En el corazón de la pintoresca finca ganadera Pasto Real, ubicada en Tilarán de Guanacaste, nace una historia familiar cargada de legado y pasión. Se trata de la herencia que el señor Edgar Araya dejó a su hija Nayra, quien desde pequeña absorbió todos los conocimientos y la pasión por la ganadería lechera.
La pasión por el trabajo de su padre
Después de salir del colegio de Nuevo Arenal en Tilarán, Nayra Araya obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Costa Rica. Tras finalizar sus estudios y volar sola, logró emprender como Asociada Productora de la Dos Pinos, una cooperativa que le ha brindado apoyo constante para crecer en su carrera como productora de leche; un legado que su padre, casi sin proponérselo, inculcó en ella, pues desde muy pequeña fue testigo de la pasión con que don Edgar realizaba su trabajo en las fincas.
Cuando recuerda sus primeros años de vida, Nayra no puede evitar dibujar una sonrisa que transmite paz y al mismo tiempo cierta nostalgia en su rostro. Expresa que fueron etapas muy felices. “Cuando era niña, vivimos en una finca en Tilarán, y una gran parte de mi adolescencia la pasé en otra finca en Limón. Mi padre trabajaba como peón en estas fincas, yo siempre andaba detrás de él, lo recuerdo pleno y feliz, trabajando con el ganado y dando siempre lo mejor”, comenta la Ingeniera Civil de 42 años.
“Sentirme respaldada por mi familia y por la cooperativa ha sido fundamental para salir adelante”.
Nayra destaca que su padre no solo le enseñó a hacer las cosas con amor y pasión, sino también le mostró las técnicas correctas para manejar la finca y mantener una excelente relación con los trabajadores.
“Han sido años muy enriquecedores. Siempre digo que lo de la lechería es un chip que traía en la sangre y lo descubrí después de graduarme. Ya llevo 8 años siendo Asociada Productora de la Cooperativa Dos Pinos en la finca ubicada en Tilarán, Guanacaste”, puntualiza Araya.
“Siempre he sido fiel a los conocimientos que aprendí de mi padre. Sentirme respaldada por mi familia y por la cooperativa ha sido fundamental para salir adelante”, afirma Nayra.
Además, Nayra asegura que todas las mujeres tienen el coraje y la entereza para lograr lo que se propongan, siempre de la mano de la unión familiar.
Nayra y su padre, don Edgar, son parte de los más de 1300 pequeños y medianos asociados productores de Dos Pinos, quienes diariamente trabajan arduamente para llevar la mejor leche a las mesas costarricenses.
“Siempre digo que lo de la lechería es un chip que traía en la sangre y lo descubrí después de graduarme”.