El trágico asesinato del agente Jeiner Gómez, quien trabajaba en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y a principios de año fue destacado en Interpol, refleja el flagelo de los crímenes que desangran diariamente al país.
Jeiner murió la noche del miércoles de la semana anterior en Tirrases de Curridabat mientras realizaba un trabajo de vigilancia en la zona junto a otro compañero, cuando de repente dos jóvenes de 17 y 21 años llegaron en motocicleta y le arrebataron la vida.
En entrevista con La Nación, Keitry Valverde, compañera sentimental del agente, recordó con nostalgia al ser especial que era él con su mamá, hermanos y con ella. Visiblemente afectada, aseveró que los dos jóvenes que lo asesinaron no solo le quitaron la vida a él, sino a todos los que lo rodeaban. “Lo despedí en la oficina y volvió en un ataúd”, resumió entre lágrimas.
Ese día, entre las funciones de Jeiner no estaba participar de un trabajo encubierto en Tirrases, pero él se ofreció a colaborar con los compañeros y fue así que en la tarde de ese miércoles, Jeiner le pidió a Keitry que lo llevara a la sede del OIJ en San José, porque su ingreso era a las 7 p. m.
“Yo salía ese día a las 5 p. m., pero debido a las presas en la General Cañas, llegué como a las 6:30 a San José. Le dije: ‘Mi amor, creo que no podré verte’, y él me dijo que haría todo lo posible para que nos viéramos. Me dijo por mensaje: ‘Voy a esperarte hasta el final, hasta donde yo pueda’”, menciona.
Como parte del ingenio de Jeiner para ver a su compañera, le pidió a un hermano que lo dejara en su oficina, pero que antes se fueran a esperar Keitry en las paradas de San José, y así se iban los tres juntos hasta su lugar de trabajo.
“Cuando íbamos en el carro, yo le dije que le había traído un burrito, porque él tenía días pidiéndome comida de un muchacho que yo le compraba en Heredia, y le dije: ‘Mi amor, aquí está para que lo comas ahora’, y él me dijo: ‘¡Ay, mi amor, muchas gracias!’”, relata la compañera.
El último adiós
Ese corto viaje, desde el Parque la Merced hasta las oficinas del OIJ, en San José, fue la última vez que se vieron. “Me pidió que me bajara del carro para despedirnos, le hice tres cruces en la frente y él me hizo tres cruces en la frente, me besó la frente y yo a él, nos abrazamos, nos dimos un beso y le dije que lo amaba y que lo vería mañana, y él se fue”, comenta.
Jeiner, además de ser apasionado por su trabajo, también amaba a la Liga Deportiva Alajuelense y por eso le había pedido a Keitry una camiseta del equipo de sus amores. Tras la despedida en la oficina, ella pensó en ir ese mismo día y conseguir la camiseta que él quería, pero, por motivos que ella misma desconoce, no lo hizo.
“No sé por qué no fui, yo decidí quedarme en casa, incluso ya estaba lista y todo, pero mejor me quedé y no salí, me puse a ver una serie y empecé a hablar con él por mensajes, él me mandaba audios, porque a lo que iba no era algo peligroso, no era feo”, relata Keitry.
El último audio
Mientras Jeiner realizaba la vigilancia, también mantenía pocas conversaciones con Keitry, pero ella aprovechó esos últimos mensajes para recordarle el burrito de la cena.
“En ese momento él me mandó el último audio y dice así: ‘Sí, mi amor, ya casi me lo como, ¿pero qué le dijiste a Jeú (el cocinero) para que me lo hiciera especial?’. Eso me lo mandó a las 9:26 p. m., y de 9:26 p. m. a las 9:51 p. m. fue donde me lo mandaron”, narra con lágrimas.
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Luego de ese último audio, Keitry recibió la noticia más trágica que ha escuchado.
“Ya cuando me avisaron, le dije: ‘Mi amor, dime que estás bien’, a las 10:41 p. m., pero no recibí más mensajes de él; lo último fue el audio en el que me dijo que se iba a comer el burrito, pero a hoy no sé si se lo comió... siento que no lo comió. Esa fue nuestra última noche.
En ese momento, una amiga la llevó al sitio donde le arrebataron la vida a Jeiner, pues ella aún no lo creía, hasta que un jefe policial en el sitio reveló el nombre de la víctima mortal.
Sin rencor, pero con esperanza de justicia
Keitry señala que en su corazón no existe el rencor en contra de los muchachos que acabaron con la vida de su compañero, pero está esperanzada y así se lo hizo saber a Randall Zúñiga, director del OIJ, en que se haga justicia.
“Yo a esos muchachos no los odio, yo se lo dije a mi familia. Quién sabe qué crianza tuvieron ellos, o por qué cosas han pasado, pero les va a tocar a ellos darle una razón a Dios cuando él venga”, acotó.
Además, señala que cada vez que ve una patrulla de cualquier cuerpo policial, le pide a Dios que los cuide de la ola de crímenes que se encuentra en Costa Rica.
“Yo no sé quiénes van en esas patrullas, pero le digo a Diosito que me los acompañe y que me los proteja siempre, porque yo sé que ellos tienen una familia, tienen esposas, mamá, hermanos y yo sé lo que se vive cuando pasan esas cosas porque uno no espera ese mensaje, esa llamada”, menciona Keitry.
Lo extrañaran familia, amigos y otros agentes
El amor a Jeiner seguirá presente cada día en la vida de Keitry y asegura que le faltará mucho su cariño y sus proyectos de vida, que se los hizo saber a ella. Entre las cosas que él quería era comprar una propiedad “de dos hectáreas para sembrar melina”, un árbol del que utilizan su madera para construir casas.
“Este año teníamos planeado viajar en diciembre a Europa”, menciona su compañera. Parte del motivo de ir al Viejo Continente era su pasión por la mitología griega, por ejemplo, tenía un ternero que se llama Apolo, una perrita que se llama Galatea y otra Atenea, mientras que el perro de él se llama Hades.
“Yo no entendía nada de eso, pero él siempre me contaba que había estudiado tal cosa y tal otra y aún yo no he investigado”, menciona entre risas.
Keitry afirma que ella y la familia no serán los únicos que lo extrañen, sus compañeros de trabajo también lo harán, porque en medio de las investigaciones de alto riesgo, él siempre les sacaba una sonrisa y cuando cumplían un objetivo en el OIJ “le daba gracias a Dios porque les salió bien y no solo porque era trabajo de él, sino de todos”.