Una niña en Escazú llamada Ana, desde siempre supo que quería ser doctora, al punto que uno de sus primeros regalos fue un microscopio. Esa niña creció y su sueño siguió intacto, aplicó a la escuela de medicina y con el tiempo logró convertirse en una doctora referente en su país Costa Rica y en Latinoamérica. La Dra. Ana Lorena Madrigal era especialista en gastroenterología y logró grandes proyectos que impactarían positivamente el área de salud de una región rural y su carrera profesional.
La especialista falleció el pasado sábado 3 de junio, dejando un legado en la medicina del país y un camino más llano para las mujeres en esta especialidad médica. Hace algunos meses la Dra. conversó con Revista Perfil sobre su vida personal y profesional, una historia que ha inspirado a muchas mujeres a sacar su mejor versión.
La Dra. Madrigal descubrió que en Nicoya habían muchos casos de cáncer gástrico, por lo que decide mudarse y llevar a cabo este proyecto en el Hospital La Anexión en Nicoya, Guanacaste.
“Me inspiré para resolver la difícil realidad al no tener el espacio, equipos e insumos necesarios y decidí comenzar con entrenamientos de ciertos procedimientos en Estados Unidos, Alemania, México y Perú, para realizar un proyecto que impactara de forma positiva la salud de las personas de la zona. Además, mi colega, amigo y compañero de toda la vida, el Dr. Jorge Vargas, estaba en el Hospital de Liberia y había hecho una formación en Italia, siendo un gran apoyo y ayuda en la supervisión de mis primeros procedimientos”, comentó la Dra. Madrigal.
A los cuatro años de emprender esta experiencia, a los 34 años, llegó a su vida su proyecto más importante: su hijo Ignacio, Nacho como le decía de cariño. Ana era sinónimo de imparable, es por esa razón que en el 2018 decidió salir de su zona de confort y regresar a San José, para cumplir nuevos sueños y buscar a un equipo de médicos para potenciar sus ideas y experiencia.
“Asumí un nicho que el Hospital San Juan de Dios no tenía dueño, nadie se dedicaba a la endoscopía del tercer espacio. Había una necesidad y con mucha ilusión comencé a liderar esta área. Lo que no imaginé fue que con este proyecto, el hospital volvió a marcar diferencia a nivel nacional, dejando incluso una huella en Centroamérica y el Caribe, por lograr realizar estos procedimientos en el seguro social”, explicó Ana.
Este proyecto le permitió compartir su experiencia, capacitar y entrenar a colegas de Guatemala, Panamá y República Dominicana, con estos procedimientos que generalmente se realizan en Estados Unidos, Europa y Japón.
“Me permite demostrar o respaldar el esfuerzo que hacen las mujeres por involucrarse en ramas que por años han sido lideradas por hombres. Con estos proyectos puedo facilitar el camino a otras mujeres que quieran especializarse en gastroenterología y correr la voz de que podemos liderar cualquier área que nos propongamos”, dijo la Dra.
Hace dos años el destino se presentó en una forma que jamás pensó, un divorcio. Un proyecto que amó y que le dio a Nacho, su mayor regalo. En simultáneo comenzó un sueño que tenía con un grupo de colegas y que era uno de sus objetivos al regresar de Nicoya, trabajar con un equipo que marcara diferencia y que pudiera satisfacer la necesidad de la población de estudios y tratamientos con los más altos estándares de calidad mundial. Ana se unió con siete colegas en gastroenterología, también referentes nacionales y crearon Equilibrium, el único centro médico avanzado especializado en salud digestiva en Centroamérica, siendo pioneros en tratamientos minimamente invasivos.
“Una relación de pareja no te va a detener, no te va a limitar y no va a determinar qué te hace feliz. Si uno fuera el mismo siempre sería muy aburrido, seamos mujeres valientes y fuertes, que sean imagen de referencia para sus hijos. Que nadie te pare, ten siempre un sueño más grande que el otro y el que sigue” finalizó la especialista.
Ana tenía dos mujeres de referencia en su vida y que la impulsaban siempre a soñar en grande: su abuela materna y mamá. Tenía un nuevo y lindo amor, con el que pretendía pronto formar una familia. Se estaba capacitando en procedimientos nuevos, en donde documentaría y publicaría los resultados de sus investigaciones médicas.
Su pasión, amor y legado dejó un camino brillante para más mujeres soñadoras que no se limitan y que siempre están en busca de su mejor versión.
Su nombre no era solo Ana, le decían doctora, amiga, novia, hija, hermana y mamá, siendo este último el que más amaba escuchar.