
En medio de la rutina, el estrés y las múltiples responsabilidades del día a día, es fácil olvidar que el cuerpo necesita ciertos nutrientes esenciales para funcionar bien. Uno de ellos es la vitamina D, conocida como la “vitamina del sol”.
Aunque su nombre suele aparecer relacionado con la salud ósea, su impacto va mucho más allá: niveles bajos de esta vitamina pueden afectar el estado de ánimo, debilitar el sistema inmunológico y provocar dolencias físicas que, con frecuencia, se confunden con otros padecimientos.
La deficiencia de vitamina D se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial, incluso en países soleados como Costa Rica. Y lo más preocupante es que muchas personas desconocen si la padecen. En este artículo le explicamos por qué es vital prestar atención a sus niveles, cómo identificar las señales de alarma y qué puede hacer para evitar consecuencias a largo plazo. La médico general Isabella Brown, explica el tema.
¿Por qué es tan importante la vitamina D?
La vitamina D cumple múltiples funciones esenciales en el organismo.
- Fortalecimiento de los huesos y dientes, al facilitar la absorción del calcio y el fósforo.
- Regulación del sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a defenderse contra virus y bacterias.
- Apoyo al sistema nervioso y muscular, mejorando el equilibrio y reduciendo el riesgo de caídas.
- Influencia sobre el estado de ánimo, al estar relacionada con los niveles de serotonina, el neurotransmisor conocido como “la hormona de la felicidad”.
¿Cuáles son los síntomas de la deficiencia de esta vitamina?
- Cansancio o fatiga persistente.
- Dolor muscular o debilidad general.
- Dolores óseos, especialmente en la espalda baja.
- Infecciones frecuentes o resfriados repetidos.
- Cambios de ánimo, como tristeza sin causa aparente, ansiedad o depresión.
- Pérdida de cabello.
Cabe destacar que estos síntomas pueden confundirse con otras condiciones, lo que hace que muchas personas no relacionen su malestar con una carencia de vitamina D.
Un artículo de la Mayo Clinic indica que niveles bajos de vitamina D están relacionados con un mayor riesgo de depresión, particularmente en mujeres, y con una recuperación más lenta en pacientes con infecciones respiratorias.
¿Quiénes corren mayor riesgo?
Aunque cualquier persona puede sufrir una deficiencia, hay grupos con mayor riesgo.
- Personas con poca exposición al sol.
- Adultos mayores, cuya piel produce menos vitamina D.
- Personas con piel oscura, la melanina reduce la capacidad de la piel para producir vitamina D.
- Mujeres embarazadas y en periodo de lactancia.
- Personas con sobrepeso u obesidad.
- Personas con enfermedades renales, hepáticas o intestinales (como enfermedad celíaca o de Crohn).
De acuerdo con la Harvard T.H. Chan School of Public Health, niveles adecuados de vitamina D también están vinculados con la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis e incluso ciertos tipos de cáncer.
¿Cómo saber si le falta esta vitamina?
La única forma precisa de saberlo es mediante un análisis de sangre que mide los niveles de 25-hidroxivitamina D.

¿Cómo mejorar sus niveles?
1. Tome el sol con moderación. Exponerse al sol entre 10 y 20 minutos al día, sin protector solar en brazos o piernas, puede ayudar al cuerpo a producir la vitamina D que necesita.
2. Consuma alimentos ricos en vitamina D
- Pescados grasos (salmón, atún, sardinas).
- Yemas de huevo.
- Hígado de res.
- Leche y cereales fortificados.
- Hongos expuestos al sol.
3. Considere suplementos. En caso de que la exposición solar o la dieta no sean suficientes, el médico puede recomendar un suplemento de vitamina D3, especialmente durante los meses lluviosos o si se pertenece a un grupo de riesgo.
4. Chequeos regulares. No espere a tener síntomas. Una revisión anual con análisis de laboratorio puede ayudar a detectar deficiencias a tiempo.