
Isabelle Páramo Hernández afronta, a sus 58 años, el momento más doloroso de su vida.
Ella es la madre del nicaragüense Omar de Jesús Jirón Romero, quien murió devorado por varios cocodrilos, el 29 de abril, tras meterse a bañar ebrio en el río Tárcoles.
“El sufrimiento que tengo es más grande que las ganas de seguir en pie. Me siento sola, devastada; mi hijo (de 32 años) era todo y se me fue”, comentó Páramo en una entrevista que concedió a La Nación en la casa de una de sus otras hijas, en San Pedro de Coronado, San José.
Entre lágrimas, Isabelle, oriunda de Rivas, Nicaragua, recordó que Jirón empezó a tomar licor cuando tenía unos 22 años. Según dijo, su vicio se hizo más fuerte hace cinco años, cuando su expareja lo dejó y le prohibió ver a sus dos hijos, de 8 y 9 años.
“Él estaba deprimido, triste. Yo no entiendo por qué la muchacha no lo dejaba ver a mis dos nietos; él era un buen padre. Ellos se separaron y, de un pronto a otro, ella se los arrebató. Recuerdo que él intentaba verlos desde lejos, ya fuera en el parque o en cualquier otra parte, pero a veces no los lograba ver.
”Esa situación tan incómoda hizo que él no quisiera vivir; yo intenté ayudarlo, pero no pude. La angustia de no ver a sus hijos llevó a Omar a morir así”, aseguró.
En la desesperación por ayudar a su hijo, Páramo llamó meses después de la separación a la expareja de su hijo para que le permitiera ver a sus hijos, pero no tuvo buenos resultados.
Dos años después, la situación era insostenible: Jirón tomaba grandes cantidades de alcohol todos los días, porque sentía menos ganas de vivir, según su madre.
Tanto así fue que hace tres años salió de una cantina y se lanzó a un carro. “Me llamaron. Recuerdo que eran como las 10 p. m. Solo me dijeron que habían golpeado a Omar. Me puse como loca, pero no podía salir de mi casa porque ya era de noche y es peligroso (alquilaban desde hace 14 años un rancho en Los Cuadros). Le pedí a un amigo de él que me lo llevara al hospital para que me lo trataran. Gracias a Dios, no me le pasó nada..., al menos, esa vez no me le pasó nada”.
Ese accidente hizo reflexionar a Páramo sobre la necesidad de que su hijo recibiera terapia en un centro de rehabilitación para alcohólicos. “Lo llevé hace como año y medio, pero estuvo solo 15 días porque no teníamos plata para pagarlo”, detalló la mujer.
Al salir de allí, tuvo una aparente mejoría; pero aquella pena que tenía por no poder departir con sus hijos seguía latente. “Unas dos semanas después empezó a tomar otra vez, hasta que... le pasó esto”, evocó su madre.

Cualidad. Desde hace ocho años, Isabelle, quien fue siempre empleada doméstica, quedó incapacitada por sus padecimientos: males cardíacos (presión alta y una lesión en el corazón) y osteoporosis.
Desde ese momento, Omar se hizo cargo de los gastos de la casa y, según recordó su madre, nunca le quedó mal. “Él podía querer gastarse toda la plata en guaro, pero la responsabilidad siempre fue su fuerte. Él me daba la platita para pagar el alquiler de la casa, para comprarme la comidita y lo que le sobraba se lo tomaba.
”Mi hijo nunca renegó porque me tenía que mantener; él era especial, era mi hijito”, comentó.
Una de las hermanas de Omar, Jessenia Jirón, de 36 años, se hará cargo hasta mañana de Isabelle. “Por sus enfermedades no se puede quedar sola; además, ella no quiere volver a Los Cuadros porque le recuerda a Omar. A partir del jueves la cuidará otra hermana mía”, narró.
Omar tenía tres hermanos mayores (dos mujeres y un hombre) y una menor.
Él vive en Costa Rica desde que tiene 10 años y visitó Nicaragua el año pasado.
Adiós. Desde hace un mes, Jirón trabajaba en la construcción de la nueva Clínica de Salud en Parrita, Puntarenas; cada sábado acostumbraba viajar a San José para visitar a su madre.

“La última vez que lo vi fue el Domingo de Resurreción. Ese día, lo vi triste y me partió el corazón verlo así. Yo le dije: ‘Portate bien’, me dio un abrazo y se fue con una maleta cargada de ropa limpia para la semana”, contó Páramo.
Pasaron los días y llegó el sábado 26 de abril. Jirón no se reportó a su casa y eso extrañó a su madre. “Quise no preocuparme, lo llamaba, no me respondía, pero quise suponer que tenía mucho trabajo. Fue hasta el miércoles (un día después de la tragedia) que me enteré porque el patrón de él me llamó para darme la mala noticia. Me destruyó”, dijo su madre.
La familia Jirón Páramo espera recibir los restos de Omar para las honras fúnebres y piden ayuda económica para sepultarlo.