Exportar no significa únicamente colocar un producto o servicio en otro país; es también compartir cultura, visión y sueños. En Costa Rica, cada vez más mujeres se atreven a dar ese salto y desafiar las barreras que, durante décadas, limitaron su participación en la economía global. Hoy, ellas narran sus experiencias como exportadoras y protagonistas de un cambio.
Presentamos cuatro historias de éxito de mujeres líderes en distintas industrias, unidas por la lucha, la perseverancia y la satisfacción de haber conquistado mercados internacionales.

Marcela Porras, fundadora de la marca Roble Sabana, lleva el café de especialidad cultivado por mujeres costarricenses hasta otros continentes.
Catalina Sánchez, joven apasionada por la ciencia, se prepara con la mirada puesta en convertirse en la primera astronauta costarricense.
Mariella Rodríguez encontró en Barcelona el espacio para fusionar su amor por la gastronomía con su capacidad emprendedora, posicionándose en un mercado altamente competitivo.
Y finalmente, las hermanas Adriana y Tania Valerio, quienes unieron su talento y creatividad para diseñar calzado especializado para profesionales de la salud, hoy exportado a diferentes países.

Del cafetal al mundo: la historia de Roble Sabana
- Marcela Porras, creadora de Roble Sabana, apostó por el café de especialidad cuando casi nadie lo hacía. Hoy, su marca se vende en Estados Unidos, Europa y Canadá, llevando consigo el esfuerzo de fincas lideradas por mujeres cafetaleras.
Hace diez años, Marcela Porras decidió dejar atrás la estabilidad laboral para emprender un camino incierto pero apasionante: el de crear una marca de café de especialidad que visibilizara el trabajo de mujeres productoras. Así nació Roble Sabana, una empresa que pasó de vender café en línea cuando era todavía una novedad, a posicionarse en supermercados, plataformas globales como Amazon y mercados internacionales exigentes. Su historia es un ejemplo de perseverancia, resiliencia y empoderamiento femenino.
En entrevista con revista Perfil, Marcela nos comparte cómo surgió su proyecto, los obstáculos que enfrentó y las claves que le han permitido consolidar un negocio que trasciende fronteras.

¿Cómo nació Roble Sabana?
Roble Sabana nació hace diez años. Yo trabajaba en el Instituto del Café de Costa Rica (Icafé) y, aunque me encantaba mi labor ahí, sentía que necesitaba hacer algo más. En ese momento no existían marcas de café de especialidad en el país, así que decidí emprender junto con mi hermana. Creamos una tienda en línea con miras a llevar el producto también al extranjero.
¿Qué obstáculos encontraron en esos primeros años?
Cuando empezamos, vender café en línea era algo muy nuevo, casi nadie lo hacía. Yo, además, trabajaba en publicidad y producción audiovisual mientras levantábamos la marca. Poco a poco logramos entrar en cadenas como Auto Mercado, y más adelante, gracias a programas de apoyo de Procomer, llevamos el café a Amazon y a otros mercados internacionales.

Hoy exportan a varios países, ¿a dónde ha llegado Roble Sabana?
Vendemos a través de Amazon en Estados Unidos y desde ahí también hemos tenido envíos a Canadá. Además, hemos llegado a clientes en Suiza, Luxemburgo, Inglaterra y Alemania. Al inicio comprábamos dos o tres sacos de café por finca, hoy adquirimos entre 200 y 300. El crecimiento ha sido muy significativo.
Uno de los valores diferenciales de la marca es trabajar con mujeres productoras, ¿por qué apostar por este enfoque?
Desde que estuve en el Icafé he sido parte de la Alianza de Mujeres en Café, de la cual soy presidenta en Costa Rica. Siempre me ha interesado visibilizar el rol de la mujer en la cadena de producción. Actualmente trabajamos con fincas en Tarrazú, Naranjo, Carrizal y Sabanilla de Alajuela, todas lideradas por mujeres. Para mí, eso ha sido clave: generar un producto que no solo sea de calidad, sino que también tenga impacto social y de género.
¿Cuáles han sido las claves para alcanzar el éxito?
Diría que tres:
Identificar un nicho. En ese momento nadie apostaba fuerte por el café de especialidad.
Perseverancia. Entender que los resultados no llegan de la noche a la mañana y aprender a mantenerse pese a los obstáculos.
Cuidar la marca y el producto. El café es de muy alta calidad y para mí era importante que todo lo demás —empaque, comunicación, presentación— estuviera a la altura.

¿Hubo algún momento en que pensaste que no lo lograrías?
Sí, durante la pandemia. Pensé que tendría que regresar a trabajar como asalariada. Pero fue ahí cuando Roble Sabana demostró su valor. No somos un café común de góndola, sino uno que la gente aprecia como experiencia y que representa también conciencia social. Eso nos permitió mantenernos a flote.
¿Cómo lográs el equilibrio entre la empresa y tu vida personal?
Es un trabajo diario. El estrés es la gran pandemia de nuestros tiempos, pero trato de mantener el disfrute en lo que hago, buscar comunidad y recordar que no estoy sola. La familia, los amigos y la red de apoyo son fundamentales para mantener el balance.
¿Qué consejo le darías a una mujer que sueña con exportar su producto o servicio?
Capacitación y comunidad. Hay muchas opciones en Costa Rica: el INA, el MEIC, el Icafé, y Procomer, que tiene excelentes programas. Además, hay que vincularse con otras personas, hacer networking. Eso abre puertas y ayuda a crecer.

Catalina Sánchez: la joven que apuesta por la ciencia para llegar al espacio
- Con apenas 23 años, la costarricense Catalina Sánchez ya se perfila como uno de los talentos de exportación más prometedores en el ámbito científico. Amante de la astronomía desde niña, se prepara con la firme convicción de que su sueño de ser astronauta no solo es personal, sino un paso más para que Costa Rica tenga voz y presencia en el espacio.
Una tica con la mirada puesta en las estrellas
De niña devoraba libros de ciencia sin imaginar que ese amor la llevaría a estudiar ingeniería informática, una maestría en astronomía y astrofísica, entrenarse como astronauta análoga en Hawái y ahora a viajar a Londres, a una de las universidades más prestigiosas del mundo, para especializarse en comunicación científica.
Catalina Sánchez, originaria de Paraíso de Cartago, no solo sueña con conquistar el espacio, sino con abrir camino para que Costa Rica despegue en ciencia, tecnología e innovación. En esta entrevista comparte sus motivaciones, los retos de ser mujer en un campo dominado por hombres y lo que significa preparar a un país entero para mirar hacia las estrellas.

¿Cómo nació tu sueño de ser astronauta?
Desde que era muy niña me enamoré de la ciencia. Me encantaban los libros de ciencia y tecnología, y ahí empezó todo. Al principio no pensaba en ser astronauta, pero conforme crecí, cuando me preguntaban qué quería ser de grande, respondía: “astronauta”. Es de esos sueños que no se superan con los años.
¿Qué has estudiado hasta ahora?
Primero ingeniería informática, después una maestría en astronomía y astrofísica, y ahora iniciaré otra en comunicación de la ciencia en la Universidad Imperial College de Londres, que es la segunda mejor del mundo.
¿Qué significa para vos este camino?
Mi mayor anhelo es que Costa Rica llegue al espacio, no solo con un satélite, sino con el talento que tenemos en el país. Yo quiero abrir camino y demostrar que es posible.
¿Qué significa ser astronauta análoga?
Significa entrenarse en condiciones similares a las que viviríamos en el espacio. En mi caso, lo hice en Mauna Loa, Hawái. Estuvimos aislados, sin internet ni comodidades, viviendo como si estuviéramos en Marte. Mi proyecto fue desarrollar un prototipo de dispositivo que se integra al traje espacial para monitorear signos vitales y guiar al astronauta en actividades extravehiculares, como las caminatas espaciales.

¿Cuál es tu objetivo inmediato?
Seguir comunicando la ciencia. Tengo mi página donde comparto contenido de divulgación desde una perspectiva latinoamericana y costarricense. La ciencia no debe ser un privilegio; debe llegar a todas las personas, porque nos permite cuestionar, generar pensamiento crítico y transformar realidades.
¿Qué significa abrirse camino en un ámbito tan exigente y dominado por hombres?
Ha sido difícil y solitario en algunos momentos, pero también gratificante. Ser referente para que otras mujeres digan: “Si ella pudo, yo también puedo”, es invaluable. Yo siempre digo que no quiero ser la primera si voy a ser la única; quiero que vengan muchas más detrás de mí.
“La disciplina, la pasión y la convicción de que el talento costarricense tiene mucho que ofrecer al mundo. Aprendí a sacrificar algunas cosas, como la fiesta o tiempo libre, para enfocarme en estudiar y generar impacto”.
— Catalina Sánchez.
¿Cómo imaginas tu futuro?
Más allá de llegar al espacio, mi meta es que Costa Rica se convierta en un referente en ciencia y tecnología, y que pueda aportar al mundo desde la investigación, la ingeniería y, por qué no, la industria aeroespacial.
Mariella Rodríguez: de Costa Rica a Barcelona, la visión de una mujer que transforma la gastronomía
- Su historia combina liderazgo, intuición y método, ingredientes que la han convertido en referente de la gastronomía.
En la industria gastronómica, los sabores no solo nacen en la cocina, también se construyen con decisiones valientes, organización y una dosis de intuición. Mariella Rodríguez lo sabe bien. Desde Costa Rica, su nombre ha estado ligado a proyectos que hoy son referentes como EnBoca, Los 3perros y MAE, restaurantes que han marcado pauta por su autenticidad y su manera de conectar con la gente. Pero su historia más reciente está escrita en Barcelona, donde decidió dar un giro de 180 grados en su vida personal y profesional.
Ese salto no fue improvisado. “Dejar la operación en Costa Rica a los chicos y salirme de la zona de confort al 100% no fue fácil”, reconoce. Antes de tomar la decisión, Mariella llevó a cabo una reestructuración importante en su empresa para asegurarse de que todo quedara cubierto más allá de lo normal. Para ella, la tranquilidad nace de tener orden, visión y un equipo sólido detrás.
“Soy una persona muy organizada, controladora y decidida, pero también cautelosa. Una vez que decidimos dar el paso, empecé a montar el proyecto y hasta que no estuviera todo claro y lo más listo posible, no lo lanzamos”, explica con esa firmeza que la caracteriza.
— Mariella Rodríguez.
En ese camino, Mariella identifica tres claves que han marcado su manera de emprender: contar con una estructura clara y fuerte, rodearse de un equipo igual de comprometido y enfocado en el proyecto, y creer en el producto, pero siempre desde una mirada realista y no desde la emoción. Ese balance entre visión y método ha sido parte de su sello como empresaria gastronómica.
Cuando se le pregunta por las habilidades que más ha puesto en práctica en su trayectoria, sonríe y confiesa que son prácticamente todas: liderazgo, comunicación, trabajo en equipo, confianza, adaptabilidad, resolución de problemas y empatía. Virtudes que se han convertido en herramientas de uso diario en la construcción de cada restaurante, en cada nueva apertura y en la consolidación de su marca personal como una mujer referente de la industria.
Un aspecto que ha potenciado aún más su camino es que no lo ha hecho sola. Mariella comparte su vida y su trabajo con su esposo, con quien se ha convertido en lo que ellos llaman un “power team”. “Vamos juntos para arriba y para abajo, y la parte personal nunca ha generado problemas, más bien todo lo contrario”, cuenta. Esa dupla le ha permitido dar pasos firmes, compartiendo la carga, la emoción y la visión de cada proyecto.

Otro punto clave en su expansión a Europa ha sido el saber elegir aliados estratégicos. En Barcelona, contar con un socio local como Germán Espinosa fue fundamental para abrir la operación, entender el mercado y posicionarse con fuerza en una plaza tan competitiva. A nivel personal, Mariella reconoce también la influencia de su padre, quien ha sido un mentor empresarial constante en su vida. Ese respaldo, tanto emocional como profesional, le ha dado confianza para enfrentar los retos de abrir restaurantes en otra cultura y otro contexto.

Pero más allá de la historia personal, Mariella tiene consejos claros para quienes sueñan con llevar sus ideas a un nuevo mercado: primero, separar lo emocional de lo profesional; segundo, estudiar a profundidad el mercado al que se quiere llegar para entender si el producto realmente encaja; y tercero, buscar siempre un diferenciador o valor agregado que haga más fácil e interesante la introducción de la propuesta.
Hoy, desde Barcelona, Mariella Rodríguez se consolida como una voz y un ejemplo en la gastronomía: una mujer que ha sabido equilibrar pasión y estrategia, intuición y método, familia y negocios. Su recorrido inspira porque no se trata solo de abrir restaurantes, sino de abrir caminos para que otros también puedan creer en que las ideas, cuando se estructuran con orden, disciplina y corazón, pueden cruzar fronteras.

Calzado con propósito: la historia de dos hermanas que transformaron incomodidad en empoderamiento
- Hypatia nace de la necesidad real de dos profesionales: zapatos que resistan largas jornadas sin sacrificar estilo ni funcionalidad.
Dos hermanas costarricenses, Adriana y Tania Valerio, decidieron transformar una incomodidad personal en una oportunidad para innovar y abrir fronteras. Desde sus propias profesiones -una como médica y la otra como ingeniera industrial- identificaron un vacío en el mercado: la ausencia de calzado profesional que fuera seguro, funcional y al mismo tiempo femenino. Así nació Hypatia, una startup costarricense que hoy exporta diseño, innovación y liderazgo femenino.
“En mi caso, como médica, debía cambiarme los zapatos varias veces al día porque se ensuciaban con fluidos o no soportaban turnos largos. Y para Tania, en ingeniería, los zapatos eran pesados y muy masculinos. Nos preguntamos: ¿es posible tener un zapato seguro, funcional y con estilo? Así nació Hypatia”, explica Adriana Valerio.
Moda y seguridad ocupacional
Aunque la seguridad ocupacional siempre ha estado vinculada con lo técnico y lo masculino, las emprendedoras quisieron romper ese paradigma. Detectaron que el calzado profesional en Costa Rica y la región estaba diseñado en su mayoría para hombres, con pocas opciones ergonómicas y atractivas para mujeres.

La propuesta de Hypatia se diferencia al fusionar certificación de seguridad internacional, ergonomía y diseño. Hoy trabajan con un despacho de diseño en España y producen en Asia y México, bajo estrictos estándares de calidad. El resultado: zapatos antideslizantes, antifluidos, ergonómicos y modernos, pensados para acompañar a mujeres que no quieren sacrificar estilo por funcionalidad.
Dos modelos, dos mundos profesionales
Actualmente, Hypatia ofrece dos líneas principales: Andrómeda, diseñado para profesionales de la salud. Incorpora suela ultraligera que absorbe impactos, materiales repelentes a líquidos, regulación térmica y fácil limpieza, ideal para turnos clínicos prolongados.
Tucana, un calzado de seguridad industrial con punta de fibra de vidrio, con resistencia a perforaciones e hidrocarburos, aislamiento térmico y un diseño ergonómico. Una alternativa ligera y estéticamente cuidada para mujeres en entornos industriales y técnicos.
Ambos modelos cuentan con certificaciones europeas y están disponibles en tallas del 36 al 41, incluyendo opciones con plantillas especiales. Más allá del producto, Hypatia representa un proyecto de vida. Para las hermanas Valerio, este emprendimiento es una forma de abrir espacio a las mujeres en sectores tradicionalmente masculinizados. Exportar calzado técnico con diseño femenino se convirtió en un acto de empoderamiento que conecta innovación con propósito.
“Queremos acompañar a mujeres en sus jornadas laborales, potenciando su seguridad sin dejar de lado la feminidad. Sabemos lo que implica trabajar jornadas largas, por eso pensamos en cada detalle”, asegura Adriana.
Retos, dudas y motivación
El camino hacia la internacionalización no estuvo libre de dudas. Certificaciones internacionales, comentarios minimizando la necesidad de diferenciar el calzado y la presión de competir con grandes marcas fueron obstáculos constantes.
Sin embargo, lo que marcó la diferencia fue escuchar a ingenieras, científicas y médicas agradecer que alguien pensara en su bienestar. Ese respaldo validó que la diferenciación no es debilidad, sino una fortaleza que abre fronteras.

La red de apoyo fue clave. Desde programas de mentoría hasta alianzas con asociaciones de mujeres en STEM, el acompañamiento impulsó la visión de llevar Hypatia más allá de Costa Rica. “El apoyo de otras mujeres, de familiares y amigas fue fundamental. No estábamos solas en este camino”, recuerda Tania.
“Si crees en tu idea, lánzate. No será fácil, pero los sueños también se exportan”.
— Tania Valerio.
Hoy, el calzado se comercializa principalmente en línea, facilitando el acceso a mujeres profesionales en todo el país, y la empresa proyecta su expansión al mercado mexicano.
Un nombre con historia
El nombre Hypatia honra a Hipatia de Alejandría, la primera mujer científica reconocida en la historia. Matemática, astrónoma y filósofa del siglo IV, se convirtió en un símbolo de pensamiento libre y lucha contra las imposiciones de su tiempo.
“Ella representó lo que hoy seguimos buscando: un lugar en el conocimiento, la ciencia y la toma de decisiones. Honramos esa inspiración con una propuesta que mezcla razón, seguridad y belleza”, explica Adriana.
Para las fundadoras, el mensaje a otras emprendedoras es claro: no tener miedo de diferenciarse. Recomiendan escuchar al cliente ideal, validar la necesidad real del producto y, sobre todo, confiar en el valor único de la propuesta.
Con Hypatia, Costa Rica no solo suma una marca más al ecosistema emprendedor, sino un recordatorio de que innovar también es abrir espacio para que más mujeres puedan caminar seguras hacia sus sueños.