.
Y en noviembre ubicó a un extranjero desaparecido en Puriscal, también enterrado en una fosa.
En la larga lista de ejercicios especializados, Ambar ha estado en las escenas de tres femicidios.
El primero, el de Nadia Peraza, donde se investiga a un sujeto de apellidos Buzano Paisano, quien habría escondido el cuerpo de la muchacha dentro de una refrigeradora, en San Rafael de Heredia.
También intervino en el caso de Kimberly Araya, cuyo esposo, Deive Oldemar Pérez Mena, la asfixió y lanzó su cuerpo en una ladera del cerro Zurquí. Pérez fue condenado a 35 años de prisión, luego de aceptar su culpabilidad en julio pasado.
Por último, sus habilidades olfativas fueron claves en la resolución del crimen de Emilce Soto, sepultada en una fosa en Palmar Sur de Osa, el 9 de marzo del año pasado.
Esteban Rodríguez instructor de Ámbar y Luna, detalló que indistintamente de que en un caso se ubique un cuerpo completo o fragmentos, estas agentes de cuatro patas tienen la capacidad de identificar los olores. “Mientras haya olor y la perra lo encuentre, nos va a llevar a ese lugar, puede incidir en que la generación de olor de una parte del cuerpo encontrado es menos que un cuerpo completo, pero igual ellas detectan”.
Los expertos destacaron que indistintamente de si es macho o hembra, el can tiene la misma capacidad olfativa eso sí, las razas Bloodhound y Fila Brasileño son las preferidas por esta Unidad por su capacidad para detectar olores y para trabajar más horas.
“Hemos tenido escenarios donde estamos trabajando un entierro que el olor es mínimo por que está encapsulado y también hemos tenido escenarios donde el perro nos lleva hasta donde está el cuerpo en una zona abierta”, agregó Rodríguez.
Casos de 2025
Este año, Ámbar continuó su labor en abril, cuando ubicó el cuerpo de Marcela Alexandra Hernández López, una joven de 19 años que se encontraba desaparecida desde finales del marzo. Los restos estaban en una finca ganadera en La Cruz de Guanacaste.
En junio, la agente canina localizó una fosa en Bribrí, Talamanca, donde estaba enterrado un hombre asesinado.
En agosto, participó en la búsqueda de Marlene Jiménez, de 56 años, quien fue ultimada en Laurel de Corredores, en la zona sur. El cuerpo fue enterrado en el patio de la vivienda, presuntamente por un menor de 17 años, hijo de la ofendida.

Uno de los hechos más recientes, donde el olfato de Ámbar fue determinante, ocurrió en setiembre, en la finca Cerros, ubicada en Quepos, Puntarenas, donde encontró los restos de una pareja integrada por un alemán y una austriaca enterrados en una fosa.
Por ese caso el OIJ y la Fiscalía de Quepos detuvieron el miércoles 29 de octubre a tres sospechosos de acabar con la vida de los europeos, los imputados descuentan seis meses de prisión preventiva.
Por último, Ámbar participó en la búsqueda de un hombre desaparecido en el cerro Pico Blanco y de una mujer en Golfito.
La Unidad Canina ya trabaja en el entrenamiento de un nuevo integrante que contará con la misma especialidad para evitar vacíos cuando ya no estén Ámbar y Luna. Estos agentes caninos pueden quedar fuera de servicio por tres razones: se cansan del entrenamiento, por enfermedad o por edad, usualmente llegan hasta los siete u ocho años.
“Los perros de trabajo policía son como atletas, todo el tiempo está ejercitándose, entonces tienen muy buena constitución y buena vida”, puntualizó Castillo.
