
Amores materialistas — dirigida por Celine Song (a quien recordamos por Vidas Pasadas) — llega a nuestras salas este miércoles 31 de julio con una propuesta que combina a la perfección el romanticismo clásico con una crítica sutil al amor contemporáneo.

La historia gira alrededor de Lucy (la maravillosa Dakota Johnson), quien es una consultora de parejas en Nueva York, o sea ha convertido el conseguir pareja casi que en un asunto corporativo. Un tipo de Tinder humano pero con más alma. Sus clientes la contratan para encontrar el “match” ideal, revisando atributos de cada uno. Un planteamiento que, aunque tiene cierta frivolidad por detrás, promete en la película que desde el humor inteligente la trama derive en reflexiones más profundas sobre lo que da valor al amor.
Pero todo cambia cuando la protagonista se ve atrapada en un triángulo emocional entre John (Chris Evans), su exnovio actor de espíritu bohemio, y Harry (Pedro Pascal), un poderoso magnate con encanto que debo decir solo Pedro Pascal le puede dar. Por un lado, Evans encarna el ideal romántico, perdido, puro y nostálgico; por otro, Pascal encarna la seducción del éxito.

Lo cautivador aquí es cómo Celine Song reinterpreta todo aquello que amamos de las romcoms: la ciudad, los enredos emocionales, las escenas ligeras… pero todo con un giro moderno. La estética de la película evoca esas comedias sentimentales de los 90 y 2000 — pero con una mirada más aguda y crítica. La narrativa avanza desde la risa fácil hacia momentos de verdadera conexión emocional, obligándonos a cuestionarnos los sentimientos verdaderos a través de las circunstancias.

En pantalla, el trío protagonista brilla: Johnson trae humor y vulnerabilidad, Evans ofrece ternura sin pretensiones, y Pascal personifica ese ideal reluciente que, sin embargo, revela fisuras en su brillo.
¿Para quién es Amores materialistas? Para quienes disfrutaron de romances como Tienes un e‑mail o Notting Hill, pero buscan también una dosis de introspección. La película juega con el género, lo retuerce y lo viste con ironía sin caer en la parodia. El resultado es un recorrido visual cuidado con detalles y con diálogos frescos.
En lugar de buscarnos el final feliz tradicional, Amores materialistas nos deja con una pregunta: ¿vale más la comodidad o la chispa? Una experiencia cinematográfica que entra suave, entretiene y se queda dando vueltas en la cabeza.