Con el paso de los años, las organizaciones criminales sofisticaron sus métodos para reclutar a menores de edad en estructuras delictivas. Lo que antes ocurría en calles y barriadas empobrecidas, hoy ocurre en mundos virtuales, desde consolas de videojuegos conectadas a Internet. Así lo advirtió el fiscal Omar Jiménez, de la Unidad de Capacitación y Supervisión del Ministerio Público, experto en materia penal juvenil.
En el programa Frecuencia MP, producido por la Fiscalía, Jiménez explicó que el fenómeno de menores involucrados en el crimen organizado “no es algo nuevo”, lo nuevo son las formas de atraer a jóvenes cómplices.
Recordó que en los años 80 y 90, con el surgimiento de los “Chapulines”, una agrupación juvenil que cometía asaltos violentos en zonas de San José, que se impulsó la creación de la Ley Penal Juvenil.
“En aquellos años, esas organizaciones tenían como foco las barriadas pobres, a donde llegaban a buscar menores y les prometían un mejor futuro, acceso a dinero, ropa, entre otras cosas”, recordó Jiménez.

Sin embargo, la modalidad ha cambiado profundamente. “Con el tiempo esto ha ido más allá, no solo se limita a la interacción física, que padres, maestros o el Estado podemos observar, sino que vamos a un nivel más profundo. Estas generaciones de chicos son nativos digitales, entonces los están captando a través de redes sociales”, explicó.
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El fiscal advirtió que no se trata únicamente de redes convencionales como Facebook, Instagram o X (antes Twitter), sino que ahora se utilizan videojuegos en línea, donde menores interactúan con personas de todo el mundo sin supervisión adulta.
“Como las plataformas de multijugador como (los videojuegos) Fortnite, Roblox”, indicó.
Estos videojuegos, especialmente aquellos con temáticas de combate o guerra, permiten a los reclutadores observar comportamientos, actitudes y habilidades de los menores, explicó Jiménez.
Según él, se ha detectado que los grupos criminales hacen un perfilamiento de los jugadores para identificar quienes pueden dirigir a otros, o asumir roles de mando medio dentro de sus estructuras.
“Los videojuegos de ahora son una red social. Les permite interactuar entre ellos, conversar, establecer puntos de encuentro, espacios virtuales donde se puede dar una serie de cuestiones logísticas donde se pueden determinar roles”, añadió.
Incluso, los criminales aprovechan los elementos bélicos del juego para identificar conductas violentas. A los jóvenes les venden la idea de que “lo que estás jugando no es muy diferente a la realidad”, pero que en la vida real “tienes el respeto de la comunidad y tienes dinero”.
Del robo de bicicletas a homicidios múltiples
El fenómeno no es ajeno al Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Su director, Randall Zúñiga, también ha percibido un cambio profundo en la naturaleza de los delitos cometidos por menores.
“Hace unos 20, 25 años, cuando yo era investigador, los menores de edad se dedicaban a robar bicicletas, a robar perros, loras, meterse en una casa y se robaban el televisor o algo así por el estilo. Eso es lo que teníamos en la Costa Rica de hace unos 20, 25 años”, recordó Zúñiga.
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Pero hoy el panorama es otro. Lo que antes eran delitos menores, ahora son crímenes con sangre y armas de fuego.

“De un tiempo para acá, los menores han visto que tienen más rentabilidad económica formando parte de grupos criminales, ser gatilleros. Como son menores de edad, pues lo máximo que van a pasar en prisión, en promedio, van a ser diez años. Entonces, alguien de 14 años mata a una persona, o puede matar a dos, tres, cuatro, cinco personas, y le van a meter como máximo 15 años. A la vuelta de 21 años va a salir de prisión”, explicó.
Las estadísticas del OIJ confirman esta tendencia: cada vez hay más menores involucrados directamente en homicidios como autores materiales. Pero más allá de las cifras, hay contextos marcados por pobreza, abandono y la seducción de una vida rápida y peligrosa.
Zúñiga, oriundo de Puntarenas, habló desde su experiencia personal: “Hay que vivir en el barrio, hay que vivir en un lugar en tan malas condiciones que no hay una esperanza de futuro para el menor. Entonces, dicen: ‘¿Qué estoy haciendo acá? Tengo la posibilidad de vivir una vida corta, pero intensa, o vivo una vida larga pero consumido en unas limitaciones tremendas‘”.
A esa desolación se suma una de las armas más eficaces del crimen organizado: la ilusión del éxito inmediato.
“La droga, el narcotráfico, venden una ilusión que no es real. ¿Cuál es esa ilusión? Que usted en corto tiempo se va a hacer multimillonario. Entonces, venden esa imagen de éxito instantáneo y muchos menores la compran. Ven que el vecino, que antes era igual a ellos, ahora anda con unas tenis muy caras, con una cadena, o con un carro”, lamentó hace dos semanas en entrevista con La Nación.