
Un agente encubierto de la Policía de Control de Drogas (PCD) relató al Tribunal Penal de Pavas la forma en que, apoyado por la DEA, compró pastillas con fentanilo a una organización acusada de traficar este potente opioide sintético en Costa Rica mediante una ruta proveniente de México.
Uno de los vendedores le confió que el grupo agregaba fentanilo a pastillas de éxtasis para generar adicción en los compradores, a quienes se les vendía en distintos puntos de San José.
El agente declaró este martes en el juicio contra los tres acusados de operar el primer laboratorio de fentanilo descubierto en Costa Rica.
Los encartados son un costarricense de apellido Arroyo, un colombiano de apellido Martínez y un residente de Tibás de apellido Valdivia, quien permanece en libertad y a quien las autoridades apuntan como el presunto cabecilla de la organización. Los tres fueron aprehendidos el 21 de noviembre de 2023, luego de una serie de allanamientos orquestados por la Fiscalía, en colaboración con Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA).
En el juicio, el agente identificó a los tres acusados de integrar la banda investigada, pues dijo recordar el rostro de dos de ellos y haber visitado la vivienda del tercero para realizar una de las compras.
De acuerdo con el testimonio del oficial, una fuente anónima de la DEA le proporcionó un contacto directo con uno de los presuntos miembros de la organización: un hombre de apellidos Corrales Sandí, alias Mecánico, propietario de un negocio en Escazú. En apariencia, Corrales se encargaba de la logística para establecer contacto con distribuidores, recibir y distribuir el dinero por las compras.
Esta persona fue asesinada en un presunto ajuste de cuentas a finales del 2023. Su cuerpo apareció calcinado. Al ser el único contacto del oficial, las operaciones encubiertas llegaron a su fin y las autoridades coordinaron los allanamientos ese mismo año.
Según el testigo, una vez que Mecánico estableció confianza con él, le confesó que vendían pastillas “sucias” sin que los consumidores lo supieran con el fin de generar adicción. Para ello, contaminaban dosis de MDMA (éxtasis) u oxicodona con pequeñas cantidades de fentanilo.
Para acreditar la presencia de fentanilo en las dosis, el oficial encubierto concretó ocho compras de cientos de pastillas entre diciembre del 2022 y mayo del 2023, todas financiadas por la DEA, las cuales fueron sometidas a pruebas de laboratorio y arrojaron la presencia del opióide sintético.
La primera transacción se acordó el 12 de diciembre de 2022 en el parqueo de un restaurante de una cadena internacional de comida rápida en Guachipelín de Escazú. El acuerdo fue por 100 pastillas, pero la entrega se concretó en 98 unidades. De esas, 74 contenían fentanilo. El costo total fue de $1.200 (unos ¢600.000 al tipo de cambio actual).
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De acuerdo con el agente, Corrales se presentó en el sitio, pero no llevaba la droga. La sustancia, en apariencia, la tenía el encartado Arroyo, quien llegó al estacionamiento a bordo de una motocicleta. El oficial recuerda sus facciones, pues alcanzó a verle el rostro durante unos segundos, cuando se quitó parcialmente el casco.
En apariencia, Corrales y Arroyo ingresaron juntos a un vehículo durante varios minutos, hasta que Corrales salió con la mercadería en mano. El oficial recibió las pastillas y se dirigió a las oficinas de la PCD, mientras otros agentes realizaban labores de seguimiento a los sospechosos.
No fue la única vez que el oficial vio a Arroyo. Poco tiempo después, Corrales lo citó en su negocio en Escazú para concretar la compra de 400 pastillas. Según el agente, Arroyo llegó al lugar y volvió a reconocerlo. Sin embargo, la transacción no se completó, pues el hombre solo tenía 60 pastillas en ese momento.
El contacto con otro sospechoso, de apellido Martínez, se estableció poco después, durante otra compra. En esa ocasión, el oficial encubierto llegó al parqueo de una torre residencial en San Sebastián, acompañado por Corrales. Allí, se pactó la adquisición de 400 pastillas por $4.800.
Fue entonces cuando el oficial vio por primera vez a Martínez, quien arribó a bordo de un vehículo. También acudió al sitio un sujeto que, aunque fue identificado por las autoridades, permanece prófugo. Martínez, en apariencia, habría entregado las 400 pastillas a Corrales dentro de una bolsa de papel.
Finalmente, la PCD logró establecer la identidad del presunto líder de la banda, Valdivia, tras una penúltima transacción, el 26 de abril del 2023. “Me empecé a desplazar hacia el sector de Tibás, siguiendo las directrices que me daba Corrales”, declaró el agente. Llegó a una casa grande, ubicada frente a una calle principal. Una mujer realizó la entrega de 100 pastillas, pues el hombre que debía entregar la mercadería —y que resultó ser Valdivia— aseguró a Corrales que no estaba en casa.