La madrugada del pasado 9 de febrero, la delegación de la Fuerza Pública de Pavas se convirtió en un lugar donde la ley se torció. Un tubo metálico y la oscuridad de un parqueo interno fueron parte de una escena que parece extraída de los ensañamientos entre grupos criminales y no de una estación policial. Ahí, en ese rincón ajeno a toda supervisión, Henry de Jesús Reyes Corrales, un nicaragüense de 44 años, fue esposado y golpeado hasta su muerte.
El parte inicial sobre el fallecimiento de este hombre hablaba de un paro cardiorrespiratorio, causado después de una supuesta riña en la que habría participado la víctima. Así está consignado en los testimonios que rindieron los oficiales involucrados, los cuales fueron recopilados por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en el informe 010-SH/RCI-2025.
Pero los rastros de sangre, “la nariz desplazada, los hematomas” hallados en el cuerpo de la víctima y las cámaras de seguridad cuentan una historia muy distinta. Una historia que, según el expediente judicial, al cual La Nación tuvo acceso, revela posibles actos de brutalidad dentro de la propia sede de la Fuerza Pública.
La detención
Este caso comenzó con un llamado por violencia doméstica. Oficiales acudieron a una vivienda en Pavas, donde una mujer presentaba una lesión en la boca. Los primeros agentes en responder, de apellidos Mora y Torres, no vieron a ningún sospechoso.
Ellos trasladaron a la mujer al hospital y, posteriormente, al juzgado. Fue su hermana, de apellidos Monge Cabezas, quien sí vio a Reyes en una vivienda. Ella ingresó a la casa en compañía de dos oficiales. Encontró al hombre hablando por teléfono.
“Ya vinieron, ya vinieron, má”, alcanzó a decir antes de que los uniformados le pidieran que colgara para esposarlo, se puede leer en el expediente 25-000221-0053-PE.

Lo esposaron sin resistencia, lo alumbraron en el rostro con una linterna. Monge, en su testimonio, asegura que el hombre no presentaba golpes, ni heridas. Iba tranquilo e incluso lo afirma con claridad: “No hubo agresión durante el arresto”.
Pero el destino de Reyes no era un juzgado ni una celda del OIJ. Fue llevado a la delegación de Pavas, un sitio que, según su propio jefe policial, no está habilitado para mantener detenidos. Según el protocolo, las personas detenidas deben ser trasladadas a barrio México, donde sí existen celdas, pero Reyes nunca llegó allí.
Las cámaras, testigos silenciosos
El video de vigilancia capta el momento exacto en que Reyes ingresa a la delegación de Pavas, a las 12:36 a. m., acompañado por los oficiales Chinchilla y Hernández.
En el análisis de las imágenes que tiene el OIJ, Reyes camina por su cuenta, sin señales de lesiones, sin custodia cercana. “Parece colaborador, sin rastro de la supuesta violencia” que justificaría un paro cardiorrespiratorio.
A Reyes lo ingresan hasta un sitio conocido como el parqueo interno, donde quedó solo por un momento. Sin embargo, cinco minutos más tarde, el video muestra al oficial Chinchilla regresando con un tubo metálico en la mano y lo que sucede después es brutal, según se lee en el informe policial.
En las imágenes se evidencia un nivel extremo de violencia. El expediente afirma que es Chinchilla quien toma ese tubo como si se tratara “de un bate de béisbol y lanza golpes con gran fuerza” contra el detenido.
En otra secuencia, a las 12:45 a.m., se le observa sujetando el tubo de manera lateral para propinar una serie de golpes horizontales, similares a estocadas, mientras Reyes yacía en el sitio.
Ocho segundos antes de este ataque, el oficial Hernández había ingresado al mismo sector. En el video se le ve presente durante toda la agresión perpetrada por Chinchilla, incluso aparentemente profiriendo insultos, “según el movimiento de su boca”.
“Siendo de esta manera (Hernández) partícipe en la agresión y tortura que tuvieron como consecuencia la muerte de Reyes Corrales”, señala el informe.
Más oficiales se unieron
De acuerdo con el expediente del OIJ, Chinchilla y Hernández no fueron los únicos que participaron en la golpiza. Otra funcionaria, identificada con los apellidos Artavia M., también llegó al sitio donde ocurría la agresión.
Al ver las acciones de Chinchilla, señala el documento, “omitió detener a su compañero o informar lo que ocurría, siendo partícipe también de la brutal agresión”. Además, agrega, no reportó los hechos a sus superiores ni documentó la novedad en el libro oficial de la delegación, como era su deber.
El informe indica que otro de los oficiales presentes, identificado en los videos con el apellido Arias, tampoco intervino. Él estaba asignado como radioperador. Tanto Arias como Artavia M., lejos de actuar, decidieron retirarse del lugar “con total desprecio por la vida humana del ofendido y en confabulación plena con el sospechoso Chinchilla”, señala el documento.
Los registros mostraron que esa primera agresión que Chinchilla mantuvo contra Reyes duró poco más de cuatro minutos. Luego, se le observa salir del sitio en dirección a donde se encontraba la oficial Artavia M. Minutos más tarde, ambos regresan al parque interno, donde permanecía Reyes.

“El oficial Chinchilla camina, mientras se logra visualizar la mano de una persona golpeando con fuerza a Reyes”, señala el escrito. Debido a la posición de la cámara, no se puede ver quién realiza la agresión, pero como se observó en tomas anteriores, ambos sospechosos, Chinchilla y Artavia M., eran quienes se encontraban en el sitio, detalla el informe.
Una vez que finaliza esta secuencia de golpes, la oficial Artavia M. se retira nuevamente del parqueo interno y se dirige hacia la zona de reseñas.
“Camina sonriendo, posterior de participar en la golpiza”, describe el análisis de los videos.
Más agresiones
Casi una hora después pasó una ambulancia que buscaba a la pareja de Reyes, incluso llegó hasta la delegación de Pavas y los oficiales, quienes ya habían agredido al nicaragüense y sabían su condición, no reportaron nada a los cruzrojistas.
Y aunque parecía que los ataques habían terminado, no fue así. La investigación del OIJ indica que minutos después llegaron otros oficiales, de apellidos Morales, Araya y Sánchez, quienes patearon y golpearon repetidamente a Reyes.
En uno de los videos el ofendido sale caminando hacia el sector de reseñas junto a la oficial Morales.
“Se logra apreciar mediante sus gestos y manera de caminar visiblemente afectado, colocando su mano en su abdomen y con sus pantalones abajo a la altura de sus tobillos, arrastrando sus pies”, precisa el informe.
Posterior a esto, llegó el subjefe de la delegación, de apellidos Artavia Ch. Según el documento, este oficial tiene “pleno conocimiento del estado crítico en que se encontraba el ofendido”, y a pesar de desconocer el origen de las lesiones, “optó deliberadamente por no intervenir ni brindar auxilio alguno”.
En videos se observa a Reyes con signos evidentes de dolor, desplazándose con dificultad y esposas en algunos momentos, pero luego sin ellas, siendo incluso empujado hasta caer al suelo.
A la 1:54 a. m., el oficial Sánchez custodiaba a Reyes, quien aún tenía los pantalones abajo, sin esposas, “y en apariencia muy debilitado”.
En el sector de las reseñas, el oficial Araya llegó con un trapeador para limpiar la sangre del ofendido.
Dos minutos más tarde, un oficial lleva a Reyes al parqueo interno y la oficial Morales lo sigue. El informe agrega que el hombre quedó sentado, con la cabeza en el suelo, y la oficial procede a patearlo en múltiples ocasiones. Minutos después, según el documento, la oficial Artavia M. vuelve con un objeto en la mano, lo vuelve a agredir y sale.
Por algunas horas la víctima quedó ahí y murió.
De la risa al llanto
Cuando los oficiales se dan cuenta de que Reyes no respondía, uno de estos, Chinchilla, salió fuera de la delegación a las 5:42 a. m. y, según el informe, caminó de manera inquieta “tocando su cabeza con frecuencia”.
Ahí se reunieron Chinchilla y Artavia M., siendo esta última quien había sonreído durante la agresión. Luego, llora “realizando gestos, llevando sus manos a la cara, a la cabeza y a su boca”, mientras Chinchilla intenta calmarla.

A las 5:50 a. m., una ambulancia llegó a la delegación por solicitud de los oficiales y los socorristas confirmaron la muerte de Reyes. El expediente reseña que Chinchilla, sospechoso de iniciar el ataque con un tubo metálico, “colocó su mano en la cabeza y reaccionó de manera violenta intentando golpear la pared”.
Detenidos
El pasado 17 de febrero, agentes de la Sección de Homicidios del OIJ detuvieron a estos nueve policías, quienes ahora figuran como sospechosos de homicidio y otros delitos.
El reporte de patología forense determinó que la víctima sufrió quebraduras en sus costillas que terminaron lacerando su corazón, lo cual luego causó su muerte.
“Uno de ellos era el bitacorista de guardia a cargo de documentar lo sucedido y quien anotó datos falsos dentro del libro de guardia. Aparte de eso, se está imputando a cuatro personas más por omisión”, indicó Randall Zúñiga, director del OIJ.
La Fiscalía de Pavas consiguió que se ordenara prisión preventiva por tres meses contra cuatro de estos policías. Se trata de los oficiales Araya, Chinchilla, Morales y Artavia M.
Mientras que Hernández, Arias, Sánchez, Venegas y Artavia Ch. fueron trasladados a otras delegaciones policiales, de manera separada. Ellos no pueden perturbar ni acercarse a ofendidos y testigos del caso, así mismo deben firmar una vez al mes en la Fiscalía de Pavas.
El Ministerio de Seguridad Pública confirmó que, en estos casos, se abre un procedimiento administrativo paralelo. Además, ese cuerpo policial no brinda acompañamiento legal; los agentes presuntamente involucrados deben buscar abogados privados y defensores públicos.